Silvia Pérez

El de ayer no fue un domingo cualquiera. Ya desde la mañana se veían autos con banderas de Nacional y Peñarol. En la feria vecinal un puesto ofrecía petardos y fuegos artificiales. "Para el clásico, para el clásico", vociferaba el vendedor. La fiesta se preparaba.

El almuerzo fue apurado. Grandes y chicos pusieron rumbo al estadio con la emoción contenida. Los jóvenes cantaban, iban preparando sus gargantas para la locura.

El mes está por terminar, pero para las 55.000 almas que se hicieron presentes en el Centenario no había excusa posible. Más de uno seguramente tuvo que rascar el bolsillo o sacrificar algún gusto, pero era tarde de clásico y no se podía fallar.

Nacional salió primero y la Colombes enloqueció. "¡Tricoloooor, tricoloooor!". La Amsterdam vio aparecer a Paolo y explotó. "¡Aurinegrooo vos sos mi vidaaa!"

A los dos minutos los mayas tuvieron su primera alegría. Pensaron que era de Silvio, pero cuando supieron que fue de Vanzini en contra, lo disfrutaron aún más. Aunque los integrantes de la barra se lo perdieron porque llegaron con sus banderas cuando su equipo ya ganaba 1 a 0.

La expulsión de Pouso ilusionó a los "bolsos", pero les duró poco. Enseguida llegó el segundo gol, un golazo, esta vez sí del delantero brasileño. Y por si fuera poco anotó el tercero de cabeza. Delirio.

El segundo tiempo casi que estuvo de más, pero la Amsterdam no paró de cantar.

Llegó el final. "¡Un minuto de silencio para el bolso que esta muertoooo! ¡Gregoriooo, Gregoriooo! Los cantos de los "manyas" coparon el Parque Batlle.