Cancillería prepara respuesta a gobierno alemán por Graf Spee

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ANDRÉS LÓPEZ REILLY

Un nuevo documento confirma que el Graf Spee fue comprado a los nazis por un ciudadano uruguayo en 1940. Con esta documentación y la ley sobre barcos hundidos, la Cancillería defenderá ante Alemania los derechos sobre el acorazado.

Pero Alemania tampoco quiere que el águila se exhiba "individualmente" en Montevideo, por la enorme cruz esvástica que luce a sus pies.

De hecho, se canceló una exhibición que se iba a hacer en Atrio Municipal (votada por la unanimidad de los ediles en la Junta Departamental). Actualmente, la pieza de bronce se encuentra en una caja, guardada en un depósito del Fusna.

Curiosamente, el Ministerio atendió el reclamo del gobierno alemán; en ese entonces el canciller era Reinaldo Gargano.

"El ministro y algunos de sus colaboradores hicieron algún tipo de `cortesía` al embajador alemán, dejando todo `dormido`. A pedido del anterior embajador alemán, la Cancillería le `sugirió` a la Junta Departamental que no se hiciera la exposición", relató a El País el empresario Alfredo Etchegaray, propietario de los derechos de rescate del buque.

CAMBIO. Recientemente, el canciller Gonzalo Fernández le expresó a Etchegaray su disposición para resolver el tema rápidamente, sobre la base de un análisis jurídico de la situación.

Para defender la "propiedad" de los restos del Graf Spee, hundido en aguas jurisdiccionales uruguayas en 1939, a siete millas de Punta Yeguas, el gobierno cuenta con la norma 14.343, popularmente conocida como "Ley de Barcos Hundidos", que se creó originalmente para recuperar embarcaciones naufragadas y evitar accidentes marítimos.

La norma señala que "los barcos hundidos con anterioridad al 31 de diciembre de 1973 y cuya extracción, remoción o demolición no fuere comenzada antes de los cuatro meses después de publicada esta ley (1976), serán considerados automáticamente abandonados a favor del Estado".

Pero además, existe un documento en inglés que certifica que en 1940, el gobierno alemán vendió el barco a un ciudadano uruguayo. Ese escrito fue recuperado por Etchegaray en la Oficina de Registro Público del Reino Unido (Public Record Office), para lo cual tuvo que contratar -y pagar de su bolsillo- a investigadores de la Universidad de Oxford.

Como tercer elemento, se suma ahora otro documento de compraventa, hallado por Etchegaray en los archivos de la Armada, en el que se señala que "el gobierno alemán vende a Don Julio Vega Helguera y éste le compra a aquél, los restos del barco de guerra denominado Admiral Graf Spee, hundido en las aguas del Río de la Plata".

LA TRAMA SECRETA. El diario El País del 2 de marzo de 1940 ya daba cuenta de la venta del acorazado a este ciudadano uruguayo. Pero entonces, no se conocían algunos detalles de la transacción que luego puso al descubierto Etchegaray, desempolvando documentos que estuvieron "clasificados" durante décadas: el monto de la venta fue 14.000 libras y Julio Vega Helguera había sido contratado por la Inteligencia británica, que quería tener acceso a la tecnología de avanzada del Graf Spee; los secretos por los cuales el capitán Hans Langsdorff decidió su hundimiento, a la salida del puerto de Montevideo.

Entre otras cosas, transportaba no menos de cinco máquinas "Enigma", que permitían enviar sofisticados mensajes codificados, aunque éstas seguramente fueron desembarcadas antes de la explosión del buque.

Si bien no figura en ningún documento, existe la posibilidad de que el gobierno uruguayo, en 1939 o 1940, haya pedido a Alemania que removiera el casco por los peligros que representa para la navegación (de hecho, fue chocado al menos una vez por un carguero).

"Probablemente por eso Alemania le vendió el Graf Spee como `chatarra` a Julio Vega Helguera", dijo Etchegaray.

En disputa. La ley nacional sobre buques hundidos y dos documentos de compraventa de 1940 señalan que lo que queda del buque le pertenece a Uruguay.

Reclamo. Ese país dice que le pertenece y no quiere que se exhiba el águila

La cifra

1940 Fue el año en que el gobierno alemán vendió el barco como "chatarra" a un ciudadano uruguayo. Inglaterra aportó el dinero.

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