ANDRÉS OPPENHEIMER
Aunque el presidente venezolano Hugo Chávez sufrió una gran derrota en el referéndum del 2 de diciembre -los conteos electorales independientes señalan que perdió por un margen más amplio del que oficialmente se anunció, y todo parece indicar que sólo aceptó el resultado bajo presión militar- también hay motivos para pensar que podría recuperarse políticamente en el 2008.
Internacionalmente, Chávez podría añadir nuevos países al bloque de "antiimperialistas" alimentado por sus petrodólares, y recuperar algo de su imagen de comandante imbatible. El año próximo habrá elecciones en Paraguay y la República Dominicana, y en el 2009 habrán elecciones en El Salvador. No se puede descartar que -invirtiendo apenas una pequeña fracción de lo que gastó en financiar campañas presidenciales en otros países- Chávez busque añadir Paraguay o El Salvador a su "Alternativa Bolivariana para los Pueblos de las Américas" (ALBA). Esto expandiría su imperio político, que ahora integran Cuba, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, y podría darle nuevo oxígeno como aspirante a líder regional.
Claro que la victoria opositora en el referéndum de diciembre, que hubiese convertido a Venezuela en un país "socialista`` al estilo cubano y le hubiese permitido a Chávez convertirse en presidente vitalicio, obligará al gobernante venezolano a concentrarse más en consolidar su propia base de apoyo en casa.
Las encuestas de salida de urnas muestran que la derrota de Chávez no se debió tanto a un aumento de votos de la oposición, sino al hecho de que muchos simpatizantes chavistas no salieron a votar. Esta vez, Chávez obtuvo 3 millones menos de votos que en las presidenciales del 2006.
Hubo tres quejas recurrentes entre los chavistas que esta vez no le dieron su voto al comandante presidente: que Chávez pasa demasiado tiempo viajando por el mundo; que regala demasiado dinero en el exterior para tratar de convertirse en un líder mundial, en lugar de destinarlo a reducir la pobreza en Venezuela; y que su enamoramiento con la dictadura cubana llevaría a la abolición de la propiedad privada y un régimen totalitario.
El ex obispo izquierdista paraguayo Fernando Lugo, a quien sus rivales políticos describen como cercano a Chávez, es un fuerte candidato opositor para las elecciones de abril del 2008. El lema de la campaña de Lugo es "cambio o muerte``.
En El Salvador, el partido derechista "Arena" también enfrentará un reto formidable del izquierdista Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional. Este partido perdió las últimas elecciones al presentarse con un ex líder guerrillero, acaba de nominar a Mauricio Funes, un periodista que proyecta una imagen más moderada y moderna.
En Venezuela, Chávez todavía cuenta con muchas cosas a su favor. Conserva el control absoluto del Congreso, la Suprema Corte, 20 de 22 gobernaciones, la mayoría de las cadenas de radio y televisión y -lo que quizás sea más importante- una avalancha de petrodólares que seguirá pudiendo gastar a su antojo.
Mi conclusión: el futuro de Chávez dependerá -como siempre- de los precios del petróleo. Su megalomanía es directamente proporcional al costo del crudo, que subió de $9 por barril cuando asumió la presidencia en 1999 a casi $100 este año.
Mientras los precios del petróleo permanezcan en sus niveles actuales, Chávez no corre peligro de caerse.