Lacalle ya invitó a Mirtha para el día de su asunción

Menú. Plan Ceibal, fe, corrupción, aborto y motosierras

Compartir esta noticia
 20091010 360x220

RAÚL MERNIES

EN BUENOS AIRES

EL PAIS EN ARGENTINA

Al término del almuerzo, Mirtha Legrand lo miró a los ojos y le dijo, con tono profético: "Sí, sí, usted va a ser Presidente". Luis Alberto Lacalle recogió el guante y la invitó a venir a Montevideo para asistir a la ceremonia de su asunción.

Entre el beso de Luis Alberto Lacalle en la mano derecha de Mirtha Legrand, el paté de la maison con ensalada de hojas verdes, la primera pregunta política y el alquiler de un avión para volver de apuro a Uruguay, pasaron sólo algunos minutos.

El candidato del Partido Nacional se sentó a la mesa de Mirtha Legrand por cuarta vez en su carrera política. "En mis cuatro candidaturas", explicó antes de entrar en el estudio.

Esta vez hablaron de Botnia, de las críticas que José Mujica le hizo a los argentinos, de la gestión de Tabaré Vázquez y hasta de la "motosierra".

Mirtha y "Cuqui", como ella lo llamó a lo largo del mediodía, ya se conocían, y bastante; de hecho, se tutearon. Antes de pasar a la mesa, Lacalle expresó a El País que no tiene ningún tipo de cábala más que su fe en Dios. Pero Mirtha, que parece tener un oído en cada pared de América TV, se encargó de resaltar todo el tiempo que "a Tabaré Vázquez le fue muy, muy bien después de que vino acá", concepto que repitió cuatro veces antes de sentenciar: "Y a Mujica le tenemos las puertas abiertas".

La primera pregunta que tuvo que responder Lacalle fue la de si realmente quería ser presidente otra vez. "Es mi vida", fue su respuesta. "Uno cree que puede aportar algo con más serenidad que a los 48 años, cuando uno se comía la cancha", agregó.

Cuando el lomo de ternera con espárragos y puré de papas al aroma de trufa se adueñó del estudio, Legrand le pidió a Lacalle que la convenciera de por qué tenía que votarlo. El candidato dividió su respuesta en tres:

"Primero, porque representamos un partido y no una coalición que tiene matices muy diferenciadas y que tampoco Vázquez ha podido manejar muy bien". Tras unos segundos de silencio que mantuvieron los 10 cubiertos de los comensales petrificados en el aire, continuó: "Segundo, porque el Partido Nacional tiene un compromiso de gobierno justo y posible", expresó reiterando el slogan publicitario de la campaña. Pero el último punto volvió a recaer sobre el oficialismo: "Y tercero, porque nosotros tenemos un conocimiento muy grande de la realidad del país y la izquierda uruguaya ha fallado por el desconocimiento de esa realidad".

La "dueña de casa" planteó diferentes temas en los que casi siempre Lacalle fue el primero en responder, mostrándose muy participativo.

Uno de ellos fue la corrupción; concretamente, la receta del líder blanco para combatirla. Lacalle expresó que "un presidente nombra unos 120 cargos de confianza directos. Yo lo dije antes y ahora Mujica también salió a decirlo: si entre los 12 apóstoles uno falló, imagínese entre 120".

Entre ideas políticas y bocados, Lacalle se hizo espacio más de una vez para hablar de Vázquez y calificar de "maravilloso" que en Uruguay haya una computadora por niño. "Aplaudimos eso. Quizás faltó preparar a los docentes un poco más", agregó.

También elogió de Vázquez, "un hombre de fe", su decisión de vetar la ley que despenaliza el aborto, "que promovía su propio partido".

Ya degustando el postre de tatín de manzanas con cremoso de vainilla, en la mesa de Mirtha se hizo lugar a la famosa motosierra: "Me han agarrado para el chiste porque dije que iba a cortar el gasto público con motosierra. No me refería en ningun momento al gasto social, pero la izquierda se ha hecho un picnic con la motosierra", admitió.

Diálogos

Mirtha: "Me ponen el letrero de que vaya al corte".

Lacalle: "¡¡No lo haga con la motosierra!!"

Mirtha: "A Tabaré Vázquez le fue muy bien cuando vino a mi programa. Después que ganó las elecciones, yo estaba en José Ignacio y me llamó por teléfono, quería invitarme para agradecerme. Fue una gentileza de su parte".

Lacalle: "Te espero también después que gane las elecciones. Estás invitada".

El avión, al final, no fue necesario

Cuando fueron al corte, luego de comer y antes de pasar al café del living, Lacalle miró ansioso el reloj. "Mamá, (se refería a Julia Pou), arreglá un avión porque no vamos a llegar a tiempo al puerto. Nos volvemos en avión".

Uno de los acompañantes hizo un par de llamadas telefónicas y antes de que el programa volviera "al aire", le dijo: "Doctor, ya está arreglado". A Lacalle le volvió la cara de "en vivo" y la sonrisa al cuerpo.

Al final, hubo tiempo para el café, los regalos y las fotos. Gracias a la habilidad del chofer -y a algunas normas de tránsito que se pasaron por alto- Lacalle y Julia pudieron llegar a tiempo al puerto. El avión no fue necesario.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar