Hay familias, en la historia de las naciones, que han tenido una gravitación sostenida, a través de sucesivas generaciones, en su progreso, su prestigio y hasta su gloria. En nuestro Uruguay, que no ha sido una excepción a esa regla -todo lo contrario-, la familia emblemática, en tal sentido, ha sido la de los Acevedo.
Se considera, con razón, que el fundador uruguayo de esta familia notable, fue el Dr. Eduardo Acevedo Maturana, nacido en Montevideo en 1815, hijo y nieto de dos abogados españoles, de destacada actuación en la América colonial, al servicio de la corona. Pero un hermano de Eduardo, Norberto, dejó también numerosa descendencia, en la que sobresalió el gran escritor, político y periodista, Eduardo Acevedo Díaz.
Resalta, en la personalidad del Dr. Eduardo Acevedo, su brillante obra de jurisconsulto y codificador: autor, con la colaboración de Vélez Sársfield, del Código de Comercio argentino (1859), que en 1865 fue declarado ley uruguaya, redactó en el Cerrito un proyecto de Código Civil que, en muchos aspectos, fue antecedente directo del Código de Tristán Narvaja.
Fue también destacado político, en filas blancas. Legislador, durante la presidencia de Giró, se exilió, a la caída de su gobierno, en Buenos Aires y retornó para ser Ministro de Gobierno de Bernardo Berro. Falleció en 1863 y dejó un hijo varón, Eduardo, y cinco mujeres, casadas cuatro de ellas con destacados ciudadanos y madres de una pléyade de personajes.
Alfredo Vásquez Acevedo era sobrino del codificador, a quien admiraba y llamaba "el tío Eduardo", que terminó de criarlo y educarlo, a la temprana muerte de su padre. Pero volvamos a sus hijas y a su brillante prole. Luisa, casada en 1865 con el Dr. Ildefonso García Lagos, fue la madre del Dr. Daniel García Acevedo -autor del Código Rural de 1915- y de otros destacados varones. Adela fue desposada por José Pedro Varela en 1873, cuya hermana Juanita fue, a su vez, la esposa de Vásquez Acevedo. Fueron sus hijos Jacobo y José Pedro Varela Acevedo, político y legislador de nota el primero y jurisconsulto, catedrático y rector de la Universidad, el segundo.
Las nupcias de Luisa con el Dr. Juan Carlos Blanco -brillante personalidad- se celebraron en 1877. Tuvieron destacadísima descendencia masculina: Daniel, Juan Carlos, Pablo -historiador- y Eduardo Blanco Acevedo. Todos abogados, algunos de ellos ministros de Estado, menos Eduardo, gran médico cirujano (le salvó su brazo derecho a De Gaulle en la primera guerra mundial), catedrático de la Facultad de Medicina, primer Ministro de Salud Pública, senador, dos veces candidato a la Presidencia de la República y Consejero Nacional de Gobierno (1952-1955).
Paulina se casó en 1887 con el Dr. Andrés Lerena. Entre sus hijos, brillaron el Dr. Arturo Lerena Acevedo, talentoso legislador y abogado, y el gran arquitecto Raúl Lerena Acevedo, a quien se debe, entre otras obras, el gran edificio del Banco de la República.
Eduardo Acevedo Vásquez, doble primo hermano de Alfredo Vásquez Acevedo, cuñado de José Pedro Varela y padre del Dr. Eduardo Acevedo Álvarez, parlamentario, director de "El Día" y dos veces Ministro de Hacienda. Menos legislador y Presidente, todo lo fue Eduardo Acevedo hijo. Gran abogado, director de "El Siglo", catedrático de Economía Política, Rector de la Universidad (1904-1906), Ministro de Industrias (1911-1913), director del Banco de la República (1914-1924), Director General de Enseñanza Primaria (1925-1929), primer presidente de Ancap (1931-1933) y, además, notable historiador. El primero de ellos.
Hay, en parte de la historiografía nacional, una costumbre de identificar el progreso del país, entre 1900 y 1930, con fenómenos exclusivamente políticos. Ello, como toda simplificación, es una parte de la verdad. Durante esas décadas el país cambió de Constitución y consagró el voto secreto y la representación proporcional. Y, eliminando el fraude, llegó a ser una auténtica democracia. Ello fue obra del Partido Nacional, sin duda. Tal costumbre también deforma la verdad, al desconocer que el gran adelanto señalado fue, asimismo, consecuencia de las reformas educativas iniciadas en 1876 por Varela, precedidas de la experiencia de la Escuela Elbio Fernández (1869), y seguidas por la obra del Vásquez Acevedo, a nivel liceal y universitario, a partir de 1880. En ese proceso, el clan Acevedo tuvo participación activa y mantenida durante décadas.