DÉBORAH FRIEDMANN
"Mujica, ese bicho raro, tan removedor de los esquemas tradicionales. Tengo todo a contrapelo. Por lo menos estamos rompiendo los clichés. Me voy a ufanar de volver a romper ese cliché y tener un gobierno por lo menos tranquilo".
José Mujica se convirtió ayer en presidente. Y volvió a romper con los esquemas. Fue el primer tupamaro en lograr una banca en el Parlamento, el primero en pasar revista -junto a Nora Castro- al Batallón Florida, el primero en presidir la Asamblea General y el primero, con Eduardo Bonomi, en ser ministro. Y cree que si hoy su líder histórico Raúl Sendic pudiera verlo se estaría "cagando de risa" por la alegría que sentiría. La alegría de haber logrado los objetivos que ambos se plantearon, aunque por otro camino, muy distante a la guerrilla urbana de los años sesenta con la que pretendían alcanzar la "revolución", la liberación nacional y el socialismo.
Más de cuarenta años después afirma que el "largo camino" de la negociación entre los diferentes sectores de la sociedad es para él el "camino más corto" para lograr un país más justo. De esa sociedad que desde el 1° de marzo lo tendrá como representante máximo de los uruguayos.
"La gente tiene que representar ideas en figuras y ahora me agarraron a mí porque para poder vivir en la vida hay que creer en algo. La gente necesita creer", afirma Mujica. Y la mayoría creyó en un dirigente que representa lo contrario a la imagen tradicional del político. Espontáneo, verborrágico, cultivador del mano a mano, comunicador nato, contradictorio, desprolijo en su apariencia -al menos hasta la campaña presidencial-, imprevisible, estratega, que despierta odios y amores intensos. Un "bicho raro", como él mismo se define. Algo que sintió más o menos desde siempre. "Yo antes estaba retobado con el sistema, ahora estoy retobado con la civilización".
CLAVELES ROJOS. José Mujica tiene antepasados herreristas y hasta vínculos de sangre con Gabriel Terra. El primer hijo de Lucy Cordano y Demetrio Mujica nació el 20 de mayo de 1935 en Paso de la Arena. Su infancia estuvo signada por la muerte de su padre cuando cursaba tercer año de escuela. A esa altura, ya había nacido María Eudosia, seis años menor que José, quien actualmente padece de esquizofrenia y a quien Mujica mantiene.
El cultivo y la venta de flores se convirtieron en el modo de vida de la familia, un oficio que Mujica practicaba mientras continuaba estudiando. No llegó a pasar hambre, pero sí a pedir fiado para pagar el boleto para ir al liceo Bauzá.
Era una época donde los políticos tenían un modo sencillo de relacionarse, de igual a igual, con los hombres de a pie que Mujica palpó de primera mano. Y que sería décadas más tarde uno de sus propios sellos distintivos y uno de sus mayores puntos fuertes para convertirse en líder.
"Che, vendeme un ramo de claveles rojos para llevarle a la vieja", le decía el presidente Luis Batlle Berres, cuando se cruzaba por el barrio a un Mujica adolescente.
Las flores y el estudio se mezclaban con la lectura de cuanto volumen de historia y literatura se le cruzaban. Mientras, cursaba preparatorios de Derecho y se definía como "medio anarquista".
Cuando tuvo que votar por primera vez, en 1954, se inclinó por el socialista Emilio Frugoni. Un par de años más tarde el dirigente del Partido Nacional, Enrique Erro lo cautivó por su defensa de los trabajadores y su pensamiento "progresista". Mujica se convertiría en su colaborador.
Luego viajó a la Unión Soviética y se convenció de que nunca iba a estar en el Partido Comunista. Se maravilló al ver de primera mano la revolución cubana.
En 1963, lo que sería el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, ya estaba operando. Un año más tarde Mujica caía preso por primera vez durante un frustrado asalto a Sudamtex. Y logró pasar por un delincuente común.
