"Me di cuenta y no quería vivir más"

| Piensa dedicarse al cuidado de sus caballos árabes. Prefiere eso antes que la televisión

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El País

SILVIA PEREZ

La habitación de cuidados intermedios del segundo piso de la Asociación Española de Socorros Mutuos, donde está internado Darío Silva, era una romería.

Aunque unas horas antes había sido llevado nuevamente al quirófano para terminar de cerrarle el muñón de su pierna derecha, el estado de ánimo del olimareño era espectacular. No hacía más que bromear como siempre con sus amigos, en su particular estilo.

Seguramente, mañana le darán de alta, pero en principio no viajará a Treinta y Tres, se quedará un tiempo en su casa de Montevideo, disfrutando de sus familia. Sobre todo de sus hijos: Elina y el pequeño Diego.

Cuando su gran amigo Guillermo Almada le pasó el teléfono comenzó a hablar como en cualquier otra entrevista. Y quienes lo conocen bien aseguran que sus constantes bromas no son una postura, que realmente se encuentra muy bien.

-¿Con quién estás?

-Acá hay una banda. Podemos armar un equipo de fútbol. Me falta el arquero y armo un equipo de fútbol. Están Elvio Pappa, Gustavo Méndez, Luis Almada, el fanático Guillermo Almada y el delantero que se dice casi "Maradona" Diego Cánepa.

-Hablando de amigos, supongo lo que debe haber significado para vos el apoyo de la gente en este momento tan difícil.

-Eso ha sido lo principal y lo que a uno le gusta. Y es el apoyo que me han dado siempre. Aunque mis compañeros son los primeros en darme para atrás. Me invitan a salir por ahí a dar una vuelta, sabiendo en el estado que estoy y cómo reacciono yo. Y yo les contesto que ahora no, pero dentro de un mes vamos a salir todos juntos nuevamente, en dos patas cada uno. Ellos saben que me tienen que dar para atrás, para que me mortifique y me ponga las pilas para poder salir adelante.

-No parece que lo necesitaras. La verdad, es increíble el estado de ánimo que tenés.

-Ahora, pero si me llamabas el martes o miércoles pasado estaba muy distinto. Totalmente destruido. No quería, como quien dice, ni vivir. Cuando me enteré y di cuenta que me faltaba una pierna me quería morir. Pero después, al ver el sufrimiento de mi familia... y nada, dije esto no termina acá. Tengo que seguir, es lo que hay. Perdí un partido, quiero recuperarme para pelear la clasificación. Tengo que tirar para adelante.

-Perdiste un partido, pero pudiste jugar muchos en tu vida. Esto te sucedió ya casi al final de tu carrera. Y tenés campo y podés dedicarte a otras cosas. Hubiera sido diferente vivir algo así en tus inicios.

-Es como digo yo, me hubiese preocupado si me hubiera sucedido a los 20 o 22 años, en mi mejor momento. Si hubiera ocurrido antes de irme a Europa, se me hubiera complicado mucho la vida. Pero gracias a Dios, si es que se puede dar gracias, me sucedió al final de mi carrera, cuando yo ya quería quedarme a jugar en Uruguay y terminar mi carrera en Uruguay. Por lo menos sé que jugué en Uruguay, España, Inglaterra, Italia y escribí mi nombre como jugador uruguayo y soy querido como persona. Esto es lo que más me ha reconfortado.

-Me imagino, porque han llegado muchísimos mensajes de todo el mundo deseándote una pronta recuperación.

-Sí, lo sé. Pedí que revisaran mi dirección de correo y tenía 340 mensajes que todavía no he visto. Y acá me han traído una cantidad de todas partes del mundo. Entonces uno mira para atrás y se da cuenta de lo bonito que fue el fútbol y de la amistad que ha dejado. Y que siempre ha hecho todo lo posible por el equipo donde ha estado y eso es muy bonito.

-Esa es la parte buena de los malos momentos, ¿no?

-Sí, y yo he hecho cosas insólitas. Después de haber estado en el Málaga me fui al Sevilla, cuando era un equipo al que nadie quería ir porque se odiaban. Teníamos un clásico que era muy duro, muy complicado y ninguno que hubiese estado en el Málaga quería ir al Sevilla y a mí se me dio la oportunidad y me fui. Y ahora los jugadores de los dos equipos salieron con camisetas dándome apoyo. Claro, son jugadores que fueron compañeros míos y saben lo que he aportado y la estima que siempre les he tenido. A ellos y a la gente, a la hinchada que tantas veces ha estado gritado mi nombre durante 90 minutos, y eso es algo muy emocionante.

-Te falta poco para irte de alta, ¿no?

-Sí, esta es la primera vez que he estado tanto tiempo en un sanatorio. Y tengo muchas ganas de irme a casa con mi familia. A la estancia todavía no porque primero tengo que recuperarme un poco.

-¿Cómo han tomado tus hijos lo que te pasó?

-Diego, el pequeño, no ha venido. Estaba medio engripado y además yo no he querido que viniera. No quiero que venga. A mí los hospitales no me gustan, mucho menos quiero estar con mis hijos en el hospital. Ni loco.

-Pero Elina sí te visitó, ¿verdad?

