Pablo Pera Pirotto
La casa de Pedro Lamas parece un santuario dedicado al ajedrez. De las paredes cuelgan recuerdos de una infinidad de torneos, fotos de grandes jugadores y hasta un cuadro con su retrato en plena partida, mientras que varias estanterías sostienen tableros y todo tipo de trofeos y reconocimientos.
Lamas ha sido varias veces campeón nacional, ha participado nada menos que en cuatro juegos olímpicos y es además juez internacional de esa fascinante mezcla de deporte, juego y ciencia. Pero más allá de la competencia, su gran pasión es la enseñanza del ajedrez, a la que ha dedicado 50 años de su vida.
Después de haber formado a una gran cantidad de niños y jóvenes, y entrenado a muchos jugadores profesionales, el año pasado Lamas comenzó un nuevo desafío: dar clases en el Comcar. El proyecto tiene su antecedente inmediato en una actividad similar que desarrolla Carlos Da Rosa en la cárcel modelo Centro Nacional de Rehabilitación (CNR).
PASIÓN. Las clases de Lamas arrancaron con unas 40 personas anotadas, pero a medida que pasaron los días se fueron sumando cada vez más interesados en aprender.
"El que está muchos años en la cárcel, ama el ajedrez, y el que tiene que cumplir una condena corta, empieza a apreciar que le puede servir como un buen entretenimiento que además es económico", comenta.
Pero no todos pueden acceder a las clases que tienen una frecuencia de dos veces por semana. Para asistir, importa mucho la conducta y otros parámetros que no son juzgados por el ajedrecista.
Precisamente, para llegar a la mayor cantidad de gente posible, Lamas organizó en el año 2008 una serie de torneos, entre los que se destacó uno en el que competían presos de distintos módulos.
"El campeonato inter módulos fue seguido con la pasión de un torneo de fútbol; incluso tenía sus estrellas", dijo el profesor quien destacó que en toda su experiencia en el Comcar, jamás hubo ningún incidente entre los jugadores, ni siquiera un roce verbal. "El ajedrez entretiene, evita toda confrontación. Distintos módulos que normalmente no se llevan bien, en estos campeonatos se relacionan de forma perfecta. Además, es una actividad silenciosa, quieta; dos jugadores que están tres horas en una partida no molestan absolutamente a nadie".
ENSEÑANZAS. Tal como han expresado a lo largo de la historia una cantidad de ilustres personalidades de reconocido fanatismo por este juego, sus enseñanzas exceden los límites del tablero para aplicarse con éxito en la propia vida.
"El ajedrez da ciertos parámetros que son muy importantes para cualquier ser humano", asegura Lamas, que puntualiza: "Por ejemplo, transmite que lo que se consigue en forma muy rápida a veces no es lo mejor. También, enseña a buscar distintos caminos para lograr el objetivo. Para quien estuvo preso y sale en libertad, es muy difícil enfrentarse al mundo laboral; buscar otros caminos que no sean el volver a la delincuencia. Algo que saben todos los ajedrecistas es que si se comete un error, se debe volver atrás la pieza en la próxima jugada y empezar de nuevo. Eso, traducido a la vida, significa que si se comete un error, es posible esquivar ese pasado y buscar otro camino. Siempre hay una alternativa".
Perfil
Nombre: Pedro Lamas
Nació en: Montevideo
Edad: 67 años
Profesión: Docente de Ajedrez
Otros datos: Da clases en el Comcar dos veces por semana desde el año pasado.
El otro comcar
"El Comcar que no se conoce es el educativo", cuenta Lamas. Yo los he visto sufrir cuando pierden un examen, y alegrarse cuando lo salvan. La imagen mala eclipsa a un grupo que, quizás no sea el mayoritario, pero que también existe y es numeroso. Por ejemplo, en los torneos de ajedrez que organizamos es frecuente que ocurra que los que ganan medallas se emocionen mucho, ya que nunca antes habían recibido un premio. También me pasó algo muy lindo con una persona presa a la que le regalé un tablero que era muy económico, y estaba hecho de cartulina y fichas de papel. El hombre se puso a llorar. Después supe que no recibía visitas y que nunca antes en su vida le habían hecho un regalo", relata este maestro vocacional