No me peguen, soy Valeria

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MATÍAS CASTRO

A Valeria Mazza no la dejan en paz. Rubia, elegante, delicada, glamorosa, famosa, exitosa, adinerada, ejemplar, modelo de modelos... mil adjetivos le caben, pero para algunos de sus detractores, parece que hay otros que se le aplican mejor.

Primero fue Roberto Piazza, que durante la marcha del orgullo gay la declaró persona no grata para toda su comunidad. El motivo estaba en que años atrás Valeria se manifestó decididamente en contra de la adopción de niños por parte de parejas homosexuales.

Pero eso quedó atrás cuando se la señaló como culpable de una gruesa evasión fiscal. Los rumores decían que ella y su marido, Alejandro Gravier, estaban en la mira de la Administración Federal de Ingresos Públicos por una deuda de siete millones de pesos. Su abogado comunicó ayer a la prensa que no hay tal deuda. Según él, parece que era una diferencia de criterios. Es la famosa disputa entre lo que unos determinan que se debe pagar y lo que otros creen que deben pagar. Sea como sea, el caso todavía puede tener alguna vuelta.

Pero eso no fue lo único que le ocurrió a Valeria. Días atrás apareció una tal Mariam Ginnes, travesti que dice ser su prima. ¿Qué hizo Mariam Ginnes? Pues intentar hacer un escrache público al decir que la persona que considera aberrante la adopción en parejas homosexuales, tiene en su propia familia a una travesti, nada menos.

Pero Valeria no ha soltado palabra sobre esto ni lo que dijo Piazza. Que ladren, habrá pensado.

El mes pasado se dijo que la asaltaron en plena calle y poniéndole un arma en la boca. Resultó ser falso. Evidentemente no es el mejor período para la supermodelo argentina, y es probable que todas estas noticias y desmentidos sean reflejo de que algo en su accionar ha causado cierto malestar. Es que a otros no les pasa.

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