MELO | HILTON C. MESTRE
Todos los sectores poblacionales estuvieron representados en la "bienvenida" que se tributó a los restos del renombrado payador melense Carlos Molina fallecido el 30 de junio de 1998.
En la muy fría mañana del domingo 24, la urna que contenía los restos del "Bardo del Tacuarí" y que estaba cubierta por la bandera uruguaya, fue transportada hasta el Cementerio por una carroza tirada por un brioso caballo. Amigos y admiradores del controvertido repentista formaban el cortejo que la precedía, en el que también sobresalían autoridades departamentales y nacionales. Se destacó también la presencia de su hijo, Efraín Carlos Molina.
Ya en el cementerio el gran amigo de Molina, el poeta y escritor Julio Guerra, escoltado por una guardia de banderas, llevó en brazos la urna.
Luego de leerse una reseña de la biografía del payador nacido en Melo el 11 de setiembre de 1927, en una modesta vivienda de las actuales calles Luis Alberto de Herrera y Agustín Muñoz, su entrañable amigo Julio Guerra destacó la personalidad del cantautor.
Recordó varios pasajes compartidos y significó muchas vivencias conjuntas. "A pie de tumba, a pie de emoción, a pulso de convicción", Guerra despidió al amigo. "Aquí se está enterrando a un hombre libre, que fue la dignidad cantada de América Latina, que enfrentó a ponchazo limpio la intemperie del mar, de la tierra y de los hombres".
"Ya sos parte definitiva e integral del pago, ya estás entre nosotros para siempre, compañero del alma", finalizó Julio Guerra.
En representación de la Dirección Municipal de Cultura habló el escritor Gervasio Piro que, en emotivas palabras, remarcó su convencimiento de que los pueblos que hacen justicia histórica a sus figuras señeras, se están honrando a sí mismos, porque ello significa "que han sabido solidarizarse con los grandes ideales y nobles sentimientos que movieron aquellos a quienes se honran. Y que ello es más meritorio cuando se hace con quienes se tiene que hacer justicia histórica".
En la misma Casa de la Cultura se abrió una exposición de diversas pertenencias de Carlos Molina que fueran adquiridas por la Junta Departamental, entre éstas su guitarra y su poncho.