La comunidad marítimo-portuaria y armatorial del Uruguay acaba se sufrir la dolorosa pérdida de tres experimentados marinos en el infausto accidente de la embarcación que todos ya conocemos. Son los capitanes Hugo Ariel Baños, Martín Sorachi y Alexis Egorov, Prácticos de Río.
Todos en nuestros núcleos sociales cercanos valoramos cada una de nuestras pérdidas, que nos desgarran por cierto y son insustituibles, pero la desaparición de estos tres marinos nos conmueve también por nuestra afinidad con ellos y por las trágicas características que tuvieron los sucesos. Y nos han golpeado más aun porque se han dado en el marco de las mayores perplejidades. A los tres los conocíamos, miembros dilectos de la sociedad uruguaya y calificados vocacionales que desempeñaban su profesionalidad con responsabilidad y también sacrificio, porque así ocurre con los marinos, quehacer sin duda de valiosa trascendencia para el país por la naturaleza de sus ocupaciones. Entrar y sacar barcos por las vías navegables en condiciones de seguridad forma parte de la cadena de servicios portuarios y marítimos que ofrecemos al mundo e indudablemente las profundidades son valiosas, como lo son los puertos, pero los Prácticos constituyen la tercera pata de este asunto marítimo-portuario. Con Baños tomamos conocimiento hace cerca de 25 años en un barco de Montemar. A Sorachi lo conocimos en el dique Tsakos ocupando un cargo de responsabilidad y por supuesto hablamos de barcos y reparaciones. Con Egorov, el más joven, sólo nos encontramos en un acto social. Los Prácticos, sean de Río o de Puerto, dan prestaciones muy valiosas porque con sus conocimientos, profesionalismo y experiencia, deben llevar el barco a destino con total seguridad estando vacío y ponerlo afuera, lejos de todo riesgo, plenamente cargado.
Y en segundo lugar deben proteger infraestructuras portuarias y también nuestros canales de navegación, que son las venas por donde se desarrolla nuestro comercio exterior. La desaparición de estos tres marinos, entonces, enluta a varias familias pero también al país por lo que significa la pérdida de vidas, y además porque formar un Práctico lleva muchos años.
A sus familiares entonces nuestro pésame y para nosotros el consuelo de nuestra fe en Dios. E.C.