Se veía venir. El enfrentamiento de todos los sectores agropecuarios argentinos con el gobierno se hallaba (y se halla) casi en una encrucijada sin salida, porque las instancias de diálogo habían sido sistemáticamente pisoteadas.
Alguien desde la Casa Rosada pensó que era el momento -lleva casi 100 días el conflicto- de usar la fuerza para romper el frente de reclamos instalados sobre las rutas. Allí fueron los gendarmes. Torpe ilusión de que ello era suficiente para solucionar el diferendo. Y más cuando apresaron a Alfredo De Angeli, un grado cinco en esto de organizar piquetes y movilizar a la gente.
El conflicto se agravó y la sensación es que la presidenta Cristina Kirchner está superada y quien maneja el tema es su esposo y ex presidente. Pero esos cargos no existen en la Constitución.