El orgullo de ser de la villa del Cerro

Identidad. Más allá del rótulo de zona roja, los cerrenses son fieles a su lugar en el mundo En un estudio de antropología social todos los consultados demostraron estar anclados en el pasado

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MARÍA EUGENIA LIMA

El Cerro es visto como zona roja. Ya no hay trabajo como antes. Pero los cerrenses no piensan en mudarse, algunos hasta lo comparan con Punta del Este. A 175 años, la identidad de la Villa permanece intacta.

Si les preguntan a los cerrenses, ellos no mencionarán las nuevas oportunidades laborales como el Parque Tecnológico, prefieren anclarse en tiempos de inmigrantes. El fin de semana pasado fueron los festejos por el 175 cumpleaños de la Villa del Cerro, barrio que ha cambiado desde 1960 con el cierre de los frigoríficos.

En 2006 el curso de antropología social de la profesora Sonnia Romero, en la Facultad de Humanidades hizo un estudio sobre la identidad cerrense.

Para ese trabajo, los 46 estudiantes entrevistaron a 50 habitantes de Villa del Cerro.

Ninguno de los entrevistados para el estudio ("La revisita antropológica a constructores de la identidad cerrense, Villa del Cerro"), mencionó "nada acerca de los pocos pero importantes cambios que se han producido en este barrio en los últimos dos o tres años, como por ejemplo la rambla (un tramo se inauguró en 2004) y el Parque Tecnológico". En este emprendimiento funcionan 60 empresas que generan 600 puestos de trabajo dentro del Cerro.

María Nöel García Simon, futura antropóloga y una de las autoras del estudio, trató de explicar por qué los cerrenses no hablaron de las mejoras: "Es posible que como ellos están aferrados a la época de base, como describe Gravano, no quieren soltarse de eso ni para bien ni para mal. La época de base es cuando se fundó el Cerro, los frigoríficos y cuando se autoabastecieron. La época de base queda en el imaginario social. Era una época donde tenían una calidad de vida muy buena".

El informe establece que el cerrense de la Villa se distingue sobre todo del habitante de Cerro Norte y Casabó a pesar que la Intendencia de Montevideo los engloba en el Comunal 17. "Hay una interfase villa/periferia conflictiva que cambia la vida de los pobladores", establece el informe.

Ven que ahora los que llegan no son ucranianos, rusos o italianos, como a fines del siglo XIX, sino de barrios vecinos: Cerro Norte, Casabó, La Paloma, La Boyada y otros.

El cierre de los frigoríficos en 1960 hizo que se perdieran las fuentes de trabajo.

Por eso muchos de los habitantes de la Villa tuvieron que mudarse a la periferia en busca de terrenos más baratos.

Pero también habitantes de la periferia se mudaron a la Villa. Desde 1902, época en que surgieron los frigoríficos Artigas, Swift y la Frigorífica Uruguaya (en 1928 compraron este último y se formó el Nacional), hasta el cierre de estas plantas cárnicas hubo una solidaridad obrera que hoy desapareció. En la actualidad hay un atrincheramiento en zonas privadas, según el informe de Facultad de Humanidades. Ahora la solidaridad es en la cuadra ya no en el barrio.

CHAU A LA ISLA. García Simon dijo a El País que la respuesta de los entrevistados de distintas edades era siempre la misma: "Esto no es como antes. Antes esto era maravilloso. Teníamos los frigoríficos, todos trabajaban allí, los frigoríficos nos unían. Era una isla. No teníamos que salir del Cerro para nada porque hasta bailes teníamos. Nos conocíamos y aquí conocíamos a nuestras parejas".

Los vecinos del Cerro denominan al puente que atraviesa el arroyo Pantanoso como paralelo 38 en alusión a la demarcación que se estableció durante la guerra entre Corea del Norte y Corea del Sur; si se cortara el puente, la Villa del Cerro queda separada del resto de la ciudad de Montevideo.

En la época base, cuando funcionaban los frigoríficos, los habitantes del Cerro se diferenciaban de Montevideo.

Hoy la diferencia es entre la Villa y la periferia del propio barrio Cerro.

