CESAR BIANCHI
Cerrito y Rentistas son dos cuadros chicos y de barrio. Pero se odian. En el Cerrito de la Victoria pocos son ajenos a la rivalidad entre los hinchas de estos vecinos, que se profesan los mismos "piropos" que un fanático de Peñarol a uno de Nacional. Hoy es un día histórico para ambos porque por primera vez chocarán entre sí por el Campeonato Uruguayo de Primera División.
Los auriverdes se atribuyen una hinchada ampliamente más numerosa y el decanato, pero los "bichos colorados" les replican que ellos subieron a Primera A por primera vez en 1971, y que los "contras" recién lo hicieron el año pasado. Escuchando a fanáticos de uno y otro es fácil advertir que la virulencia de las desclasificaciones mutuas es idéntica a la que se propinan los grandes del fútbol uruguayo.
En 70 años de historia juntos hubo cuatro intentos de fusionarse por parte de los dirigentes, pero ninguno prosperó. "Ni va a prosperar", como auguraron hinchas a ambos lados de General Flores.
SOCIO Nº1. Justiniano Muñoz tiene 86 años, es dirigente de Cerrito de la primera "ola". De los fundadores del club el 28 de octubre de 1929 (Ignacio Espino, Juan Carlos Sofía y Esteban Marino) no queda ninguno vivo.
Muñoz asumió la presidencia en 1945 cuando el club se afilió a la AUF. "Rentistas es hijo de Cerrito", afirma, y recuerda cuando jugadores de Racing, Sud América y hasta Defensor Sporting venían a golpear las puertas de Cerrito para jugar con ellos.
Cuenta la leyenda que un día de 1933 un grupo de amigos se juntó para unir "un montón de equipitos de la zona" y alguien dijo: "Pongámosle Rentistas, si ninguno labura y todos vivimos de rentas, del aire".
Con el nacimiento de los "bichos colorados" nació la rivalidad. "Rivalidad que nunca debió haber existido, porque es una muchachada bárbara. Ibamos a jugar al truco con ellos a Industria y General Flores", dice Muñoz.
Walter Cocchiarelo (70), ex jugador y fanático de Cerrito, admite que en las oficinas de la AUF Rentistas se inscribió primero. Muñoz dice que si no lo ve, no lo cree. "Cuando ganamos el campeonato del ’48 ellos no estaban".
"De algo no hay dudas: hay mucha más gente de Cerrito que de Rentistas", señala Cocchiarelo, y tanto Muñoz como Ruben Mourigan, hincha y memorioso de viejos tiempos, celebran la contundente afirmación.
Muñoz, Mourigan y Cocchiaralo sostienen que en el caso de los jóvenes la rivalidad se ha tornado en "odio".
Admiten que en un clásico de barrio Rentistas-Cerrito "puede haber" hinchas armados y bajo los efectos de las drogas.
"Ahora que estamos haciendo la cancha frente al Borro, vamos a ganar todos los partidos por Walk-Over (WO)", bromea Muñoz.
ROJOS. En la cantina de la sede de Rentistas (General Flores e Industria) Elizabeth Souto (49) atiende en la barra a otro socio e hincha "rojo", Hugo Tourreilles (46). "Yo soy hincha de Rentistas por el vecindario y porque es otro tipo de gente. Los de Cerrito son gente más pasional, en el mal sentido, de armar lío y provocar", dice Souto.
"Es verdad, somos menos, pero auténticos porque hay hinchas de Cerrito que están un par de partidos y no van más. Además el hincha de Rentistas no es hincha de ninguno de los grandes, ellos sí son hinchas de los grandes", dijo.
Souto y Tourreilles le endilgaron a la hinchada de Cerrito unos cuantos vidrios rotos de la sede. Ambos admiten que la sede no está en el Cerrito de la Victoria sino en Pérez Castellanos, del otro lado de General Flores. "Pero siempre estuvimos en la A y ellos recién subieron", dice él.
A unas cuantas cuadras de allí, del otro lado de la avenida General Flores, en la sede de Cerrito una treintena de hinchas hacía la previa con pool y vino antes de enfrentar esa tarde a Defensor Sporting.
Alfredo Alvez (30) enfatiza: "Yo soy hincha de Cerrito por el barrio. ‘Ellos’ no pueden decir lo mismo, porque están en el barrio Porvenir. Son pocos, no tienen hinchada", aseveró Alvez, uno de los líderes de la "barra brava" del auriverde.
"Está bien, subieron más veces que nosotros —concede Alvez—pero la historia la hace la gente, ¡y ellos no tienen gente! —ironiza— cuando les ganamos la final de la ‘B’ el año pasado en el Estadio nosotros llevamos 5 mil personas y ellos eran cien", sostiene con la camiseta puesta.
Alvez no tiene amigos de Rentistas, sólo "conocidos".
Hablando de Cerrito, Marcelo Gimeno recuerda sólo dos cosas con ese nombre: "Es una calle y un barrio. ¿Un equipo? No, no existe". Fanático del "Renta", el taximetrista Gimeno es uno de los más reconocidos hinchas "rojos". "Yo tengo 31 años y vi varias veces a mi equipo en el Estadio, vi ganar varias copas y vi cómo tuvimos de hijo a Nacional ocho veces. Ellos son más viejos, pero muchos de sus hinchas se murieron sin verlo en Primera", contraataca.
Confiesa haber peleado varias veces por Rentistas contra hinchas de Cerrito.
Alvez, en cambio, dice haberse peleado varias veces por defender el club de sus amores, pero nunca ante un contrincante del rival de todas las horas:
"¡Cómo me voy a pelear contra un hincha de Rentistas si no tienen hinchas!"
"¡Ellos nunca nos ganaron peleando!", exclama Líber "Toto" Quintas (74), uno de los más renombrados hinchas "veteranos" de Rentistas, quien jugó 9 años en la institución y uno en Cerrito. "Cuando ellos ganan vienen a romper vidrios acá y a babosearnos, cuando nosotros ganamos no", dijo.
Quizá el mejor resumen del falso espíritu de "convivencia pacífica" esté dado por una definición del veterano Quintas: "Acá somos vecinos y nos conocemos todos, pero empieza el fútbol y con él la rivalidad".
Una fusión que nunca llegó
n "Mientras se jugó en el campito, se jugaba en la Liga Centenario. Después hubo un enfriamiento porque los dirigentes no querían nada. En 1938 Juan Carlos Sofía, Luis Tuyaré y yo asumimos la comisión directiva, pero el único que no jugaba era yo, entonces la dirigí", dice Justiniano Muñoz (86), actualmente el socio número 1 de Cerrito.
A lo largo de toda la historia hubo cuatro intentos de fusión entre rojos y auriverdes. Dicen los hinchas memoriosos de Cerrito que el más cercano a cumplirse fue en 1952 con el famoso árbitro internacional y connotado hincha de los "bichos colorados", Esteban Marino, como gestor.
Hace tres años, el presidente de Rentistas, Mario Bursztyn, lideró la última iniciativa. Pero ninguna prosperó. "La intención de los dirigentes nunca fue querida por las hinchadas", dice Elizabeth Souto, hincha y cantinera del Club Rentistas.
Hinchas de Cerrito de toda la vida admiten que en un clásico de barrio puede haber hinchas armados y bajo los efectos de las drogas.
enemigos
"¡Qué se va a armar lío si no tienen hinchada! Yo los odio, no existen. Yo no soy ni de Nacional ni de Peñarol, aunque admito que hay muchos de Cerrito que sí. ¡Qué no te vea de rojo por la calle, eh!" (Gustavo Vargas, 20 años, empleado municipal e hincha de Cerrito).
"Yo soy hincha de Rentistas de toda la vida pero no le tengo odio a Cerrito, es más, tengo amigos entre ellos. Lo que pasa es que la gurisada cree que es algo de vida o muerte, que se les va la vida y es nada más un partido de fútbol" (Hugo Velásquez, 60 años, "canillita" en General Flores e Industria).
"¿Cómo nos vamos a pelear si no tienen hinchas? Ellos nos hacen cánticos con que nunca subimos a la A hasta el año pasado, y nosotros le hacemos con que no tienen hinchada" (Nelson Chiosoni, 35 años, en la sede de Cerrito).
"Es verdad, no estamos en el Cerrito pero Rentistas se fundó allí. Lo fundaron Pascual Pizzi, Emilio Prosolino y Esteban Marino. ¿A piñas? Ellos nunca nos ganaron" (Líber "Toto" Quintas, 74 años, 52 de socio vitalicio).
"Viví ese clásico de adentro"
(*) JOSE MASTANDREA
n Tuve la suerte de poder vivir el clásico en carne propia. En el año ’86 Mario Patrón me llevó a Cerrito. Integré aquel plantel en donde figuraron Richard Cámera, Alejandro Botello, Gustavo Dornell, Juan Vidal y Leonardo Bianchi, entre otros. Estábamos en la "B" y Walter Audifred, que era el presidente, había apostado al ascenso que finalmente no se dio.
Pero jamás voy a olvidar la concentración y las horas previas al clásico con Rentistas. La visita de los hinchas a las prácticas en el cuartel de Chimborazo y San Martín y el aliento permanente para que todo saliera bien. Para ganarle al rival de todas las horas. Esos clásicos fueron partidos especiales, emotivos, sufridos. Pero vividos intensamente antes, durante y después. Vi llorar a los hinchas tras la derrota. Y vi cómo el barrio se dividía en una semana como si fuesen dos repúblicas diferentes: la de Cerrito y la de Rentistas.
No hay peor castigo que perder ese clásico. Para todos. Dirigentes, jugadores e hinchas. Doy fe.
* (Jugador de Cerrito en la temporada 1986)