Y sólo son 20 años...

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Todo depende como se mire. Para los jóvenes es el sencillo mundo de la información y la educación, que no plantea dificultades, que lo tienen incorporado de forma natural como si hubieran llegado al mundo con una computadora bajo el brazo. Para los que han visto pasar algunos otoños, se trata de algo difícil y complicado, que lo asumen como un desafío de la época, que los pone a prueba y hay que superar, porque es un mandato de la realidad. Lo cierto, es que los últimos años de la historia del hombre han llegado cargados con la densidad de siglos (basta simplemente mirar para atrás), donde su capacidad de creación se ha disparado a un espacio sin fronteras, impulsado cada vez con mayor intensidad por el desarrollo asombroso de las tecnologías de información y comunicación.

Nuestro país no ha quedado atrás en este proceso mundial; más bien que ha sabido recoger el guante a tiempo y ha respondido con singular éxito. De la mano de la Cámara Uruguaya de Tecnología Informática (CUTI), que en este mayo de 2009 festeja sus primeros 20 años, asumió rápidamente la importancia del manejo de las nuevas herramientas y percibió los enormes horizontes que se abrían.

Aquella incipiente organización que surgió en 1989 con unos pocos socios (en general, empresas vendedoras de computadoras y software importados), como Cámara Uruguaya del Software y que en su primer año de existencia realizó exportaciones por 250.000 dólares, es hoy -con nuevo nombre- una pujante realidad, que exportó en 2008 por un valor de US$ 218 millones (un 17% más que en 2007), tiene 260 socios y sigue creciendo.

A impulsos de la Cámara, Uruguay se ha transformado en el primer exportador de software en Latinoamérica en términos relativos (exportaciones per capita) y el tercero en términos absolutos, detrás de Brasil y Argentina. Es fuente de empleo, según los últimos datos, de 10.000 personas (crece a razón de unas 1.000 por año) y el sector tiene desocupación cero, porque son mayores las necesidades, que la disponibilidad de gente apta para las tareas. Éste es sin lugar a dudas uno de los factores que atentan contra un mayor desarrollo y la Cámara ha asumido el reto: a partir del 16 de abril comenzó con cursos de capacitación y ha incluido programas -financiados con apoyo del BID, la OPP y la misma CUTI- de aprendizaje interactivo y a distancia. La respuesta de la gente ha sido muy positiva, llenando los cupos disponibles en este primera instancia. Obviamente que el problema no se resuelve, pero se empieza a transitar por una vía de solución. No hay dudas de que -a futuro más lejano- el plan Ceibal forjará numerosos especialistas.

También a instancias del desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación se ha registrado un sensible incremento en los estudiantes universitarios de ingeniería de sistemas, ya sea a nivel público (la Facultad de Ingeniería se vio obligada a separar a los estudiantes de esta especialización del resto, por su número; en los últimos tres años, se recibieron unos 300 ingenieros de sistemas -pese a que es la única especialización que admite título intermedio-, contra 150 ingenieros civiles y otros tanto industriales) como a nivel privado. Es que la realidad uruguaya dice, como explica Miryam Broder de la ORT que "se han instalado empresas que están desarrollando software con profesionales locales, lo que ha hecho que la inserción laboral de graduados y estudiantes sea prácticamente de un 100%. Esto ha llevado a que muchos jóvenes se orienten a estas carreras y a crear sus propias empresas de software".

La Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Comunicación ha abierto muchos caminos y el software nacional es hoy aceptado por su excelencia. Está presente prácticamente en todo el sistema financiero del país y en las principales empresas y organismos estatales. Ha elaborado -a modo de ejemplo- el sistema de gestión y control de las operaciones aduaneras (importación, exportación y tránsito de mercaderías) que hoy utiliza la Dirección Nacional de Aduanas (también se encuentra en funcionamiento en Costa Rica y Panamá) y ha sido pilar para el programa de trazabilidad de la industria frigorífica, convertido en la llave para abrir decenas de exigentes mercados.

En momentos en que festeja sus veinte años, solo cabe desearle a la CUTI la permanencia en su esfuerzo y su inalterable apuesta a la calidad y la excelencia. Así asegura que habrá muchos veinte años más para celebrar.

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