Dicen que las "comparaciones son odiosas", sin embargo pueden ser muy aleccionadoras, por ejemplo si miramos a nuestro alrededor. Brasil ha ingresado al Consejo de Seguridad de la ONU como miembro no permanente y Rio de Janeiro acaba de ser designado sede de los Juegos Olímpicos para el 2016. Inversores institucionales y particulares, locales y extranjeros lo escogen con gran preferencia. Un título brasileño frente a uno argentino, cotiza mucho mejor. ¿Porqué? Por la forma en que fueron tratados los "bonistas" en el caso argentino, los cuales todavía están tratando de cobrar, a no ser aquellos que aceptaron ser despojados del 70% del valor del papel. Pero aunque éste sea un argumento de peso, no es el único. Para pagar menos intereses de los estipulados en aquellas obligaciones, cuyo rendimiento estaba atado a la inflación, el gobierno intervino el prestigioso instituto de estadísticas Indec, dibujando las cifras para continuar con las estafas. Se provocó un gran daño institucional en base a las "cifras oficiales" violatorias de los contratos. Para cubrir los faltantes de caja se expropiaron los fondos de pensión privados. Impusieron toda clase de impuestos a la exportación y muchos accionistas de empresas públicas privatizadas fueron despojados de su capital y sus jerarcas manoseados e insultados. Varios se fueron mal vendiendo a amigos del poder y abundaron los aprietes gremiales, a menudo con la connivencia oficial. La letanía es larga y grotesca, y todo ocurrió durante estos años de excepcional bonanza, excepto el último.
Como explicaba un empresario extranjero, la diferencia entre nuestros vecinos al Oeste y los del Norte, radica en que: "Brasil is business friendly"; polo opuesto de lo él que encontró en la Argentina. En Brasil se respira un clima más positivo en las relaciones laborales y en las negociaciones con las autoridades. El endeudamiento público se manejó en forma ejemplar durante la crisis del 2001/02 y en proporción, hoy lo que deben en moneda extranjera es menos que la Argentina. Cuentan con un excelente sistema financiero, entre los que figuran dos prestigiosos bancos de capital privado y nacional y reservas monetarias altas. Han habido descubrimientos de nuevos e importantes yacimientos petrolíferos; su industria minera y del acero tienen altos niveles y su política agropecuaria ha sido diametralmente opuesta a la Argentina.
El "stock" ganadero se ha cuadruplicado en Brasil, mientras el argentino se ha reducido en un 20% en menos de dos décadas. El crecimiento de las áreas sembradas es tristemente dispar. Se estima que la Argentina tendrá la cosecha menor de trigo en una década, al tiempo que Brasil ha tenido que hacer arreglos urgentes con Francia, para sustituir a su tradicional proveedor. Los controles de precio al petróleo y sus derivados y las retenciones a su exportación del gobierno de los Kirchner ha hecho caer la exploración y las reservas probadas argentinas, en tanto que en Brasil el gobierno ha seguido una política pragmática, alentando su desarrollo.
¿Qué pasó con la Argentina? Durante los 50 primeros años del siglo pasado figuraba entre las 10 potencias económicas mundiales más importantes del planeta. ¿Será que el "Brasil, país do futuro" como lo describía Stefan Zweig, está alcanzado su meta de grandeza, ya no tan inalcanzable, dejando de ser una tierra hecha solo de porvenir? Malas políticas, errores en la conducción y falta de objetivos claros y realistas, explican la decadencia relativa de la otra orilla, en contraposición al creciente prestigio brasileño. Hay profusión de estos ejemplos, pero basta recordar algunos que demuestran los enfoques diferentes de esas naciones. Durante la segunda guerra mundial, la Argentina simpatizó con el eje y Brasil con los Aliados. Luego vino Braden o Perón. Después, la Tercera Posición, (aliados con Nasser, Nerhu y Tito). Brasil siguió siendo pro norteamericano. Propició el desarrollo y la inversión, en vez de la distribución y el subsidio, aunque no siempre en forma regular y mucho quede por hacer todavía.
En los 80 Argentina buscó la guerra con Gran Bretaña y desaprovechó una buena solución al conflicto. En la actualidad, Lula y Kirchner, son lo opuesto vis a vis sus Fuerzas Armadas. Pacificador el uno y agitador el otro. Frente a la concordia y el progreso, la persecución, el rencor y el fomento del conflicto.
Los resultados de ambos, hablan por sí solos.