RENZO ROSSELLO
La vuelta. Con los primeros nubarrones de la crisis, más desempleo, normas más restrictivas para los inmigrantes, muchos uruguayos piensan en volver o comienzan a hacerlo en estos días. Para algunos el retorno todavía es una trampa.
Maximiliano Cáceres Álvarez (21) ni siquiera tuvo tiempo de pensarlo. Las autoridades españolas lo expulsaron. Hoy está en Montevideo, en la casa donde nació y buscándose un lugar. Se fue a los 12 años con su madre y su abuela. Ésta última lo había acogido y tramitado los permisos legales para que Maximiliano pudiera continuar sus estudios. Pero cuando su abuela falleció en 2005 su situación comenzó a cambiar aceleradamente hasta que una mañana los inspectores de la Policía Nacional lo fueron a buscar al trabajo y quedó detenido. Esa mañana es lo último que Maximiliano recuerda de Tenerife, Islas Canarias, donde dejó de ser niño y se convirtió en adulto.
"Nunca me escondí, los policías sabían mi domicilio, mi trabajo", dice Maximiliano.
Hasta que comenzó su peripecia Maximiliano pensaba terminar los estudios secundarios y luego proyectar su futuro, algo que aún no aparecía claro cuando tenía 18 años. Luego de la muerte de su abuela se fue a vivir con su madre, pero tuvo que procurarse un trabajo. En el momento que debió abandonar España trabajaba como vigilante en un supermercado. Ganaba 900 euros por mes. El sueldo promedio de la mayoría de los inmigrantes.
La primera señal llegó a los pocos días del fallecimiento de su abuela. Un policía de civil lo detuvo en la calle. Le mostró la placa y le pidió la documentación. Maximiliano le mostró la tarjeta que su abuela le había tramitado y lo habilitaba para estudiar. El documento estaba vencido. Maximiliano reconoció que debía hacer el trámite. "Esto me huele a cuento", le dijo el policía.
Sus experiencias anteriores con la Policía no habían sido agradables. "Muchas veces me habían parado en la calle y me habían dicho sudaca de mierda", recuerda ahora. Su acento lo delataba de inmediato. "Yo nunca dejé de pronunciar la `ye`, así que me sacaban enseguida", explica.
Al día siguiente fue a la comisaría a iniciar los trámites de regularización. El funcionario que lo atendió le retiró el pasaporte. Apenas se sobrepuso del desconcierto contactó a un abogado de la Cruz Roja que presentó un escrito demandando la devolución del pasaporte y su regularización legal. Luego contrató a un abogado para que continuara esos trámites. Nada de eso evitó que el proceso siguiera su camino.
A las 7.30 del 25 de enero pasado Maximiliano llegaba a su trabajo en el supermercado. En la calle lo esperaban otros dos policías de civil. Luego de identificarse como tales lo detuvieron y lo llevaron al aeropuerto de Tenerife. En la comisaría del aeropuerto le dijeron que sería expulsado. No le dejaban recibir ni hacer llamadas. "Apenas me dejaron ver a mi madre tres minutos, contados por reloj", recuerda.
Desde allí fue trasladado a Madrid. En el aeropuerto de Barajas conoció a un compatriota que estaba detenido en el calabozo de esa unidad desde hacía 40 días. "Se llamaba Manuel, me contó que estaba en un parque con la novia y ahí lo detuvieron, lo trajeron al centro de internación y lo encerraron", recuerda. Al otro día llegó a Montevideo. Se sentía "destrozado". "Es como si agarraran a las personas y las tiraran a la basura", dice.
Ahora vive en la casa familiar de Brazo Oriental. Al cabo de diez meses Maximiliano todavía busca "su lugar en el mundo".
RECIÉN LLEGADOS. Alejandro Gude (25), su esposa española Tania Freire (23) y el hijo de ambos, Jorge Daniel (2) llegaron hace una semana a Uruguay. Venían de Lanzarote, también en Canarias, donde vivieron los últimos cinco años.
Alejandro trabajaba en la construcción, entre el salario que recibía en nómina y el que le pagaban en "negro" reunía unos 1.500 euros. Era una suma más que aceptable. Tania trabajaba en una empresa de alimentos congelados y ganaba 900 euros. Pagaban un alquiler de 600 euros, la canasta de alimentos es, aproximadamente, de unos 600 euros también y la guardería para el pequeño unos 250 euros al mes. Tenían coche y vivían sin apremios hasta principios de 2008.
En los primeros meses de este año la demanda en el sector de la construcción comenzó a caer. Cuando se inició la crisis financiera en septiembre pasado la situación se agravó. Para entonces Alejandro ya se había quedado sin empleo. El sueldo de Tania no alcanzaba para cubrir los gastos. "Llamé a mis padres en Galicia y les pregunté cómo estaba la situación allí. `Ni se te ocurra venir`, fue la respuesta de mi padre", dice Tania.
