SEBASTIÁN AUYANET
Un error de comunicación pareció ser el detonante de un choque violento entre público y policía, ocurrido una hora antes de que subiera a escena el Peyote Asesino. El hecho empañó al encuentro rockero que había vivido momentos históricos.
Hasta poco después de las 23 horas de ayer, todo había sido tranquilidad en Durazno. Al parecer la producción había dado la orden de dejar entrar al público que permanecía afuera del Parque de la Hispanidad para que se viera la última actuación del festival. Pero la decisión no había sido comunicada a la policía, por lo que al avanzar la gente, la seguridad actuó. A partir de ahí se desató una pedrea que tuvo entre los heridos al propio jefe de policía José Luis Fierro. También se supo que habían dos personas detenidas por haber agredido a un móvil policial.
El calor había dominado el domingo por lo que la gente se había acercado muy de a poco al predio. Se perdieron una media hora de afilado rock con vientos a cargo de La Sellada y el electrorock de Closet, una banda que con seguridad daría un buen batacazo si se presentara por la noche. Después cayeron los sets arengadores de San Bardos y Vendetta. Luego Socio, el proyecto solista de Federico Lima, no vio canciones de Miss Wichita (su otro grupo) pero sí regaló Gris, la canción que tocaba hace diez años, en tiempos de Loop Lascano.
Socio fue sucedido por el segmento metalero. Transe Metal Machine abusó de las guitarras con cuerpo en V y ambientó con interesantes proyecciones su hora de concierto. Cuando faltaban ocho para las ocho irrumpió un ovacionado Fabián "Chupete" Furtado y Rey Toro volvió a descargar su metal lleno de temas ya populares como Caminando. La gente hacía el primer "pogo" de la noche.
A las 9, Hereford pisó las tablas a pura ovación. La banda dueña de Bienvenida al show, canción insignia del festival, hizo un set aleccionador y contundente acompañado por un genial ´cover´ de Led Zeppelin (Rock and roll) y tres invitados sorpresa: Hugo Díaz, Guillermo Pelufo y el mencionado Chupete. Fue una de las mejores presentaciones en la historia del grupo.
"Che, me parece que vos querés policía acá, pelotudo". Así tuvo que frenar Guillermo Peluffo a un espectador que lanzó un par de piedras al escenario. Hugo también ironizó sobre la cuestión del número de asistentes: "Me asustó la prensa grande cuando dijo que había venido poca gente. Hay muchos que quieren desinflar esto". Después de identificar enemigo y recibir la ovación, liquidaron a velocidad furiosa otro set festejado desde el primer hasta el último "pogo".
Quedaba poco para las 12 cuando, Santullo rugió y el Peyote reinició sus actividades diez años después. En mayor o menor medida, para todos era una fecha histórica. Era el gran tema para asistentes, fanáticos, las bandas que pasaron antes y, por supuesto, la prensa. Los nervios y la ansiedad en las caras de los miembros se notaron durante la conferencia de prensa. La bomba que terminó de darle al Pilsen número 6 la condición de mejor edición en su historia detonó, entonces, sobre la medianoche. Unas 70.000 personas estaban para contarlo.
La banda arrancó con un guiño a épocas pasadas que desató la celebración de la vuelta de unos músicos que tienen canciones con diez años que suenan como si hubiesen sido compuestas ayer. El corrosivo y frontal punk Todos muertos fue el tema elegido para arrancar. Estaba claro que el Peyote salía a patear cabezas, como se esperaba. Lmental, Criminal, Guacho, Hare Krishna se sucedían hasta llegar al gran momento en que versionaron La lluvia cae sobre Montevideo, de Los Traidores.
antes. Los cruces entre grupos ya se habían escuchado el sábado, cuando Cursi versionó Laberinto de La Trampa y casi al mismo tiempo mutaba a un reggaetón vicioso (Atrévete-te-te, de Calle 13) en medio de su "hit" más añejo: La pachanga falsa. A pesar del piedrazo cobarde que un fascista del rock le pegó en la cara a Diego Drexler, fue uno de los momentos más importantes del festival. Cursi se animó a divertirse y sorprender como lo hizo con Kairo Herrera en Cada noche.
