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Todos los días, 25 mil personas se mueren de hambre en el mundo. La mayoría, menores de cinco años. Unos 200 kilos de maíz alimentarían a una persona durante un año. Pero de ahí se pueden extraer 50 litros de biocombustible, que dura poco.
Como nunca antes, el precio de los alimentos se ha transformado en una preocupación mundial. El arroz subió un 141% desde enero, el trigo cuesta 130% más que hace 12 meses y el maíz nunca estuvo tan caro en 12 años. Se estimaba que en todo el mundo había 854 millones de personas gravemente subalimentadas, y esto antes de la disparada de los precios.
Las Naciones Unidas indicaron que en 2007, el precio global de los alimentos registró un aumento del 40%. La Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) sostuvo que entre 2006 y 2007 los granos aumentaron un 42%, los aceites un 50% y los lácteos un 80%. El año 2007 también terminó con 37 países con crisis relacionadas a los productos alimenticios.
En medio de manifestaciones muchas veces violentas por todo el mundo (ver nota aparte), se buscan responsables y hay uno que ya compró más de un boleto: los biocombustibles.
El etanol de caña, el etanol de maíz y el biodiesel son más baratos y menos contaminantes que el petróleo. En su momento fueron vistos como una panacea. Pero el desvío de esos productos, normalmente destinados a la alimentación hacia la creación de biocarburantes ya se ganó duros enemigos. Esos adversarios son la propia ONU, el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
CRUZADOS. El FMI y el BM se unieron a principios de este mes en una suerte de "cruzada contra los biocarburantes". Básicamente, los acusaron de ser la principal causa del alza de precios de los alimentos, con el trigo y el arroz a la cabeza, y de los problemas sociales en los países más pobres.
"Mientras en EE.UU. la gente se preocupa por lo que cuesta llenar el tanque de gasolina, hay gente que tiene problemas para llenar el estómago", aseguró Robert Zoellick, presidente del BM, durante la "reunión de primavera" que este mes desarrollaron ambas instituciones. Según él, el escenario actual ubica a 100 millones de personas a un paso de engrosar la franja de pobreza extrema en todo el mundo.
Por su parte, el FMI asegura que los biocarburantes han supuesto casi la mitad del aumento de la demanda alimentaria y que por traslados de costos y efecto sustitución, la situación no afecta sólo al maíz (principal fuente para el etanol en Estados Unidos) sino a un montón de materias primas más.
El desarrollo de alternativas para sustituir el petróleo lleva décadas. Las que más han dado resultado y tomado un fuerte impulso durante los últimos años son las que tienen como materia prima vegetales alimenticios: maíz, caña de azúcar y la palma aceitera.
En lo referido a la ONU, el relator de ese organismo para el Derecho a la Alimentación, Jean Ziegler, llegó a pedir que se suspenda la producción de biocombustibles -a los que calificó de "crimen contra la humanidad"- por cinco años. Según él, ese tiempo debería aprovecharse para desarrollar energías que no afecten el área cultivable para alimentos.
Estados Unidos y Brasil, uno con etanol basado en maíz y el otro a caña de azúcar, acumulan juntos cerca del 70% de la producción mundial de ese biocombustible. En 2007, eso estaba calculado en treinta mil millones de litros anuales cada uno. Y han dejado en claro que no están dispuestos a abandonar su producción, la que consideran alternativa ecológica (en sus diferentes variantes, generan entre un 22% y un 91% menos de gases de efecto invernadero que los combustibles fósiles) y económica a los combustibles tradicionales.
Esto quedó patente en la Conferencia Regional de la FAO que esta semana se desarrolló en Brasil. "Los biocombustibles no son el villano que amenaza la seguridad alimentaria de las naciones pobres", dijo Luiz Inácio Lula da Silva, presidente del país anfitrión y gran impulsor del etanol en todo el mundo. Lula dijo sentirse "espantado" porque quienes critican a estas alternativas "no dicen nada de los subsidios agrícolas" de los países ricos. Delegados de otras naciones señalaron que no se puede pensar en otro uso para los alimentos hasta que no se garantice el abastecimiento.
Según la FAO, el 10% de la población de América Latina y el Caribe padece hambre. Paradójicamente, se trata de una región que produce un 40% más de los alimentos que necesita.
MÁS CAUSAS. Por más que la ONU, el BM y el FMI apunten sus dardos contra los biocombustibles, no son las únicas causas del aumento del precio de los alimentos. Alfredo Coutiño, experto de la calificadora estadounidense Moody`s, señala que el fuerte crecimiento de las economías de China e India (un mercado de 2.300 millones de habitantes) presiona con fuerza a la demanda y es "una de las razones estructurales que mantienen los precios altos en todo el mundo".
La debilidad actual del dólar, la especulación sobre determinados commodities (Argentina y la soja es un caso paradigmático) y hasta el cambio climático, al que muchos analistas consideran responsable de sequías e inundaciones que destrozan las cosechas, son otros factores destacados.
Y por supuesto, está el petróleo. El aumento de su costo encarece todo: fertilizantes, transporte de productos y procesamiento de alimentos. Nuevamente, como un cruel círculo vicioso, provoca que los países apuesten a los biocombustibles. La FAO asegura que esto hará que suban los precios del maíz, el azúcar y la soja por muchos años. Este organismo de la ONU vaticina que el valor de estos alimentos esenciales seguirá alto al menos una década más.
Las cifras
4% Aumento del precio de los alimentos en Estados Unidos el año pasado. No se salva de esta situación ni el país más poderoso.
25.000 Personas que se mueren de hambre a diario en todo el mundo, según publicó la revista National Geographic.
Muy cerca, acá
Uruguay no es en absoluto ajeno a este fenómeno mundial. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas, los distintos alimentos registraron, a marzo de este año, los siguientes aumentos respecto a un año atrás: panes y cereales, 22,9%; carnes y derivados, 13,9%; lácteos y huevos, 25,2%; aceites y grasas, 47,6%; verduras, legumbres y tubérculos, 14,9%.
Durante 2007, también según el INE, los alimentos aumentaron 20,5%. En los últimos doce meses, el incremento fue del 14,8%.
De acuerdo con un análisis del ingeniero agrónomo Nicolás Lussich, publicado en marzo en el suplemento agropecuario de El País, la solución para una eventual crisis por los precios de los alimentos pasaría por ayudar a los más afectados por el encarecimiento de los precios: "Subsidiar la comida es una posibilidad que está en la agenda política, una buena intención que, en todo caso, es un problema presupuestal y de priorización de gastos".
La otra propuesta, operar sobre la producción, no es aconsejada por el experto. La crisis alimentaria mundial causó que, según las Naciones Unidas, 20 países debieran fijar controles de precios para los alimentos a fines de 2007.