Así que cuando obtuvo su libertad no tuvo que vivir en la clandestinidad. Después sí dejaría de ser "Pepe" para convertirse en Ulpiano o Facundo. Participó en la planificación del intento de fuga de tres cañeros presos, en la colocación de una bomba fallida en radio Ariel, en el secuestro de Ulysses Pereira Reverbel, en la toma de Pando y cayó preso después de un intenso tiroteo en el bar "La Vía", mientras preparaban el robo a la financiera Mailhos.
Le dieron seis balazos, estuvo tres meses en el hospital y terminó en el penal de Punta Carretas. Se fugó, volvió a esa cárcel y participó de otra evasión. Lo capturaron de nuevo en los preámbulos de la dictadura. Poco después del golpe de Estado de 1973 Mujica fue uno de los jefes tupamaros -conocidos como los "nueve rehenes"- sacados de las cárceles y trasladados permanentemente, obligados a sobrevivir en condiciones inhumanas.
Cuando cayó por primera vez lo habían torturado a muerte. La última vez, lo des-hicieron. De todos modos, es reacio a hablar de lo mal que la pasó. Hasta siente bronca por esa especie de "carrera" medida con un "torturómetro": gente que se "complace" en contar lo que sufrió.
DEMOCRACIA. Tras recuperar la libertad con el retorno democrático, Mujica tenía dos objetivos claros: tener su chacra y militar. El pedazo de tierra en Rincón del Cerro lo compró con su compañera -y después esposa- Lucía Topolansky. Y la militancia la concretó ni bien salió de la cárcel, con la convicción de luchar "en el marco de la legalidad vigente". Dio su primer discurso en el Platense, donde comparó a la vieja guardia del MLN con el palito que servía para que la colmena se aglutinara. Después vinieron las llamadas "mateadas", hablando y escuchando en esquinas y plazas y cultivando ese estilo particular que sería su sello distintivo.
En la dualidad de aprobación y rechazo que había generado el MLN quedó un capital político que supieron aprovechar. En 1989, año en que falleció Sendic, se formalizó la creación del MPP. Mujica se convertiría en 1994 en el primer tupamaro en resultar electo diputado y cinco años más tarde sería elegido senador. En 2004 su sector fue mayoría en el Frente Amplio y su figura resultó clave para que la izquierda llegara por primera vez al gobierno, en el que se desempeñó como ministro de Ganadería. Se convirtió en líder masivo: camina un paso y termina abrazado, firmando autógrafos y banderas.
Logró el respeto en el Parlamento y afuera. Para él eso se explica en parte por la mochila que lleva de "estos locos se la jugaron". También cosechó fuertes cuestionamientos internos y las más duras críticas de sus opositores, que lo calificaron desde antidemocrático y divisionista hasta incapaz para ser presidente. Su frase "Como te digo una cosa te digo la otra", fue utilizada una y mil veces por sus adversarios.
Mientras, él admite errores y sigue. "Puedo equivocarme. Y me voy a equivocar, pero pongo el alma en la cancha, no tengo precio, no soy negociable. Soy convencible porque a esta altura no soy ningún fanático". (Fuentes: Mujica, de Miguel Ángel Campodónico, José Mujica, de María Noel Domínguez, El País, Búsqueda, Brecha, En Perspectiva de El Espectador y fuentes propias).
De a pie: El presidente Batlle Berres compraba flores en la calle a un Mujica adolescente.
Estilo: Espontáneo, de dichos contradictorios, estratega y cultivador del "mano a mano".
Un sueño atrás, dichos en la polémica y nueva estrategia
José Mujica dejó su sueño de retirarse de la militancia política y hacer una escuela de oficios rurales en su chacra para convertirse en candidato a la Presidencia. La "presión muy fuerte" de sus compañeros fue lo que, según él, lo decidió.