Después de Krut, Drexler y compañía, llegó el turno de Graffolitas, otra banda que entendió que venía al festival de rock más importante del año. Los locales prepararon una sorpresa: junto a ellos, el dúo Larbanois-Carrero subiría dos veces al escenario. Nadie se imaginaba que la segunda subida del dúo registraría el momento definitivo del fin de semana, si bien todo el mundo estaba a la espera del regreso del Peyote Asesino en la noche siguiente. Para el cierre de un set de una contundencia que hasta ahora no se le había visto a los duraznenses, el tema elegido fue Libertad. Las voces de los folcloristas se elevaron junto a las del público, que terminó saltando al compás de batería y versos.
Los Buitres aparecieron y arrancaron con Ojos rojos. Fue empezar y Gabriel Peluffo se fue al suelo: el cantante se tropezó y cayó de espaldas. Después el grupo perfiló un set con varias complicaciones, entre acoples y pérdidas de audio en la voz del frontman, que enfrentó con buen humor.
El problema del audio se contagió a la siguiente presentación. La Trampa recorrió varias canciones nuevas en el arranque con la voz de Alejandro Spuntone que parecía sonar dentro de un vaso tapado. Corregidos los inconvenientes, la banda entregó un show sólido y una vez más apoyado en temas de El mísero espiral de encanto, su último disco. La filmación del concierto, a varias cámaras y muchas de ellas con movimiento, no tuvo nada que envidiarle a ningún festival del extranjero.
Una cuenta regresiva se proyectó sobre la pantalla. Brian Mackern, el VJ oficial e incorporado a la puesta en escena del grupo, disparó las primeras imágenes y los cuatro de Tajo arrancaron con Yendo a la casa de Damián. Con la confianza a tope, se animaron a entregar cuatro canciones nuevas. El hijo de Hernández fue la primera y Mírenme la segunda.
Todo estuvo bien, pero nada como las más de 60.000 personas coreando a capela Bo cartero en un momento que nadie de esta generación se hubiera podido imaginar en 1994. El añadido de bizarreadas continuó cuando la misma multitud vio a Santiago Tavella haciendo pasos de charleston sobre la pasarela en Pobre papá.
Y más: Musso presentándose con un altavoz por el que cantó varias veces a la manera de Pedro Dalton (Buenos Muchachos) y la canción Bipolar, una cumbia-rock que finaliza la transición del grupo entre la canción No somos latinos (año 2000) y un presente de canal Sony. Para aplaudir.
una trastienda bastante agitada
ENTRADAS. El Pilsen Rock, un festival cuya promoción de parte de los organizadores se apoya históricamente en los números de asistentes, aún no divulgó los números de asistentes en cada fecha, en lo que representa una variación con lo sucedía años atrás. En el backstage y área de prensa se hablaba de cifras entre las 60.000 y las 80.000 personas, una entrada nada despreciable y que, obviamente, no define el éxito o fracaso de nada: la mejoría del Pilsen Rock se manifiesta en el ánimo de muchas bandas de hacer cosas nuevas y también de los productores del evento, que jerarquizaron ambas fechas con bandas atractivas, y un escenario al que no le cabe otro adjetivo que el de espectacular.
ROBOS. Antonio es uno de los dueños de los tres autos que fueron dañados y robados en la madrugada del sábado en calle Washington casi Ruta 5. Le violentaron una puerta y le robaron parlantes, CD de música y le rompieron el tapizado de cuero de los asientos. En otro episodio, hurtaron un taladro y dinero en efectivo de Ferretería Central ubicada en calle Manuel Oribe, bastante céntrica.
AFLOJE. Martín viaja todos los años a Durazno a vender remeras del Pilsen Rock. Se apostó en plaza Independencia y no dudó en señalar que la sexta edición fue la de menos público. "Nada que ver a los otros años" dijo, mientras ofrecía a 180 pesos los buzos.
MOTOQUERO. "¿Te parece que esto es un scooter?" A las risas, Carmelo Vidalín mostraba la Kawasaki en la que llegó el sábado al Parque. El reclamo fue por la mención a su llegada en el artículo de El País que salió el sábado, en el que se hacía referencia a la poderosa motocicleta como una de menor porte. El intendente paseó todo el día por la ciudad y se acercó al predio después de que bajó el sol.