El Obispo de Minas pide perdón y aguarda la sanción del Vaticano

Celibato. Carta de arrepentimiento por "tanto dolor" provocado a la Iglesia

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La Iglesia Católica de Uruguay sufre su primer gran escándalo. Minas está conmovida. Su obispo fue fotografiado manteniendo relaciones sexuales con dos reclusos que después lo extorsionaron. Se da por hecho que Roma lo removerá.

En la misa vespertina de este sábado los presbiterios de la Diócesis de Minas leerán una carta del Obispo Francisco Barboza en la que pide disculpas a los fieles por el dolor causado, luego que se conociera que mantuvo relaciones sexuales con dos presidiarios.

Según fuentes policiales el Obispo había "contratado" a dos presos -Gerardo Enrique Bentancor y José Martín Britos-, procesados por varios delitos, para que hicieran algunas tareas en el obispado. Al principio la relación era de colaboración y ambos visitaban con cierta asiduidad al obispo en busca de ayuda económica.

El año pasado Gerardo Bentancor estuvo internado en el hospital Dr. Alfredo Vidal y Fuentes de la ciudad de Minas, donde el obispo concurrió a visitarlo en varias oportunidades.

Posteriormente, monseñor Barboza viajó a Roma donde participó de distintos cursos y seminarios por un período de 43 días y al regresar al Uruguay continuó la relación con los procesados.

En diciembre el obispo invitó a los presos a una cena que culminó con relaciones sexuales y quedó registrada con un teléfono celular. A los pocos días comenzaron las extorsiones hasta que hace un mes aproximadamente, Barboza decidió realizar la denuncia policial.

Los hechos tomaron estado público ayer a través de una nota del diario El Observador.

Durante semanas Barboza estuvo fuera de la sede del obispado; algunas fuentes manejan que estuvo radicado en la parroquia de Lascano en el departamento de Rocha, a pocos kilómetros del límite con Lavalleja y otras que estuvo en el Norte del país, visitando familiares.

Finalmente, ayer pasó por Minas, donde no realizó declaraciones por orden de la Nunciatura Apostólica, representación del Vaticano en Uruguay pero anunció la carta en que reconoce lateralmente el episodio y perdón por sus actos.

En la carta el prelado expresará que nunca pensó que iba a ser motivo de dolor para el pueblo minuano y por eso pide "perdón a todos" y anuncia que acatará lo que la Iglesia disponga "con total obediencia".

El tenor de la carta más allá del perdón no busca excusar los hechos sino que es un mensaje para que los fieles no juzguen a la Iglesia por lo que a él le ha pasado.

El tema fue informado al Vaticano por el propio Barboza y es materia de decisión del Papa Benedicto XVI y sólo es manejado aquí por su embajador, el nuncio apostólico Anselmo Pecorari.

Procesados. Gerardo Enrique Bentancor fue procesado por extorsión mientras José Martín Britos, fue procesado por extorsión en grado de tentativa. El Juzgado, a cargo de Daniel Erzeguer Testa, continua con otras indagaciones a fin de establecer el paradero de algunos objetos robados en la curia y la implicación de otros posibles involucrados.

Con la ayuda de Barboza la policía montó un operativo que le permitió capturar a uno de ellos, ya que el otro delincuente que también participaba de la maniobra de extorsión, ya estaba procesado por otras causas.

Barboza se encuentra en Salto, junto a su colega Pablo Galimberti, aguardando la resolución papal sobre su futuro en la Iglesia.

Progresista. Barboza nació el 26 de marzo de 1944 en la localidad rural de Tambores, en Tacuarembó. El último cargo que ejerció como sacerdote fue en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en Paysandú.

Desde que fue consagrado, el 8 de mayo de 2004, monseñor Francisco Barboza se mostró como un obispo diferente a los que lo habían precedido al frente de la Diócesis de Minas. Uno de sus primeros gestos hacia la comunidad fue la lectura de un mensaje en el acto del 1° de mayo organizado por el Plenario Intersindical de Lavalleja.

Desde ese momento se ganó el apelativo de "obispo progresista" o cercano a la izquierda y a las tendencias renovadoras de la Iglesia Católica.

