Nicolás Cotugno
La Arquidiócesis de Montevideo estaba ayer desierta y en silencio. Monseñor Nicolás Cotugno hizo un alto en su solitaria lucha contra las larvas de los escarabajos que ralean el pasto del jardín que sirve de pulmón a la sede que se recuesta en la Catedral de Montevideo para atender a El País por un tema hoy prioritario para la Iglesia Católica: la despenalización del aborto que se vota esta semana. La cuestión no es la ley, que será vetada según anunció el presidente; es la señal de hasta dónde llegó el tema.
Alejandro Nogueira
-Al parecer hay votos para aprobar la despenalización del aborto el martes en Diputados. El presidente Vázquez dijo que la vetará. ¿Tiene usted alguna duda al respecto?
-No; creo que es una persona de palabra. No tengo motivos para pensar de que vaya a cambiar de opinión.
-Entonces ¿por qué está inquieta la Iglesia por esta instancia parlamentaria?
-Está inquieta porque lo que pasa en Uruguay, en Montevideo, tiene repercusión en toda América Latina. Puede ser un elemento enigmático para situaciones similares.
-¿Cree que una votación como ésta influye en la gente, que puede sumar opiniones a favor del aborto?
-La votación en sí misma es un punto de llegada de una determinada sensibilización. Estuvo un experto de ProVida que vino expresamente de Brasil para decirme: "Mire monseñor, a nivel de América Latina la sensibilidad se está volcando cada vez más a favor de la vida".
Detrás de esto hay intereses, todo lo que vino desde el Norte, de las reuniones del Cairo, de Beijing. La ONU -es tremendo- es la que impulsa la despenalización del aborto y lo que es esta visión distinta y contraria a la familia y a la tradición de la humanidad. Nunca hubo un cuestionamiento acerca de la naturaleza de la familia como la célula primordial de la sociedad.
No se trata -y lo subrayo- de cuestiones religiosas. Se trata de una realidad natural que hace a la humanidad entera que deriva sus concepciones, no de presupuestos ideológicos o culturales, sino de presupuestos naturales que preceden el mismo existir del ser humano. Si nosotros desvirtuamos el denominador común de la naturaleza humana, pregunto a todos mis hermanos: ¿Qué referente universal puede haber en la humanidad que asegure los derechos humanos? ¿Qué derecho humano más fundamental que el de nacer y de vivir? ¿Quién es otro ser humano para decir "tú no vas a vivir, no tienen el derecho de nacer, tienes que morir"?
-¿Y si esta norma se aprobara en un plebiscito?
-Opino lo mismo. Los valores del ser humano no se plebiscitan, son anteriores a la razón humana, a la libertad. Mil ciegos no ven más que un tuerto.
-Esta ley puede ser vetada pero puede volver a presentarse en la próxima administración. Los precandidatos del Frente Amplio no la vetarían. Sí en cambio sería vetada por los precandidatos blancos. ¿Va la Iglesia a recomendar el voto en función de este tema?
-Este tema ha sido tratado en la Iglesia universal y son posturas que no son del arzobispo de Montevideo ni de la Conferencia Episcopal del Uruguay ni de la Conferencia Episcopal de Latinoamérica. La posición es que los legisladores católicos, si se trata de crear o apoyar o aprobar leyes que van directamente en contra del derecho a la vida tienen que oponerse.
-La Iglesia ¿va a recomendar a sus seguidores no votar a quienes no se comprometan a vetar una ley de este tipo?
-Este pronunciamiento a nivel universal aterriza luego en los lugares concretos. Yo no le voy a decir a nadie que vote por fulano o que no vote a mengano. Cada uno tiene su conciencia y su responsabilidad. Estos son los principios, valores que nosotros estamos propugnando.
No es para nada simpático que un obispo o el Papa o alguien que tenga una responsabilidad social y que busca el bien común tenga que decir "éste sí o éste no". Entraría en una competencia de carácter electoral que no me corresponde. Pero digo con toda claridad que ésta es la postura pastoral para todo el episcopado.
