MATÍAS CASTRO
Afortunadamente, Wanda se nos va. En realidad, se les va, porque Wanda Nara es bastante más frecuente como figura mediática en Argentina que en Uruguay. Y digo "afortunadamente" para aquellos que están un poco agotados de su presencia mediática. Es que la chica se las arregla para mantenerse en el tapete, y hay que reconocer que esto es todo un mérito para alguien que básicamente se dedica a ser "esposa de" y que ha dejado un poco de lado su trabajo como vedette. De alguna manera, pasó a ser una dama de sociedad, a su modo, por supuesto.
Este martes festejó con bombos y platillos el bautismo de su hijo. La fiesta no pasó desapercibida porque, a pesar de que ha estado viviendo en Brasil y que no está trabajando demasiado, Wanda se ha ocupado de que todos sepan del acontecimiento. Y los medios le han prestado atención. Y lo que tampoco pasa desapercibido es el misterioso razonamiento que lleva a que una chica que desde su adolescencia se dedicó a mostrar sus siliconas, que cuando tenía diecisiete dijo que había sido amante de Maradona, que más o menos a esa edad se insinuaba y a la vez decía que era virgen y que, entre otras cosas, luego protagonizó un corto video sexual que circuló por Internet, resuelva que lo mejor para su hijo es ingresar a la iglesia católica. Tal vez el bautismo del niño le hace sentir que terminó de dejar atrás todo lo que hizo, o tal vez para ella es perfectamente compatible aceptar valores cristianos y luego llevar un modo de vida que, ostentosamente, parece desafiarlos. Vaya uno a saber. En cualquier caso aquí no se la juzga, solo se habla del hecho de que se va.
Pero no va a Brasil, sino a Italia. Es que su marido fue contratado para jugar al fútbol allí por mucho, pero mucho dinero. De todas maneras Wanda ha trabajado mucho en su carrera, ha invertido en su físico y se ha preocupado notoriamente por hacer buen dinero. Si se va a Europa, no va a dejar todo lo que logró en Argentina. Tarde o temprano seguiremos escuchando de ella.