ALEJANDRO NOGUEIRA
Nadie puede oponerse a que cada párvulo uruguayo tenga su laptop, aunque no esté claro si aprenderán algo más que a divagarse en Internet y a bajar jueguitos. La conexión (no la conectividad), entre este esfuerzo de recursos con la educación es aún una incógnita que, algún día, Anep aclarará a la luz de la coruscante nueva ley de educación, incomprendida por los docentes y rechazada por los republicanos.
También es muy loable que todos los hogares uruguayos tengan TV cable, banda ancha y teléfonos móviles o quietos. El país Wi-Fi, del teletrabajo, la producción de software para el mundo, es una propuesta subyugante. La financiación de este proyecto histórico sería, según ha anunciado el gobierno, con una "tasa universal" de las empresas vinculadas a las telecomunicaciones, con pagos mayores de servicios para los hogares de barrios pudientes, y con "algo del Estado", no sabemos cuánto, ni si será con una parte del IRPF, con una porción del precio de los combustibles, o con algún gravamen sorpresivo a los "riquillos" cautivos de las clases medias. Evoco casi con simpatía los planteos programáticos impulsados por el mismísimo José Mujica, el MPP y el PC sobre gravar al gran capital, reducir los beneficios tributarios a las multinacionales y me acuerdo hasta con cariño cuando casi crucifican a Carlos Viera cuando, en tiempo preelectoral, antes de su pasaje por la OPP, mentó las detracciones para el campo en un desayuno de ADM.
Leímos esta semana que la IMM reducirá en 50% sus inversiones en la ciudad porque tiene que pagar los sueldos a los municipales. Y además, los juicios, como el que le hará Mabel Lolo, entre otros damnificados comunales, por sus ajustes salariales incumplidos, aunque ella firmó un acuerdo que personalmente no respeta y, además, fue premiada por un ascenso al secretariado del Pit-Cnt. Más vale radical en mano…
La mayor parte de las noches, en las cinco cuadras que median entre la redacción del diario y mi domicilio, puedo apreciar la privatizada limpieza del centro de la ciudad, y ver como riegan las veredas sin que por ello queden libres de papeles y puchos que amanecerán incólumes ornando la 18 de julio. En el trayecto -lo tengo estudiado-, recibo un promedio de cuatro pedidos de monedas o cigarrillos, veo a tres ciudadanos durmiendo en los portales y me cruzo con al menos dos niños de rostro triste y amenazante. Y cada jornada, cuando cruzo al mediodía la Plaza Libertad veo entre tres y cinco jóvenes de ambos sexos durmiendo en los bancos, a otro grupillo lavándose en una municipal canilla o conversando animados y a medio vestir en la glorieta, mientras la policía turística o el solitario vigilante de Tourné adorna, indiferente, las zonas umbrosas del ágora Km 0 de la ciudad. Unas cuadras más allá, los técnicos oficiales evalúan los resultados prácticos del Plan de Equidad.
"Pálidas, puras pálidas", diría el presidente Vázquez que suele quejarse de la "prensa grande" más llena de hijos del desencanto que de opositores políticos. ¡Que bueno! ¡Conectividad para todos! Si no da trabajo, ni educa (en el antiguo sentido), por lo menos entretiene.