En la legislación canónica se nos pide a los sacerdotes, y más aún a los obispos, que nunca entremos en las lides partidarias que puedan dividir la comunidad cristiana que tiene que recibir orientaciones evangélicas, de carácter humano y espiritual, y de promoción de los derechos humanos de conformidad con el sentir de la Iglesia.
-¿Puede haber alguna sanción canónica de la Iglesia para quienes voten la ley de despenalización del aborto?
-De por sí está en el derecho canónico que todo aquel que vote, apoye, promueva el aborto entra de hecho en la excomunión. Y es una excomunión, según dice el derecho canónico, que actúa inmediatamente.
-O sea que los que voten están excomulgados.
-Excomulgados ipso facto.
-Pero además hay otra excomunión, la que se procesa en la Iglesia.
-Hay otra que puede ser resultado del análisis de una situación. Se hace un juicio y puede decidirse la excomunión, que sea una sentencia.
-¿Puede ocurrirle esto a los que voten?
- También podría ocurrir.
-¿Hay decisión de la Iglesia uruguaya de tomar una medida de éstas con quienes voten?
-Entre nosotros no hay una decisión de este tipo. Para poder asumir una postura que otros obispos han tomado en otros lugares del mundo, sería necesario discutir la potestad canónica de hacerlo.
-Usted, ¿por qué se inclina?
-Me inclino porque se trate en la Conferencia Episcopal y también en el episcopado latinoamericano.
-¿Impulsaría la excomunión para los que voten esta ley?
-En comunión con el Papa y con todos los obispos, sí.
-¿Estima que el Frente Amplio impulsando este tipo de leyes o la adopción de parejas gay o la unión concubinaria, está afectando valores éticos fundamentales del país?
-Estoy completamente convencido de que es así. Si queremos salir de esta crisis que es la más aguda de nuestra historia -que no es sólo de pesos o de puertos que se abren o se cierran-, que es una crisis antropológica de la que se desprenden consecuencias que todos estamos constatando a diario: la violencia, la droga que destruye, hay que apoyarse en esos valores.
-Estas tendencias que usted cuestiona avanzan en todo el mundo. ¿No teme la Iglesia al ir en contra aislarse más, especialmente en un país como Uruguay?
-Hoy (por ayer) estamos celebrando la Fiesta de Todos los Santos donde se proclama el Evangelio de las Bienaventuranzas, el que dice "felices los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos, felices los mansos de corazón…". Y dice "felices quienes sean perseguidos, quienes sean calumniados, quienes sean insultados a causa de mi Nombre". Y agrega: "alégrense y regocíjense porque vuestra recompensa será grande en los Cielos". A la Iglesia, si no la vemos como un pueblo que sigue a su fundador, que es Jesucristo, y que el único éxito popular que tuvo fue el Aleluya del Domingo de Ramos que a las pocas horas se transformó en una crucifixión, no se entiende nada. Si la Iglesia no se ve desde esta perspectiva se transforma en un grupo más de gente en la sociedad. La Iglesia no teme perder adeptos. La Iglesia quiere hacer de los seres humanos hijos de Dios.
Semillas en la ciudad
El arzobispo de Montevideo no quiso dejar de abordar el duro tema del aborto sin acompañarlo de un "mensaje de esperanza".
"He visitado todo Montevideo, barrio por barrio. Me he metido también en los cantegriles ahí donde casi ningún legislador o político ha entrado. He visto la humanidad real y aún en las situaciones de marginación he encontrado valores humanos que pueden ser rescatados. Son semillas que de encontrar un ámbito favorable de germinación y de crecimiento nos puede dar una ciudad y un país mucho mejor del que tenemos", dijo. "Tenemos enormes valores que no pueden desarrollarse por situaciones cuyo cambio depende en gran parte de quienes conducen la cosa pública".
Para Cotugno si las fuerzas vivas de la sociedad se ponen de acuerdo, "como familia uruguaya", para atender prioritariamente a estas situaciones de emergencia, se puede "formar personas nuevas, ciudadanos honrados, que no estarán con el pasaporte para irse".