Le tocó el turno a Alejandro, que también llamó a sus padres en Uruguay. Y resolvieron regresar y afincarse en el país. Por ahora viven en la casa de los padres de Alejandro, una espaciosa finca en Shangrilá.
"No me puedo quejar, en pocos días tuve tres ofertas de trabajo y ya tengo un empleo, estoy inscripto en el BPS y comencé a trabajar. El sueldo no nos alcanza todavía, pero ya vamos a mejorar", dice Alejandro, confiado.
Allá dejó a su hermano, Carlos (26), que cada vez más sueña con volver. Tiene un empleo en la compañía de aviación Spanair, una empresa que venía en declive y que la reciente catástrofe aérea puso al borde de la quiebra. La esposa de Carlos, española, es enfermera diplomada y gana un sueldo de 2.000 euros, lo último que quiere es abandonar su empleo para mudarse a Uruguay.
Alejandro ve la situación cada vez más complicada en España. Los vecinos de su casa en Lanzarote también eran uruguayos. "Los está matando la hipoteca de la casa, no pueden pagarla y si la venden tendrán que perder plata", dice.
El recién llegado asegura que muchos compatriotas que conoce están en una situación parecida. Para muchos, asegura, la "vergüenza" de volver sin nada pesa mucho. "Y también están los que vendieron todo, se fueron a España hace dos, tres años, aún no consiguieron papeles y ahora se tienen que volver porque no tienen empleo. Nosotros pudimos volver porque yo tengo a mis padres, pero esa gente no tiene nada acá", apunta Alejandro.
Y aunque el plan de retorno voluntario del gobierno español no seduce a nadie, muchos ya piensan en esa salida.
Él y su esposa no se arrepienten de la decisión. "Estoy contento con la venida. Está lindo Uruguay", dice Alejandro con una sonrisa contagiosa.
DESDE ALLÁ. Alfredo tiene 43 años. Desde hace tres vive en Alicante con su familia. Es carpintero, tiene sus papeles en regla (pasaporte comunitario incluido), pero buena parte de su trabajo tiene que hacerlo en "negro".
"Hay muchísima gente en el paro, hay empresas grandes, como una metalúrgica que había aquí en Valencia y era de las más grandes de España, que han cerrado. Las cosas están cada vez peores, tengas o no tengas papeles", cuenta Alfredo en un contacto por Internet.
La comunidad rioplatense en Valencia es numerosa. "Acá hay trojas de uruguayos y argentinos, debe ser una de las colectividades más grandes. Y estamos todos muy conectados. Entre uruguayos y argentinos nos vivimos timbrando para avisarnos de un trabajo, de una oportunidad acá o allá, el contacto es permanente", cuenta Alfredo.
Desde su experiencia, este uruguayo no ve grandes diferencias entre documentados e indocumentados. "Para conseguir los papeles tenés que tener un contrato de trabajo, pero ahora se está dando que conseguís un contrato de trabajo, tramitás los papeles y cuando te los van a dar te lo deniegan. ¿Por qué? Muy sencillo, ellos prefieren privilegiar el lugar para los españoles que para nosotros. Y ahí empieza el manoseo con la gente", relata Alfredo.
No es su caso. Alfredo consiguió legalizar la situación propia y de su familia en poco tiempo. La pesadilla de una expulsión no está entre las preocupaciones que lo acosan. La situación económica sí.
"Ahora, aunque ya tengo todos los papeles, prefiero trabajar en negro porque es la única forma de conseguir un ingreso bueno, y hay muchos que están en lo mismo", dice.
A juicio de él y de otros uruguayos consultados, los españoles todavía no han caído en la cuenta de la magnitud de la crisis aunque el número de desempleados vaya en aumento. "No les cayó la ficha", coinciden. La piel curtida en crisis de los rioplatenses, en cambio, ya les ha permitido prender los "radares" y tomar recaudos.
Mientras la crisis avanza y las mayores restricciones a la inmigración lo hacen de manera paralela, cada día más uruguayos planean su retorno. Pero para muchos que se quedaron sin nada aquí y allá, la vuelta se parece cada vez más a una trampa sin salida a la vista. (Producción: Déborah Friedmann y Ana Pais)
Las cifras
82.000 es, según las estimaciones más recientes, el número de uruguayos que actualmente residen en España.
15.000 es el número estimado de inmigrantes uruguayos que aún no han legalizado su situación en la península ibérica.
Retorno: cada vez hay más consultas
Jorge Burgos es el cónsul honorario de Uruguay en Vigo (Galicia). Lleva 20 años residiendo allí. Estima que actualmente hay unos 2.000 uruguayos viviendo en Vigo, donde hay una población de 300.000 habitantes, en toda la provincia hay unos 10.000 uruguayos.
Burgos dijo a El País que en las últimas dos semanas comenzaron a aumentar las consultas por el retorno voluntario, no sólo por el plan gubernamental de España, sino explorando otras posibilidades.
"Podría decir que hay un interés masivo por conseguir información, existe cierta intranquilidad, pero se están yendo por cuentagotas. Por lo general es un retorno organizado", señaló Burgos. La mayor preocupación es la económica y el costo del pasaje de regreso (unos 1.000 euros) es central.
"Antes preguntaban si se podían llevar el coche, ahora ya ni les preocupa. Hay casos trágicos de uruguayos que perdieron el trabajo, que no tienen ingreso, algunos que entraron con suerte en el seguro de paro. El mercado laboral se estrechó muchísimo y esto recién empieza. Hay muchísimos uruguayos desempleados", dijo el cónsul uruguayo.
Cuántos y dónde
Departamento 20
Un informe elaborado por la Cancillería reveló las primeras cifras conocidas sobre la diáspora uruguaya. Las cifras oficiales marcan un total de 501.806 uruguayos en el exterior, pero estiman que podrían llegar a 600.000. El 50% reside en EE.UU., Brasil y España.
En España
Según los últimos datos manejados por la representación uruguaya en la Red Estatal por los Derechos de los Inmigrantes en este país, hay 82.000 uruguayos, de los que 76.000 son económicamente activos. Se estima que hay 15.000 indocumentados.
Retorno Voluntario
El miércoles pasado entró en vigor en España el Plan de Ayuda para el Retorno Voluntario. Beneficia a 19 países (Uruguay incluido) con convenios de Seguridad Social. El gobierno paga un subsidio en dos cuotas fijado según el tiempo trabajado y sueldo recibido.
Percepciones
El cónsul uruguayo en Vigo (Galicia), Jorge Burgos, dijo que hay cada vez más uruguayos desempleados. "Hay un comedor público en Vigo y cada día que paso veo cómo va creciendo la fila", relató. También se acercan a las iglesias para recibir alimentos.
Una foto antes del estallido de la crisis
El 50% de los inmigrantes que residen en Madrid piensa en retornar a su país de origen. El dato proviene de un informe publicado por el diario El País de Madrid el 7 de noviembre pasado.
La primera Encuesta Regional sobre Inmigración fue realizada por la Consejería de Inmigración y Cooperación en un relevamiento hecho entre el 6 de junio y el 28 de julio de este año, dos meses antes que estallara la crisis financiera global.
De esa porción de inmigrantes que planean el retorno, el 17% dijo que lo hará "cuando se jubile" y el 82% "en unos años". El estudio reveló que el 22% de los inmigrados cobraba un sueldo de 500 euros a su llegada, pero el promedio pasó a ser de 1.000 euros en la actualidad. El 12,2% tenía vivienda propia y el 57,2% alquilaba.
En ese momento el 78,5% trabajaba, un 5% sólo estudiaba. Del 10,8% de desempleados, en seguro de paro de uno a tres meses había un 34,5%, entre cuatro y seis meses un 20,9%, en tanto que de seis meses a un año era un 13,1%.
Otro informe publicado el 10 de noviembre, ubicaba el aumento en el índice de desempleo entre extranjeros a nivel nacional en 85,62% para octubre 2008 respecto a octubre 2007. El "paro" creció 12,92% respecto al mes anterior, septiembre 2008.
Los planes en Uruguay para los que vuelven
El gobierno uruguayo prepara una batería de medidas con vistas al retorno de los uruguayos que emigraron a otros países. Esta semana los representantes de la organización de familiares de inmigrantes uruguayos "Idas y Vueltas" se reunieron con el director del Departamento 20 de la Cancillería, José Luis Remedi, quien les explicó la batería de medidas que en el corto plazo comenzarán a instrumentarse.
A grandes rasgos, el plan de contingencia que prepara el gobierno uruguayo va desde mayores facilidades para el envío de remesas de dinero, planes de vivienda para los que retornen, mecanismos de consulta más aceitados y lugares de amparo para quienes regresan con mínimos recursos.
Un convenio entre las administraciones del Correo de Uruguay y España, con intervención del Banco República (BROU), franqueará el envío de remesas de dinero a bajos costos de los residentes en aquél país a sus familiares en Uruguay.
Un acuerdo con el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (Mvotma) explora la posibilidad de crear cuentas de ahorro para la compra de viviendas para los residentes en el exterior.
Con el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) la Cancillería busca en la infraestructura del Estado viviendas que puedan ser utilizadas como "casas de recepción temporal" para recién llegados y sus familias.