Un segundo gesto reafirmó ese posicionamiento. Pocos meses después de su asunción en el cargo, prohibió las misas privadas y las catequesis al grupo conservador "El camino", conocidos como "neocatecumenado", lo que le valió el rechazo de gran parte de esa comunidad. Raúl Larrosa integrante del grupo, dijo que evitó juzgarlo ya que "es un tema muy complicado".

"No estoy autorizado para hablar; no me parece hacer leña del árbol caído. Tenemos una sensación de dolor y congoja. Por eso nos hemos llamado a sigilo", dijo.

María Giménez, una integrante del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, un grupo tradicional de la diócesis, señaló que el episodio es "lamentable" -más allá que se supone que los sacerdotes deben mantener el celibato-, como "pudo exponer su vida pública, no se cuidó él y tampoco cuidó a la comunidad. Esto es desbastador, para la Iglesia".

Minas. La diócesis de Minas es muy codiciada dentro de la Iglesia Católica por la relativa abundancia de vocaciones sacerdotales de su égida y por las posibilidades de desarrollo económico de la sede episcopal por las peregrinaciones a la Virgen del Verdún que reúne a más de 300 mil personas al año. De hecho, tras el fallecimiento del Obispo anterior, Víctor Gil Lechoza, se manejó la posibilidad de que se la anexara, lo que fue desestimado por el presbisterio.

Sin embargo, Minas no era un destino tentador para Barboza. Antes de ser nombrado obispo, se sabía destinado a ocupar cargos de jerarquía por lo que buscó que Roma lo destinara a algún lugar en el Norte del país. Entre otras cosas, propuso la división de la diócesis de Salto-Paysandú para crear una nueva diócesis, cosa que no consiguió, de acuerdo a lo informado por varias fuentes eclesiásticas. Al final, aceptó ser obispo de Minas, un lugar con tradición conservadora en materia religiosa y social, muy distinta al litoral del país que pretendía. En declaraciones a la revista Umbrales de los Padres Dehonianos, en su edición de 2004, Barboza asumió la posibilidad de que la Iglesia en el futuro ordene sacerdotes casados. "Admito la posibilidad de que un día la Iglesia pueda llegar a ordenar hombres casados, lo que no creo de ninguna manera que se vaya a dar es que un día se les diga a los curas: cásense o pueden casarse. No es una simple ley que se cambia, es una vocación y una propuesta de seguimiento de Jesús que vivió célibe", reflexionó.

1940: "Penitencia, penitencia, penitencia"

El último gran escándalo que sacudió a la Iglesia Católica uruguaya data de los años 40 y no fue por motivos sexuales. Afectó al entonces Arzobispo de Montevideo Juan Francisco Aragone en el cargo desde 1919. La Santa Sede resolvió que dejara el cargo por un desfalco realizado por un subordinado. Aragone había entregado en custodia dinero de la Curia a un sacerdote amigo y éste lo gastó en su totalidad en las carreras de caballos. El hecho provocó un escándalo que determinó la destitución de Juan Francisco Aragone.

La noticia se conoció mediante un escueto telegrama de la Santa Sede que decía: "penitencia, penitencia, penitencia."

De inmediato Aragone renunció al cargo (no a su condición de sacerdote) y se embarcó hacia Buenos Aires, donde falleció, muy pobremente, 13 años después, en el Cottolengo de Claypole.

De tambores a Minas

Nace el 26 de marzo de 1940 en Tambores, departamento de Tacuarembó. Creció en Piedra Sola, del otro lado de la frontera departamental

17 de junio de 1972 es ordenado como sacerdote en la diócesis de Salto por monseñor Marcelo Mendiharat

6 de marzo 2004, en Roma, se conoce que será el nuevo Obispo de Minas.

Desde 1999 hasta su designación en Minas fue vicario pastoral de la diócesis salteña, administrando como vicario general la parroquia de la Inmaculada Concepción de Tambores

8 de mayo de 2004, asume como Obispo de la Diócesis de Minas en una ceremonia presidida por el nuncio apostólico Januzs Bolonek, y los miembros de la Conferencia Episcopal.

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