Sarkozy hipermediático

Compartir esta noticia

REBAR

Francamente: cuando en mayo de 2008 caratulé una carpeta de recortes con el nombre de Nicolás Sarkozy, estuve lejos de imaginar que el flamante presidente de Francia se convertiría, andando el tiempo, en un excelente proveedor de material para esta columna, incorporándose así a la Galería de Generosos Donantes Temáticos que encabeza Isabel II, seguida de "el tío Hugo", los Kirchner y el inefable Berlusconi. Pero, a medida que transcurría el año y medio largo que nos separa de aquellos días, la tal carpeta empezó a rebosar de referencias al mandatario galo, no tanto en cuanto a su gestión gubernativa como a sus gustosas caídas en las redes de la superexposición mediática que le hacen aparecer, con riesgosa frecuencia, como protagonista de episodios que no ayudan, precisamente, a su imagen popular.

Las notas recopiladas contienen de todo un poco: divorcio de su segunda esposa (Cecilia); romance relámpago y nuevo matrimonio con Carla Bruni; acusaciones de nepotismo; malestares físicos que derivan del "footing" matutino, han determinado que el recorrido presidencial de don Nicolás sea seguido mucho menos por los analistas políticos, que por los incansables buscadores de diferentes facetas que dan especial colorido al diario vivir del inquilino del palacio del Elíseo.

Ahora, ha saltado la última bola en la mesa de ruleta donde "Sarko" se juega sus índices de popularidad, que hoy lo muestran en un 30% apenas. A la adjetivación realmente frondosa que entre mucha gente se usa para desacreditarlo -frívolo es uno de los calificativos más suaves- se le agrega mentiroso.

La corresponsal de "La Nación" bonaerense en Francia -Luisa Corradini- comentaba poco después de la reciente conmemoración de los 20 años de la caída del Muro de Berlín, que Sarkozy había aprovechado la ocasión para decir a sus compatriotas, en la página que tiene en Facebook, que "el 9 de noviembre de 1989, él y Alain Juppé -por entonces secretario general del Partido Neogaulista RPR, decidieron trasladarse desde París al escenario del acontecimiento, para enfrentarse al tétrico muro y asestarle algunos golpes de pico". Para que no se dudara de sus palabras, agregaba exhibiendo una foto: "Aquí está el documento gráfico"... pero, allí no se veía al Nico manejando el pico destructor, sino que se le apreciaba poniendo su firma en un bloque del muro. Para peor, cuando se demandó el recuerdo de su acompañante-testigo (el mismísimo Juppé) éste confundió fechas y situaciones, al extremo de fijar el día 16 de noviembre (en lugar del 9) como el de la histórica demolición. Bromas de todo tipo recibió el mandamás francés, luego de cotejarse ambas versiones.

No nos asombraría que, inmerso como está en semejante orgía mediática, uno de estos días Nicolás Sarkozy dictara un decreto por el cual, en adelante, "La Marsellesa" deberá ejecutarse y cantarse en todo el país, en ritmo de cumbia villera.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar