Antonio Mercader
Tupamaros criticando a tupamaros. Cosa rara. Lo logra el periodista Leonardo Haberkorn en un libro imperdible, "Historias tupamaras", que pudo titular "Demoliendo mitos del MLN". Son sus ex dirigentes, entre ellos uno de sus fundadores, Efraín Martínez Platero, quienes analizan la guerrilla sin elogiarla o justificarla como ocurre en la literatura reciente sobre el tema. Son disidentes que rebaten la historia oficial de la guerrilla, esa que algunos, entre ellos Fernández Huidobro y José Mujica (de quien se dice que no fue "líder histórico" del MLN) han ido elaborando.
El autor cita seis mitos contradichos. El primero, el más importante: que los tupamaros nacieron para enfrentar el golpe de Estado y defender la democracia. Aunque la fecha de su primer golpe lo desmiente -julio de 1963, o sea diez años antes de la ruptura institucional- era preciso que un auténtico "histórico" del MLN lo ratificara. Martínez Platero niega que los tupamaros quisieran "defender la democracia" sino que alentaban "un objetivo socialista clarísimo, procubano" que era "hacer la revolución".
Otro mito derribado es que el MLN fue "totalmente inocente del ascenso militar". "Nosotros contribuimos a crear en el país una situación de desprestigio de las instituciones... Y en esa medida ayudamos a que los militares encontraran un campo más propicio para el golpe de Estado", reconoce Kimal Amir, fundador del 26 de Marzo, brazo político del MLN.
Otros testimonios confirman que la entrada del Ejército en escena fue algo buscado por la guerrilla bajo el lema "cuanto peor, mejor".
Un tercer mito, que el MLN perdió por causas ajenas a su propuesta política, es rechazado por los entrevistados que dicen que su error fue creer que un "foco" de guerrilleros iluminados bastaba para "despertar a las masas" y encender la revolución. La tesis oficial de que fueron vencidos por la traición de ciertos dirigentes, pero no por errores propios (como su "militarismo" exacerbado), es descartada.
El cuarto mito cuestionado es el que niega que el MLN practicara el terrorismo, algo insostenible si se recuerdan los atentados con bombas, algunos tan sangrientos como el del Bowling de Carrasco, o la muerte de inocentes en el copamiento de Pando. Los asesinatos del peón Pascasio Baez y del delincuente Roque Arteche (masacrado a fierrazos), prueban que los tupamaros reinstauraron la pena de muerte en un país que la había abolido.
El quinto mito es el del MLN "como modelo de virtud y ámbito de felicidad total". Las historias recreadas en este capítulo distan de ser un cuento de hadas.
La "literatura de las virtudes" de la guerrilla, incluidos los tiempos en prisión, queda desmentida por sus protagonistas que describen situaciones penosas y tragedias personales y familiares poco conocidas.
El sexto y último mito se relaciona con los tupamaros renunciantes en 1974, de quienes se dijo que le "pegaron un tiro en la nuca al MLN". Los disidentes (varios de ellos son voces de este libro) explican cómo tras el golpe de Estado concluyeron en que todo intento de alzarse en armas contra los militares era inútil, alargaría la dictadura y terminaría en un "baño de sangre". Por su realismo fueron condenados, en particular en los escritos de Fernández Huidobro.
En suma, "Historias tupamaras" descorre el velo sobre la cara oculta del MLN y lo hace con un trallazo seco, directo, de pocos adjetivos y opiniones del lúcido periodista que lo escribió.