Sesenta mil dólares por pegar fuerte

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MATÍAS CASTRO

Penélope Cruz y Javier Bardem sabían que en algún momento iba a pasar. Una cosa así no se puede ocultar demasiado tiempo. Pero aunque del embarazo de ella solo se hayan enterado por su boca cuatro parientes y tres empleados de una clínica, la cosa se iba a difundir irremediablemente. Así y todo, lo intentaron. Hasta que llegó el día: inadvertidamente le tomaron una foto a Penélope, en la que se ve su panza. Y no es, precisamente, panza de alguien que vive a base de hamburguesas y papas fritas.

Cruz y Bardem sabían que en algún momento alguien les tomaría una foto de sorpresa. Y por eso no se molestaron en hacer referencia a su embarazo. Y sabían (aunque no sabemos si se resignaron o no) que la aparición de esa foto iba a poner el punto final a las especulaciones. La imagen, como cualquiera puede concluir, pesó muchísimo más que las toneladas del material que se ha escrito en tono especulativo sobre su embarazo.

El asunto no es nuevo, pero en estos casos se ve particularmente acentuado: lo que verdaderamente define al mundo de la prensa de celebridades son las imágenes. Los textos, con noticias bomba, rumores o informaciones regulares, funcionan bien, pero no tanto como una foto. Cuando Britney Spears se enloqueció y tomó a golpes de paraguas el auto de un paparazzi, el asunto cobró verdadera dimensión porque fue filmado. No había palabras que expresaran mejor la locura de la chica, que los tres minutos de video, al menos en el contexto de la prensa de Internet. Un video paparazzi de Moria Casán cenando con su nuevo "amigovio" también cotiza más que el dato escrito. Por algo la web TMZ pagó 60 mil dólares a un policía por la foto policial que mostraba los golpes violentos de Rihanna. Todo esto será ilegal o no autorizado, pero es a lo que le hacemos caso.

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