La autorización para la importación y producción de maíz genéticamente modificado, evento que lleva la denominación MON 810, resuelta por el Poder Ejecutivo y publicada en el diario oficial del pasado 1� de mes, contó con el aval de la Comisión de Evaluación de Riesgos de Vegetales Genéticamente Modificados (CERV). Pero seguramente, desde otros ámbitos, continuará despertando críticas. Y más ahora que el tema ha quedado, supuestamente, laudado.
VISTO BUENO. La conclusión a la que llegó la CERV es que, "de acuerdo con la información aportada por el interesado (en este caso la empresa Reylan S.A., en nombre de la multinacional Monsanto), y la evaluación de los posibles riesgos identificados, en comparación con la contraparte convencional, no existen razones de bioseguridad para negar la autorización solicitada para la producción o la importación, por primera vez, con destino al consumo directo o la importación de maíz del evento MON 810, siempre que se cumpla con las condiciones propuestas en este documento".
En el resumen de su estudio, se recuerda que "no existe evidencia de posible cruzamiento de este evento con plantas de la familia del maíz en Uruguay". También se establece que "la característica introducida no cambia la morfología y los hábitos reproductivos y fisiológicos del maíz, ni le confiere nuevas características que le permitan comportarse como maleza".
El grupo técnico afirma que "no existen evidencias de efectos deletéreos sobre insectos predatores de Lepidópteros plaga del maíz en Uruguay".
En cuanto a la seguridad alimenticia, se afirma que "la evaluación efectuada permite concluir que el evento MON 810 ofrece la misma seguridad para los consumidores que su contraparte tradicional" en cuanto al ser humano, en tanto que se señala que "existe evidencia sustantiva de su seguridad como alimento animal".
EN DUDA. Una comisión técnico interdepartamental instalada por la Facultad de Agronomía elaboró un informe que oportunamente fue enviado al ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, donde principalmente se pone énfasis en la preocupación que generaron los sucesos acaecidos en la audiencia pública de setiembre del año pasado, en el marco del proceso de aprobación comercial del evento.
Si bien afirma que "no existen dudas que algunos cultivares transgénicos podrán ocasionar impactos benéficos en el agro", estima que antes deberían superarse "las prevenciones y reservas éticas y sociales de los consumidores, no afectar la salud humana y animal, ni tampoco el medio ambiente", así como "incrementar en términos de productividad, calidad y rentabilidad, el valor del cultivo", y "no afectar directa y/o indirectamente a otras actividades productivas y/o comerciales de mayor impacto económico-social que el cultivo en cuestión".
La referida comisión entendió que "todos estos elementos no están presentes todavía para que el país decida la liberación comercial del evento. En particular, no existe ninguna evidencia científica experimental local para que el evento MON 810 satisfaga varios de esos puntos".
Lo de invierno no tendrá cobertura
Los cultivos de trigo y los de invierno pertenecientes a esta zafra, no estarán cubiertos del exceso de agua y viento. "Como cualquier país desarrollado del mundo, los productores luchamos por el objetivo de no producir en una agricultura sin cobertura total de seguro", explicó el Ing. Agr. Roberto Symonds, ex presidente de la Asociación Rural del Uruguay a El País.
Años atrás los cultivadores habían conseguido una cobertura global, que además de heladas y granizo, los protegiera del exceso de agua y viento en sus chacras. Sin embargo, en las dos últimas zafras hubo exceso de agua en la primavera y no todas las aseguradoras afrontaron las correspondientes indemnizaciones. Ese recuerdo provocó que las re-aseguradoras se desinteresaran en mantener este tipo de cobertura en esta zafra.
"Más allá del poco entusiasmo que hay por plantar trigo, esa falta de cobertura complica y mucho a los productores", admitió Symonds.
El desinterés ocasionará que Uruguay cuente con "un área que, por lejos, es la menor en la historia del cultivo", pero por otro lado, frente a los riesgos que puedan existir, el no estar cubiertos contra este fenómeno climático "complica el acceso a los créditos del Banco de la República". Nadie le va a prestar dinero a un productor que tiene un riesgo elevado y que nunca podrá cobrar.
El mínimo histórico del cultivo de trigo se registró la zafra pasada, cuando el cereal abarcó un área inferior a las 120.000 hectáreas. "Este año se está pensando en la mitad (60.000 hectáreas) y habrá que importar mucho trigo".
Los productores, a través de la denominada Mesa del Trigo, estuvieron negociando con el flamante ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Ing. Agr. Martín Aguirrezabala, pero por el momento se descarta esa cobertura, más allá de que exista el compromiso del secretario de Estado de buscar mecanismos para coberturas futuras.
"Bienvenido"
El director de la empresa agrícola Fadisol S.A. consideró "imposible" frenar todo tipo de avance tecnológico, como lo es el uso de cultivos transgénicos en la agricultura.
"La autorización para importar y cultivar maíz genéticamente modificado es un muy buen avance para los productores y ayuda a subir un escalón en la productividad y en la rentabilidad que tanto se necesita", afirmó el Ing. Agr. Carlos Foderé.
Defendiendo su postura y teniendo en cuenta los ideales de los que se oponen a los cultivos genéticamente alterados, admitió que Uruguay "ya estaba dentro del mundo de los transgénicos previo al 1� de julio (fecha en que el MGAP emitió el decreto de autorización), porque desde hace mucho tiempo ya estaba autorizada la soja transgénica".
Para el empresario, "oponerse a ese tipo de cosas es como tener reminiscencias del pasado, es no aceptar el futuro". Por eso remarcó que "bienvenido sea el uso de cultivos transgénicos" y agregó que "Uruguay tiene que adaptarse a trabajar en este mundo".
Prácticamente toda la producción de maíz que logra la agricultura uruguaya, es destinada a la producción animal (básicamente pollos, cerdos y alimentación de vacas lecheras). "Como Uruguay no es un exportador de maíz, no veo que vaya a afectar la autorización a importar y plantar transgénicos".
Impedimento
"Llama poderosamente la atención que, a pocos días que Europa aprobó el etiquetado obligatorio de productos transgénicos, incluso conociendo la gran resistencia de varias cadenas de supermercados que no quieren venderlos ni etiquetados, en Uruguay se admita el uso de maíz BT", dijo el Ing. Roberto Symonds a El País.
El delegado de los productores en Inase dijo que no ve técnicamente "ningún reparo para su uso, ni para su consumo", pero insistió en que, "desde el punto de vista comercial, mañana puede ser un impedimento para vender ciertos productos".
En el mundo, "hoy el que manda es el que compra" y la aprobación del uso de maíz genéticamente modificado "se contrapone con la imagen de país natural que vende Uruguay".
Symonds, que ha participado de reuniones de la Organización Mundial de Comercio (OMC), explicó que Europa, en Doha, "había planteado su preocupación por los temas ambientales". Ya había anunciado que aprobaría el etiquetado de los alimentos transgénicos y lo hizo. "Las barreras sanitarias se pueden transformar, como en el pasado, en comerciales. Quizás ahora no lo sea, pero en el futuro el uso de transgénicos puede ser un impedimento para las exportaciones uruguayas de productos lácteos", dijo. Desde el punto de vista práctico, el maíz BT "permite un menor uso de insecticidas, pero no tiene mayores rendimientos que los híbridos". Que se use masivamente ahora dependerá "de los costos que tenga la semilla".