El regreso del "chico malo" de Irlanda

| Se estrena "Escondidos en Brujas", la comedia por la que el actor ganó el Globo de Oro

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NEW YORK TIMES | CINDY PEARLMAN

Colin Farrell, el conocido mujeriego de Hollywood, tiene los ojos puestos en otra personita, "Tengo un hijo", dice con orgullo, "y mucha gente dice que se parece a mí. ¡Qué afortunado niñito!", dice y explota en una risa irlandesa.

Sin embargo, no siempre le ha sido fácil reír a este actor de 32 años de edad: él y su pareja, la modelo Kim Bordenave, son los padres de James Padraig Farrell, de cinco años y que sufre de un raro trastorno neurogenético llamado síndrome de Angelman, que afecta el habla y la capacidad motriz.

"Es un niño increíble y es como se supone que debe ser", dice Farrell. "Mi hijo ha demostrado un sorprendente valor y yo soy un padre dichoso de tenerlo en mi vida".

A fines de 2007, James dio sus primeros pasos.

"No había un solo ojo seco en toda la casa", dice el actor. "Por estos días le ha ido muy bien y ha estado maravilloso. Mi hijo está en muy buenas condiciones. Es un niño feliz y, si puedes decir sinceramente que tu hijo es feliz, entonces eres ciertamente un padre muy afortunado".

HOGAR. En otras palabras, el chico malo consentido de Hollywood ahora es poco más que un hombre casero, aunque no esté totalmente seguro de dónde está su hogar en un momento dado.

"El hogar está donde yo me encuentre", asegura Farrell. "Dublín siempre será mi hogar, ahí es donde viven mi familia y mis amigos. Pero yo definitivamente también vivo en Los Angeles, por mi trabajo y por mi hijo".

Por el lado laboral, Farrell sigue siendo uno de los actores más ocupados en el mundo del cine. Junto con Brendan Gleeson protagoniza Escondidos en Brujas de Martin McDonagh, una comedia dramática sobre dos pistoleros londinenses que quedan varados en la ciudad belga del título luego de un trabajo particularmente peligroso.

"Ellos se están escondiendo, y su camino los lleva por esa ciudad", explica el actor.

Farrell ha interpretado a un buen número de gatilleros belicosos en películas como El discípulo (2003), S.W.A.T. (2003) y Vicio en Miami (2006), y vuelve a hacerlo en Escondidos en Brujas. Eso le hace razonar que interpretar (en El sueño de Cassandra de Woody Allen) a un joven que tiene reticencias para matar, aunque sea para realizar todos los sueños de su vida, constituyó una interesante novedad.

"Se trataba de un hombre con un problema con el juego", recuerda Farrell. "Se metía en problemas muy graves, pero tenía buen corazón. Amaba a su novia y quería comprarle una casa. Entonces le ofrecen esta oportunidad de salir de sus deudas de juego y de comprar la casa, pero sólo si comete un asesinato".

Desde que este nativo de Dublín, hijo de un jugador profesional de fútbol, tuvo éxito con su papel estelar en Tigerland (2000), drama sobre la guerra de Vietnam de Joel Schumacher, ha participado en algunos éxitos, pero también ha tenido fracasos, como Alexander (2004) y Vicio en Miami. Pero él dice que eso no le molesta.

"Aunque la taquilla no sea muy buena", explica, "ya hice una película y salí con algo que es benéfico para mí como persona y como actor. Por ejemplo, en El sueño de Cassandra interpreté a un personaje que no tiene absolutamente ninguna aspiración heroica. Es un hombre común, que trata de pasar por la vida, tal como hacen muchas personas cada día".

"En esas metas hubo algunas lecciones para mí, pues es todo lo que la mayoría de nosotros quiere día a día", sostiene igualmente Farrell.

Puede parecer improbable, dado que ha pasado buena parte de los últimos años en la vida rápida de Hollywood, pero Farrell insiste en que también es una criatura de gustos sencillos. "He disfrutado de ser famoso", señala. "He reído con muchas ganas cuando todas las cámaras estaban dirigidas a mí. Pero la fama nunca fue mi intención original cuando decidí ser actor. No creo que hubiera tenido la paciencia de estar en este negocio ni siquiera durante un mes si hubiera estado persiguiendo algo tan esquivo como es la fama".

"Las candilejas y toda la atención me confundieron en un principio" continúa Farrell. "Al mismo tiempo, me pareció esclarecedor ver que en tan poco tiempo podía pasar de ser un don nadie a alguien que es acechado por la prensa" Y últimamente, agrega, el brillo de los reflectores se ha apagado un poco.

"Los paparazzi me han dejado en paz porque, francamente, ya no salgo tanto", dice. "Si llego a salir, son tan entrometidos como siempre. Pero no busco su atención. No les hago caso".

notoriedad. "Como en todo, hay pros y contras", agrega el actor suspirando, "y tengo una buena vida. Si yo quisiera evitar a la prensa, podría salirme del negocio. Podría dejar de hacer lo que hago. Pero me encanta actuar. Sin embargo, eso no significa que tenga que estar feliz con las intromisiones en mi vida".

Desde que tomó la difícil decisión de admitir en público los problemas de su hijo, Farrell ha recibido un alud de cartas de agradecimiento por poner ese devastador padecimiento ante la atención pública. A diferencia del acoso de los paparazzi, Farrell recibe con agrado esta forma de atención pública.

"La gente es comprensiva", dice suavemente. "Mucha gente se me ha acercado después de leer algo acerca de mi hijo. Esas personas me dieron mucho consuelo en un tiempo muy difícil".

"Pero ahora mi hijo está muy bien", concluye Farrell. "Está haciendo cosas. Estoy muy orgulloso de él."

Un dramaturgo muy polémico y elogiado

"Escondidos en Brujas" constituye el primer largometraje del director y libretista Martin McDonagh, nacido en 1970 en Londres de padres irlandeses y considerado uno de los principales referentes del teatro angloirlandés contemporáneo. Comenzó intentado escribir guiones de cine y televisión, pero tropezó con el rechazo de los productores.

En 1996 se volcó al teatro, estrenando la obra La reina de belleza de Leenane, iniciando un ciclo de obras cargadas de violencia, que le ganaron el favor del público y la crítica. En 2002, su obra El teniente de Inishmore, sobre la venganza de un terrorista expulsado del IRA, generó algún conato de censura. Su pieza más famosa, El hombre almohada (2003), sobre un escritor de cuentos sobre asesinatos de niños detenido por la policía en un Estado totalitario, ha sido considerada "un modelo de teatro de la crueldad".

Una historia de criminales con tono de humor negro

Escondidos en Brujas juega en la frontera entre el `thriller`, el drama y la comedia negra. La historia tiene que ver con dos asesinos a sueldo (Colin Farrell, Brendan Gle- eson) a quienes su jefe envía a la ciudad belga del título a descansar tras un trabajo complicado. Al principio, los dos se sienten fuera de lugar en su falso rol de turistas "normales".

Farrell no consigue olvidar la brutalidad de su último trabajo en Londres. Su compañero se adapta mejor. Cuando conocen a un enano que rueda una película, y a una enigmática mujer (Clémence Poésy) por la que Farrell comienza a sentirse atraído, las cosas cambian. De pronto. las vacaciones los dos personajes se convierten en una desesperada lucha por la supervivencia.

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