Luego del cierre de las fuentes de trabajo los habitantes de la "isla" no tuvieron otra opción que cruzar la frontera física y psicológica del Pantanoso en busca de empleo en Montevideo. Hoy el Cerro es una ciudad dormitorio.

Al tener que salir del Cerro terminó también la homogamia (unión o matrimonio entre semejantes en términos socio económicos, culturales y de cercanía territorial), que se daba en la época base.

GENERACIONES. Durante muchas generaciones los habitantes del Cerro se casaban con personas del barrio. "Mis hijas pertenecen a la tercera generación, una que está en pareja, también vive en el Cerro, alquiló una casa en el Cerro, la pareja también es un muchacho de una vieja familia del Cerro, quiere decir que son cuatro generaciones que se han ido criando en el Cerro, abarcamos una historia de casi un siglo", contó una vecina a los estudiantes de la Facultad.

"Ahora la gente se casa de todos lados. La muchacha del fondo tiene un novio del Buceo", dijo un vecino consultado.

Los robos son muy frecuentes: "Nos entraron 10 veces a robar antes de la reja. Una vecina nos llama para avisar, mi marido sale, agarra al chorro, le da una golpiza. No hay trabajo", dijo una vecina.

Sin embargo, aseguró que no se mudaría porque está encantada con el barrio. En las buenas y en las malas, la identidad de la Villa resiste.

La pertenencia al barrio como marca

En el libro "Miradas Urbanas, visiones barriales", compilado por Ariel Gravano, hay un capítulo de la antropóloga Sonia Romero Gorski titulado: "Una cartografía de la diferenciación cultural en la ciudad: el caso de la identidad `cerrense`". A través de entrevistas, recuento histórico y análisis, ella brinda una perspectiva sobre este particular barrio.

Sobre su ubicación, Gorski escribe: "El hecho de tener permanentemente enfrente la vista panorámica sobre el puerto, la bahía, y casi la totalidad de la ciudad (...), es una condicionante estética y espacial que actúa cotidianamente de una forma fuerte e ineludible".

La descripción de algunos vecinos de la pertenencia identitaria fue: "Así saque cinco veces el 5 de Oro me quedo en el Cerro, sin despreciar otras zonas, por la situación geográfica, por la forma que piensa la gente de aquí, por la trayectoria del Cerro"; "Los que somos antiguos en el Cerro somos casi una familia. Nos encontramos en la calle, los comercios, por ahí, pero ahora no es como antes..."; "Es un mundo aparte, ¿viste? Parece otro país, hasta la manera dehablar es distinta".

Sueño vivo del viejo Frigorífico Nacional

El estudio señala que la mayoría de los consultados aseguró que permanecería en el Cerro aunque tuviera medios para vivir en otro sitio. Una vecina afirmó: "Hay que cuidarse de los otros pero del barrio no me voy y mis hijos tampoco se piensan ir". En el estudio aparecen varios testimonios pero ninguno con nombre. Otro dijo: "Todavía el Cerro tiene lugares que se puede decir son un poco como Punta del Este". El 7 de septiembre el ministro de Transporte, Víctor Rossi, regaló al Cerro en su cumpleaños el anuncio de que el ex frigorífico Nacional volvió a manos del Estado luego de que el grupo Moon incumpliera con la concesión. El gobierno y los vecinos evaluarán el mejor destino para la planta. Hay vecinos que sueñan con un nuevo frigorífico Nacional como en los viejos tiempos.

"Debe haber más de 100 bocas de pasta base"

Los estudiantes no encontraron habitante de la Villa del Cerro que no les hablara de la inseguridad que viven hoy. Plantean el temor y el rechazo a la droga que más abunda en el barrio: la pasta base. Sin embargo, los vecinos comentan que "los chiquilines de mi cuadra no se drogan, los de más arriba no se sabe". "El Cerro está lleno de bocas, todo el mundo sabe cómo funciona, incluso la Policía, acá en la vuelta debe haber más de 100", dijo uno de los vecinos en el estudio. Otro aseguró: "Está lleno de pastosos, de nochecita no podés venir, ahora la mayoría de los gurises agarran para la pasta, si no la van a buscar a Casabó". En varios puntos del Cerro pueden verse championes colgados de los cables de luz en la calle. Esto marca una boca de venta de pasta base.

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