Desmujicando a Mujica

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WASHINGTON BELTRAN STORACE

Es bastante complicado desentrañar el verdadero pensamiento de Mujica. Frases aisladas lanzadas al voleo, que siguen la consigna de "como te digo una cosa te digo la otra", incoherentes, que dan la impresión que cambian y se adaptan según el público destinatario y parecen obedecer a una irrefrenable incontinencia verbal, hacen difícil descubrir cual es su auténtica posición en temas que importan a la sociedad. Y además, el candidato representa a un Partido y éste, como tal, tiene sus propias definiciones, muchas de las cuales -se supone que las más importantes- fueron recogidas en el Congreso de diciembre del año pasado. El mismo que decidió su candidatura a la presidencia.

El Congreso establece expresamente que se convocará a una Asamblea Constituyente dentro del primer año de instalado el próximo gobierno. Pero no da ninguna explicación de cuál será su cometido, qué se quiere cambiar (y radicalmente, porque para eso son las Constituyentes) de la actual Carta. Y tampoco se ha hecho mención de ello en forma alguna a lo largo de esta campaña. Pero sí se fue de boca Mujica con el periodista Alfredo García durante la elaboración de "Pepe Coloquios", que "con careta de compañero" lo tuvo hablando durante veintiocho horas, en un tema que -ese sí- sacude las raíces de la sociedad uruguaya y que en caso de insistir, deberá pasar por el tamiz de una Constituyente: la propiedad privada de la tierra.

Para el candidato, la tierra no es una propiedad, ni un bien transferible. Sino que es un bien de uso de algo que pertenece a la nación y por el que deberán pagar una renta. Sus declaraciones coliden abiertamente con el artículo 7 de la Constitución que ubica a la propiedad como uno de los derechos fundamentales del hombre, en el mismo rango que la vida, el honor, la libertad, la seguridad y el trabajo; y con el art. 32 que establece que "La propiedad es un derecho inviolable (…)" y que "nadie podrá ser privado de su derecho de propiedad (…)".

Es decir, la Constituyente serviría para terminar con el derecho de propiedad.

El problema es que temas serios y trascendentes -como son la Constituyente y la propiedad de la tierra- se mezclan con disparates que no soportan una charla de boliche ni aun después de la tercera.

Mujica intenta justificar su pensamiento con una frase: "porque no es cuestión de que vivas de atorrante arriba de la tierra y no hagas nada". Más allá de que para eso están los impuestos que gravan el agro y es muy difícil (oneroso) poseer tierras para no hacer nada, allí aparece una palabrita que es leitmotiv del pensamiento del candidato: los "atorrantes". Porque para él, "éste es un país de atorrantes" (del "primero al último", le faltó decir).

Y como somos atorrantes -trato de seguir el fino hilo de su pensamiento- el "uso de la tierra" que sustituye al derecho de propiedad, no será entregado a otros uruguayos sino a campesinos de otros países latinoamericanos, en especial ecuatorianos: "es más fácil traer un indio ecuatoriano, que llevar a los del `cante` de acá". Si a los indios ecuatorianos se les ofrece tierra, "se vienen caminando".

¿Cuál sería entonces el futuro de los uruguayos?

Mientras los indios ecuatorianos trabajan de sol a sol para hacer realidad el Uruguay Productivo, nosotros vivimos como los kung san, maravillosa tribu africana que ilumina el pensamiento de Mujica: "porque los tipos laburan dos horas para vivir y lo demás lo pasan de joda y de chusmerío". Pero, que quede bien clarito, no lo hacen de atorrantes, sino porque disfrutan de la vida, a diferencia de los uruguayos, que si pretenden hacer eso…

Lo peor, es que esa desmelenada explotación del hombre por el hombre (es eso en definitiva), no le parece incorrecto. Para Mujica, hay ejemplos en el mundo de que eso ocurre y en lugar de censurarlos y combatirlos, propone copiarlos, incorporarlos: "la agricultura argentina -dice- se desmorona si le sacás los paraguayos, los bolitas y los peruanos. ¡Se desmorona! La agricultura norteamericana sin los mexicanos se desmorona. La agricultura española sin marroquíes, sin ecuatorianos, ¡pobres de ellos! Y la agricultura uruguaya va en tren de lo mismo".

No sé que pensará el principal socio bélico en su agresión a Colombia que tiene su amigo Chávez -el ecuatoriano Rafael Correa- sobre esta utilización de la mano de obra ecuatoriana, que incluye una crítica directa al mal manejo que él hace de ella. Pero lo cierto es que este es el pensamiento de Mujica. Aclaremos que lo de los kung san y los ecuatorianos no es ninguna novedad, sino que ya lo había expresado con anterioridad, lo que denota que son temas meditados y no lanzados al azar.

Podría hacer muchos comentarios sobre los dichos del candidato frentista. Pienso -con mesurado optimismo- que el "algunas estupideces" que le arrancó al presidente Vázquez, incluyen este desvarío, y por ahora considero que con la enumeración hecha es suficiente. Solo me queda una curiosidad que dejo planteada como interrogante: ¿qué piensa su compañero de fórmula, Danilo Astori, sobre todo este tema?

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