-Sí, ella es más grande y comprende un poco más las cosas, pero el más chico tiene recién tres años y todavía no entiende mucho.

-¿Y Elina qué te dijo cuando te vio?

-Nada, lo único que hizo fue traerme regalos, revistas, dibujos. No me dijo nada, hablamos lo normal. Además, tampoco estuvo tan seguido y no he querido mostrarle la pierna ni nada.

-Te lo pregunto porque tu esposa nos había comentado que cuando le explicó lo que te había pasado, Elina dijo que no le importaba, que a ella lo único que le importaba era que estuvieras bien.

-Es posible, tratándose de ella es muy posible.

-¿Recordás algo del accidente?

-Absolutamente nada. Por suerte. Menos mal que no me acuerdo de nada. Ni quiero ver la camioneta tampoco, ni que la vea ninguno de mi familia.

-¿Creés en el destino? ¿Por qué pensás que te pasó a vos, mientras que tus dos amigos salieron ilesos? ¿Pensás que todos tenemos una especie de camino marcado, o que fue una casualidad?

-No lo sé, puede ser casualidad. Pero por suerte fue así. Prefiero que me haya pasado a mí. Prefiero ser yo el que estoy ahora en el hospital y no ninguno de ellos. Toda la vida.

-¿Ya has pensado qué vas a hacer en el futuro? ¿Te vas a dedicar al campo que tanto te gusta?

-Todavía no sé lo que quiero. Pero voy a seguir con el te- ma de los caballos árabes y también tengo un programa de televisión para hacer. También tuve una oferta para ser director técnico, pero por ahora no lo creo. Después, cuando me pongan la prótesis voy a ver cómo funciona. Si llego a poder pegarle con la pierna de la prótesis, con la de madera, capaz que me da por volver al fútbol y por ahí me da por dirigir. Pero lo veremos después, todavía no tengo nada concreto. Pero creo que antes está lo del programa de televisión.

-¿El programa sería acá en Uruguay?

-Sí, acá.

-¿Un programa deportivo o sobre qué?

-No sé, no tengo ni idea. Es lo que me han dicho pero todavía no he tomado ninguna decisión.

-¿Y a vos qué te gustaría hacer?

-¿Yo? Quiero estar con mis caballos.

-¿Te gusta más que lo de la televisión?

-Sí, mucho más. Prefiero mis caballos. Tuve muchísima televisión durante muchos años y ahora prefiero mis caballos.

-¿Querés decirle algo a la gente que en todos estos días ha estado tan preocupada y pendiente de tu recuperación?

-Quiero agradecerle al pueblo uruguayo que me ha apoyado siempre. Y no sólo a mí sino a todas las personas que han pasado por este tipo de cosa. O por cosas peores. El pueblo uruguayo siempre apoya cuando uno más lo necesita.

"Me di cuenta que esto no termina acá. Tengo que seguir. Perdí un partido, pero me quiero recuperar y pelear la clasificación. Hay que tirar para adelante"

"No me acuerdo nada del accidente, por suerte. No quiero ver la camioneta ni que la vea alguien de mi familia. Prefiero que me haya pasado esto a mí y no a uno de mis amigos"

"Me picaba el tobillo, miraba y veía algo raro"

Darío Silva mantuvo una extensa charla telefónica con la cadena Ser de España, en donde admitió que espera volver a una cancha de fútbol.

Después de comer una milanesa con ensalada rusa y seguir de cerca el resumen de la jornada del fútbol español, Darío accedió a hablar de lo que le sucedió, de su presente y después de su futuro. "Me amputaron la pierna pero no la lengua por suerte", fueron sus primeras palabras. "Ahora estoy muy bien. Me duele un poco la cabeza por la fractura del cráneo, por el golpe que recibí en el choque. Salí por la parte delantera. Me llevé puesto el parabrisas, pero salvo eso, el ánimo está 100%. Me duele la cabeza por esa fractura de cráneo cerca del oído".

Admitió que esperaba estar en una cancha "en dos o tres meses".

Darío comentó que "cuando me pasó todo iba a ducharme a casa para el bautismo de un sobrino. Eso es lo único que me acuerdo. Me desperté el martes y el accidente fue el domingo. El martes me enteré de todo, de cómo había sido pero recién ayer (el lunes) pude ver el accidente por televisión".

Sobre cómo y cuándo se enteró de su amputación indicó: "me lo imaginé un poco porque me picaba el tobillo y yo miraba por debajo de la sábana y veía algo raro. Me picaba el tobillo y no lo tenía. Me empecé a fijar más detenidamente en todo y ya intuí lo que había pasado. Dicen que es la sensación que queda después de esa operación, se llama miembro fantasma. Hasta ahora, me quiero rascar y sé que no lo tengo", indicó.

Luego admitió que fue él quien consultó al Dr. Carlos Suero sobre la operación: "yo le pregunté y me contestó que me quería como un hijo y que me quería ver vivo, por eso decidió la amputación después de preguntarle a mi familia. Lo hizo para mantenerme vivo, si no era imposible que sobreviviera debido a la infección".

Dijo, también: "miré el partido del Sevilla donde los jugadores salieron al campo con las remeras escritas con "Fuerza Darío". Pese a que ya no estoy en España, me como todos los programas".

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