Y dándole la espalda al presidente Tabaré Vázquez, quien había manifestado su preferencia por Danilo Astori como el postulante de la izquierda, el Congreso del Frente Amplio lo eligió en diciembre de 2008 candidato único del oficialismo, aunque habilitó la competencia interna. En junio de 2009 se convirtió con 58% de los votos en el candidato a la Presidencia del Frente Amplio. Y después de idas y vueltas, Astori en su compañero de fórmula.
Hacia octubre, la campaña de Mujica tuvo un punto de inflexión con el libro "Pepe Coloquios", donde, por ejemplo, sostuvo que los integrantes de la Unión Cívica Radical de Argentina son "unos tipos buenos pero son unos nabos" y que los custodias de Vázquez buscan "acomodarse" para "perpetuarse", viajar y seguir cobrando viáticos.
El propio mandatario salió a su cruce. A veces Mujica dice "estupideces" que él no comparte, señaló. Más adelante, Mujica admitió que había dicho lo que pensaba, aunque, señaló, no tendría que haberlo manifestado.
Pero el terremoto pasó. Mujica consiguió en las elecciones del 25 de octubre el 47,96% de los votos y la mayoría parlamentaria. Hacia el balotaje, cambió su estrategia. Evitó anuncios polémicos y discursos impactantes, dar muchas entrevistas y remarcó su virtud para, una vez electo, designar equipos y lograr acuerdos en temas claves.
Lectura, pasión y combate al desvelo
Se despierta a las 6 y cuida cada vez más a su salud
La lectura es desde la adolescencia una de las pasiones de José Mujica. Incluso, en su juventud, el único ejemplar de "Marcha" que llegaba a Paso de la Arena era el que él compraba.
Su mujer, Lucía Topolansky, suele deshacerse de algunos libros. "El Quijote" es uno de los que sigue en los estantes año tras año.
Para el presidente electo la lectura es un modo eficaz de combatir el insomnio. Un té y una hora leyendo son infalibles para que vuelva a conciliar el sueño.
Hasta ahora, el despertador en "Pueblada", la chacra de Rincón del Cerro, sonaba a las 6. Mujica prepara el mate y ceba para él y Lucía. Luego, si puede, camina o anda en bicicleta, una de sus pasiones juveniles.
Desde su quebranto de salud en 2004 afirma cuidarse más y haber dejado de fumar. Además, a sus platos predilectos, pasta, pizza y carne, le agregó el pescado. "Me tengo que cuidar mucho con la comida porque soy viejo", admite.
Fue muy querido y él quiso "mucho"
Con Lucía, su mujer, encajan "fenómeno", dice
"Yo tengo conciencia de haber querido mucho y de que fui muy querido", asegura José Mujica. Antes de su actual pareja, Lucía Topolansky, tuvo "un par" de novias, relaciones que no prosperaron. De todos modos, no considera esos fracasos como experiencias frustrantes, sino consecuencia de su vida como guerrillero.
A Lucía Topolansky la conoció en una reunión clandestina después de su segunda fuga del penal de Punta Carretas. "El grupo de Lucía vino a una de esas reuniones. Nos conocíamos de antes y como los dos andábamos solos terminamos juntándonos", recuerda.
Cayeron presos más o menos en la misma época. Al principio pudieron mandarse algunas cartas. Volvieron a reencontrarse cuando recobraron la libertad. Y otra vez se volvieron a juntar. "El amor tiene entonces mucho de amistad, de cosas que faciliten la convivencia. Y creo que todo eso es lo que nos ha mantenido juntos, encajamos fenómeno", dice.
"Las larguísimas soledades me enseñaron que en la vida hay que multiplicar, que el próximo gobierno tiene que tener los brazos abiertos, con todos y para todos". (Acto en Salto, noviembre 2008).
"Nunca se es demasiado viejo para aprender. Estoy tomando dos cursos acelerados: para aprender a callarme la boca un poco más y para aprender a no ser tan nabo". (En su blog, pepetalcuales, septiembre 2009).