Gori, Georgia - Cuando los bombardeos rusos empezaron a hacer temblar la ciudad georgiana de Gori, el director del museo Stalin sólo pensaba en una cosa: salvar los bienes del dictador soviético, hijo de la ciudad.
En cuanto aparecieron los primeros signos de la llegada de los rusos, Robert Maglakelidzé saltó a un taxi llevándose las posesiones de Stalin.
"Tuve miedo por el museo. El 11 de agosto me llevé los efectos personales de Stalin en un taxi para guardarlos en el museo de Estado de Tiflis. Pagué el taxi yo mismo", narró.
"Son cosas simplemente irremplazables", puntualizó el director.
Gori conoció un momento de celebridad mundial a mediados de agosto, cuando el ejército ruso tomó por objetivo esta ciudad que sirve de encrucijada entre el este y el oeste del país, y que es la localidad georgiana más importante en las inmediaciones de la región separatista de Osetia del Sur.
Sin embargo, en la ex URSS, la ciudad era conocida mucho antes, porque fue ahí donde una sierva georgiana, Keké Yugashvili, dio a luz en diciembre de 1878 a Josef Visarionovish Yugashvili, más conocido con el nombre de guerra de "Stalin", una de las figuras más importantes del siglo XX.
Y Gori, orgullosa de su hijo, bautizó su avenida principal y su plaza central con el nombre del dictador soviético. Además, le dedicó una estatua, lo que constituye una rareza en la antigua Unión Soviética desde la "desestalinización" de mediados de los años 50, tras la muerte del dictador.
La pequeña casa de madera donde nació "el padre de los pueblos" ha sobrevivido, protegida por un amplio conjunto de piedras y columnas que rodea sus muros, como si la joya estuviese escondida en el corazón de un templo soviético.
En el museo no hay lugar para la crítica, pese a las purgas orquestadas por quien fuera amo de la URSS desde 1924 hasta su muerte en 1953.
El director del museo está particularmente orgulloso de haber logrado proteger las botas militares de Stalin, su pipa emblemática e incluso su brocha de afeitar y un paquete de cigarrillos abierto. Los objetos volverán a ser exhibidos el 8 de septiembre.
Dos de las vitrinas del museo quedaron pulverizadas por la explosión de una bomba rusa. Y la electricidad aún no fue restablecida en los pasillos vacíos de este edificio que el año pasado acogió a 28.000 visitantes.
"¿Por qué los rusos hicieron esto a Gori? ¡Aquí nació Stalin!", lamentaba Kosha Bzshavili, un militar retirado.
Pese a los daños, Maglakelidzé subrayaba con orgullo que los saqueadores no osaron acercarse al museo, mientras que en la ciudad sembraban el terror, según los vecinos.
"Hubiera sido fácil entrar por las ventanas rotas", comentó el director, que explicó que los soldados rusos querían visitarlo pero se les dijo "claramente que el museo estaba cerrado".
Encontrar en Gori a alguien que hable mal de Stalin es imposible, pese a los crímenes que se le atribuyen. Aquí prefieren acordarse del gran líder militar que venció a la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial.
"Por supuesto que estamos orgullosos de Stalin. Era un hombre de talento y cualidades. Necesitamos dirigentes como Stalin", aseguró Naski Dashvili, que vive en una casa frente al museo.
"Sólo sabemos una cosa: sin Stalin, el mundo hubiera caído en manos de Hitler, eso es un hecho", exclamó el director del museo.
AFP