Rosario Touriño
La enfermera Mary Cranchi fue recibida ayer en el hospital Pasteur con lágrimas, aplausos y cánticos de apoyo. La funcionaria procesada pretende retomar su cargo. Parece difícil, pero su gremio planea hacer gestiones ante la ministra de Salud.
Sobre el mediodía llegó al hospital Pasteur en un auto junto a su abogado Gustavo Salle. Cerca de una centena de compañeros la esperaban en una suerte de cortejo apostado sobre la puerta de la calle Larravide. "Bienvenida Mary", se leía en un pasacalle colgado entre dos árboles.
Cuando la vieron, fue casi como una explosión. Decenas de enfermeras de todas las edades se pusieron a correr sobre la calle y la vereda, hasta alcanzar el auto. Querían ser las primeras en abrazar a Cranchi. Para eso, tuvieron que esquivar los micrófonos y las cámaras, deseosos de palabras e imágenes de la enfermera del momento.
"Se siente. Se siente. Mary es inocente", comenzaron a gritar a coro. La emoción ganó los rostros de Cranchi y sus compañeras. Ellas están convencidas que la auxiliar, de 53 años, es inocente. "¿Por qué? Por la trayectoria que tiene en el hospital. Es una enfermera de vocación, de firmes convicciones. Es una mujer que trabajó en un hospital psiquiátrico. Hay que tener mucho amor para trabajar ahí. Yo fui compañera de turno. La vi trabajar", dijo entre lágrimas a El País Mirna Olid.
"Tengo 30 años de enfermera, y a mí me dolió terriblemente todo ésto. Hasta que no la vea completamente en libertad. no voy a poder dormir, porque lo que le pasó a ella, me podía haber pasado a mí. Yo cuido a mis pacientes y ella también", agregó.
Palabras similares manejaban otras viejas compañeras, que explicaban que trabajar en el hospital "es como ir a la guerra con un cuchillo de madera".
El presidente del gremio de funcionarios del Pasteur, Andrés Guedes, la recibió también con un abrazo. Los cronistas intentaban robarle más frases a Cranchi. En un tono muy medido, y con frases cortas, la enfermera dijo que se sentía "muy apoyada" y que se presentaba en el Pasteur para volver a trabajar. Está convencida que los pacientes confiarán en ella: "soy una buena profesional, sé trabajar".
Guedes la condujo hasta la capilla, lugar utilizado para las reuniones gremiales. Allí mantuvo un encuentro a puertas cerradas con sus compañeros. Tres guardias de seguridad custodiaron la puerta.
El director del hospital, Ricardo Ayestarán, explicó que si bien Cranchi no está habilitada para volver a trabajar, por el sumario que está en curso, sí se le permitió visitar el centro y reunirse con sus compañeros.
El jerarca dijo que no se pusieron inconvenientes a su visita, en virtud del buen antecedente de la reconstrucción del homicidio. "Hemos logrado una muy buena relación con el sindicato, y en aquél momento trabajaron para que todo se cumpliera con total normalidad", agregó. Para Ayestarán el reencuentro de Cranchi con sus compañeros es bueno "desde el punto de vista humano" y se consideró que no iba a tener repercusión sobre lo asistencial.
El director trasladará la nota con la solicitud de reintegro a la división jurídica del Ministerio de Salud. Pero Ayestarán admitió que cuando un funcionario tiene una causa penal, lo habitual es que el sumario y la separación del cargo se prorroguen hasta que exista un fallo judicial definitivo. Todo el equipo de dirección saludó cordialmente a la enfermera. Ayestarán dejó en claro que le correspondía una actitud de "cierta neutralidad" al evaluar la situación, en virtud de que Cranchi sigue procesada por homicidio.
Pero ayer mismo la comisión interna del Pasteur comenzó a juntar firmas en apoyo de Cranchi. "Salud Mary. Es lo mejor que te podemos desear, por tu honor y por tu honra. Debes seguir adelante. Tu no has hecho nada más que cumplir con tu misión", reza la carta distribuida ayer. En la misiva, se establece que los funcionarios de la salud son los más "sacrificados" del Estado por percibir salarios "miserables", poder terminar en la cárcel por cometer "errores" y por tener que trabajar en dos o tres lugares para poder sobrevivir, "haciendo más riesgosa la atención".
Guedes adelantó a El País que el gremio gestionará una entrevista con la ministra María Julia Muñoz, con el fin de intentar que Cranchi sea reintegrada a sus funciones. El sindicalista sabe que la posibilidad de reintegrar a un procesado es remota, pero de alguna forma confía en un gesto "político" de la cartera. Ayer, la auxiliar pudo volver a pisar el box de enfermería en el que trabajaba, pero sólo para conversar con sus amigos.
Estrategia poco convencional
El abogado de Cranchi, Gustavo Salle, insistirá con la solicitud de pericias que él mismo denomina como "heterodoxas". Hace menos de un mes logró que el juez Pablo Eguren autorizara la aplicación de propofol a la enfermera, un anestésico con efecto similar al pentotal sódico (el controvertido "suero de la verdad"). En el pedido de libertad provisional que presentó, fue a más. Pidió someter a una sesión de hipnosis a Cranchi y también a la prueba del polígrafo (el llamado "detector de mentiras"). La prueba del polígrafo se apoya en la idea de que las respuestas fisiológicas de las personas cambian cuando mienten, y que ésto es medible. Su uso es más admitido en Estados Unidos que en Europa, donde no tiene valor de prueba para la Justicia.
"La característica singular de este caso es el elemento subjetivo, el elemento interno del relato. El estado del psiquismo de mi defendida es fundamental. Lo que busca este tipo de pruebas es la ratificación de la versión conciente", argumentó el abogado defensor.
Salle está convencido en que la prueba ya realizada con el "suero de la verdad", contribuyó a que la fiscal Diana Salvo accediera a la excarcelación. El abogado, que se ha caracterizado por asumir casos con fuerte tono mediático, como la defensa del ex-director de Aduanas, Víctor Lissidini, o la dirigente radical Irma Leites, decidió dejar sin efecto la apelación por una "ampliación probatoria".