Cristina le pidió la renuncia al ministro de Economía Lousteau

Afuera. Crisis del agro y diferencias en la conducción resultaron detonantes

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2008-04-25 00:00:00 300x300

Buenos Aires | Agencias y La Nación/GDA

El conflicto del gobierno argentino con el campo y serias discrepancias en la política económica provocaron que, a cuatro meses y medio de asumir el gobierno de Cristina Fernández, el gabinete argentino tuviera su primera baja: Martín Lousteau.

En medio de rumores y en un clima enrarecido, a eso de las 21 horas de ayer, Lousteau dejaba su cargo como titular del Ministerio de Economía. Hay versiones encontradas. "La presidenta (Cristina Fernández) le pidió la renuncia por diferencias en la instrumentación de la política económica", dijo en la madrugada de hoy a la agencia de noticias AFP una fuente gubernamental. Oficialmente, y a través de portavoces de esa cartera, fue el propio Lousteau quien le presentó su dimisión al jefe de Gabinete, Alberto Fernández.

Durante toda la semana, signada por desencuentros entre el gobierno y el sector rural en las negociaciones para destrabar el conflicto, se tejieron rumores sobre la caída del joven ministro de 36 años. Su salida, sea renuncia o despido, no logró acallarlos. Se menciona que otros secretarios de Estado pueden seguir su propio camino. Tampoco queda claro el impacto hasta ahora de esta dimisión en la actual crisis.

Lousteau, quien hoy iba a viajar a Montevideo para una reunión de ministros de Economía de la región por el Banco del Sur, fue la primera cabeza que rodó a causa del conflicto del gobierno argentino con el sector agropecuario. Esa crisis, que se extendió por tres semanas e incluyó cortes de ruta, enfrentamientos y desabastecimiento, lo tuvo a él como uno de los principales protagonistas.

Fue él quien anunció el 11 de marzo la implementación de un nuevo sistema de retenciones (gravámenes) móviles para las ventas al extranjero de granos como la soja, el principal producto exportable del país, lo que desató la mayor movilización rural que recuerde la historia argentina.

Pero no fue eso lo único que precipitó su salida: también sus diferencias respecto a la pareja presidencial, Fernández y su esposo y predecesor, Néstor Kirchner, sobre la manera de llevar adelante la política económica.

Había quedado en la mira de los ruralistas y también había quedado relegado en el gobierno. Lousteau estuvo al margen de las negociaciones que llevan adelante funcionarios del gobierno y las organizaciones rurales para evitar que los productores vuelvan al paro luego de la tregua de un mes que acordaron el 2 de abril.

De hecho, era el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, quien parecía llevar la voz cantante en las negociaciones con los ruralistas. Voz dura, por cierto, según las afirmaciones de los agropecuarios que más de una vez denunciaron haber sido "apretados" por Moreno, miembro del ala más confrontativa del gobierno.

Lousteau y Moreno estaban enfrentados. De hecho, una de las tantas versiones que corrían ayer en la noche era que el ahora ex ministro se había negado a firmar un documento en el que el secretario de Comercio recibía más potestades. Este habría sido, de acuerdo con este extremo, uno de los detonante. Era una total pérdida de protagonismo.

enfriar. Pero no era el único punto de discordia. Hace unos días, Lousteau había propuesto como plan reducir el gasto público y "enfriar" el crecimiento económico: bajar del 9% de crecimiento anual a uno más moderado de entre cinco y seis puntos porcentuales por los próximos diez años, según consignó ayer el diario Clarín en su edición digital. De esta manera, buscaba combatir la inflación.

Otra de sus medidas propuestas era terminar con la intervención del cuestionado instituto oficial de estadísticas Indec, para poner a su cargo un equipo "idóneo".

Este instituto señala que la inflación anual es del 10% cuando las consultoras privadas y entidades de defensa la ubican entre el 20% y el 30%. Lousteau había señalado la "falta de credibilidad" del Indec.

Pero ese plan no era del gusto del ex presidente Néstor Kirchner, cuyo poder a la hora de las decisiones sigue siendo innegable. Ayer, aproximadamente a la misma hora que Lousteau renunciaba a su cargo, el ex mandatario y hoy virtual jefe del Partido Justicialista (PJ, peronista, en el poder), realizaba un duro discurso partidario en el que, además de arremeter contra el sector rural, cuestionaba a "los agoreros que piden enfrían la economía", que lleva acumulada un crecimiento del 45% en cinco años (ver aparte).

Muchos analistas consideran que ese fue el detonante para la renuncia o la antesala para el despido.

A Lousteau lo reemplazará Carlos Fernández, hasta ahora titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) y hombre de confianza del ex mandatario Néstor Kirchner.

Joven, emprendedor y nada fundamentalista

Con Martín Lousteau parecía llegar aire fresco al actual gobierno. No solo por la juventud de sus 36 años ni por su bajo perfil, sino por un pensamiento económico que se creía calzaba a la perfección con el discurso político del gobierno de Cristina Fernández. Tenía una sólida formación técnica y estaba lejos de ser considerado un ortodoxo. Estaba bien conceptuado en el sector financiero y en las pymes. Estos buenos antecedentes provenían de su labor como ministro de Producción bonaerense y presidente del Banco Provincia.

Al asumir, era descrito de la siguiente manera: "no es fundamentalista, valora el espíritu emprendedor y tiene un discurso productivista que suscribiría cualquier empresario. Cree que la clave para resolver los problemas sociales de la Argentina es seguir creciendo, pero sin caer en riesgos de crisis como las del pasado. Por eso apuesta al gradualismo para corregir distorsiones del modelo económico, que no niega, pero tampoco se escandaliza por una inflación de dos dígitos anuales siempre que pueda ser mantenida bajo control".

El problema que se le avecinaba era que asumía una cartera que estaba muy fragmentada, fruto de la preocupación del entonces presidente Néstor Kirchner de llevar las riendas de la economía. Anoche pagó los platos rotos.

La Nación/GDA

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