Celulares, gran red de información

Sociedad. Ensayan su uso para dar alerta ante enfermedades y monitorear temas ambientales

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LONdres | THE ECONOMIST

Si su teléfono móvil pudiera hablar, revelaría mucho. Es obvio que conoce sus secretos más profundos, ya que tiene conocimiento directo de sus llamadas y mensajes de texto y posiblemente también de su correo electrónico y su diario personal. También sabe dónde usted estuvo, cómo llega a su trabajo, adónde le gusta ir a almorzar, a qué hora llega a su casa y los lugares a los que le gusta ir en el fin de semana.

Si se pudiera agregar ese tipo de información de grandes cantidades de teléfonos, sería posible determinar y analizar cómo la gente se mueve en las ciudades, cómo interactúan los grupos sociales, la rapidez del tránsito y hasta cómo se diseminan las enfermedades. Los 4.000 millones de celulares que hay en el mundo podrían convertirse en sensores de una red global de recolección de datos.

También podrían usarse para recoger información por vías más directas. Los sensores dentro de los teléfonos o adheridos a éstos, podrían juntar información de la temperatura, la humedad y el nivel de los ruidos, entre otros. De manera más directa, la gente podría enviar información desde sus teléfonos, por voz o mensaje de texto, a un depósito central. Podría ser una manera útil de reunir datos con celeridad durante una operación de ayuda ante un desastre o para hacer el seguimiento del brote de una enfermedad. Ingenieros, biólogos, sociólogos y trabajadores humanitarios están construyendo sistemas que utilizan celulares para detectar, monitorear y hasta pronosticar movimientos de la población, accidentes que afectan al ambiente y amenazas a la salud pública.

Un buen ejemplo es InSTEDD (la sigla en inglés de Apoyo Innovador ante Emergencias, Enfermedades y Desastres), un grupo sin fines de lucro con sede en California, que promueve el uso de la telefonía móvil para mejorar la capacidad de las naciones en vías de desarrollo de responder a desastres. Creado en 2007 con recursos del brazo filantrópico de Google y de la Fundación Rockefeller, acaba de presentar un conjunto de programas abiertos para compartir, agregar y analizar datos procedentes de teléfonos móviles. Su primera prueba fue en Camboya, donde trabajadores de la salud envían mensajes de texto que contienen observaciones y diagnósticos, a un número central.

La ubicación de quien envió el mensaje está determinada en cada mensaje y surge en un mapa interactivo que puede ser visto en la web. Al hacer click en el mapa, se pueden enviar mensajes de texto en respuesta desde un centro de control. InSTEDD señala que este servicio, llamado GeoChat, permite hacer una verificación geoespacial de la información, a medida que el equipo móvil trabaja para confirmar, refutar o actualizar datos.

El ejecutivo de InSTEDD, Eric Rasmussen, indicó que el sistema permite reducir el tiempo de procesamiento y trasmisión de los datos desde lugares remotos a las jerarquías correspondientes para que se pueda dar la alarma. GeoChat fue oficialmente adoptado en los seis países que comparten la frontera en la Cuenca del Río Mekong, incluyendo a Myanmar y la provincia de Yunnan, en China, lo que ha permitido establecer un flujo en tiempo real de datos sobre enfermedades que envían las aldeas de la región a los Ministerios de Salud Pública de cada país. Las autoridades pueden optar por compartir la información con organismos internacionales como el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, según si sigla en inglés), de Estados Unidos o la Organización Mundial de la Salud. El objetivo es permitir una rápida respuesta a cualquier brote de gripe aviar, cólera, malaria o dengue. InSTEDD apoya a organizaciones de ayuda y organismos de los gobiernos a desplegar sus instrumentos gratuitos en otros países, incluyendo a Bangladesh, Tanzania y Perú, en tres continentes.

Un enfoque alternativo es recoger información de manera pasiva desde celulares, sin intervención del usuario. Alex Pentland, un científico especializado en computación del Instituto Tecnológico de Massachusetts, sueña con hacer una suerte de rayos X de organizaciones, ciudades y países, mediante la recolección de datos por dos vías. La primera es que algunos celulares pueden captar información sobre personas como son sus niveles de actividad, utilizando sensores de moción incorporados. La segunda es que la información de los operadores de redes móviles, que hacen el seguimiento de los celulares para traspasarlos fluidamente de una red celular a otra, pueden proveer un panorama de alto nivel de cómo son los movimientos de las personas. Los algoritmos de Pentland pueden juntar información de miles de celulares y dividir a las personas en "tribus" por la manera similar como actúan.

ALERTA. Sense Networks, una empresa cofundada por Pentland, quiere usar los pronósticos derivados del seguimiento de los celulares no sólo con fines comerciales -por ejemplo, producir mapas en tiempo real que muestren los lugares nocturnos más populares de una ciudad- sino también para el bien público. La fundación de caridad de la empresa trabaja con Vodafone, los CDC y otros colaboradores para crear un sistema de alerta temprana para pronosticar la diseminación de la tuberculosis en Sudáfrica. Como primer paso, Sense recoge información de la situación de un grupo de pacientes asistidos en el Helen Joseph Hospital de Johannesburgo, que participa de manera voluntaria. Pentland y sus colegas podrán conocer los barrios a los que concurren con frecuencia los pacientes y las vías por las que lo hacen. Confían que eso les permitirá establecer las características de los pacientes típicos que sufren de tuberculosis, y detectar personas que pueden ser infectadas en una población más amplia.

A algunas personas les inquieta la idea de que sus movimientos puedan ser seguidos, aunque los datos sean utilizados agregados y sin identificación. Conocer la posición de cada persona no es suficiente de por sí para determinar si es portadora de una enfermedad o le interesaría ir a un determinado lugar nocturno. Por tanto, el mejor enfoque podría ser combinar aportes informativos voluntarios (serían potencialmente no confiables) por vía manual con el sistema de captura automática de datos, que no requiere la intervención del usuario, aunque quizás no capte la totalidad del panorama.

VASTA RED. Un ejemplo de ello es el estudio de la contaminación de los pozos de agua en Bangladesh, realizado por Andrew Gelman, de la Universidad de Columbia. Su labor combinó lecturas de sensores de agua remotos con preguntas y datos que los pobladores de aldeas enviaron desde sus celulares.

A una escala mayor, Rasmussen, de InsTEDD intentó formar una red global, con el nombre tentativo de Arcángel, para combinar todo tipo de fuentes de información, desde imágenes satelitales hasta sensores sísmicos y textos que envían los trabajadores humanitarios desde campos de refugiados.

Algunos científicos del área de computación aguardan el día en que los teléfonos móviles y los sensores puedan proveer un sistema nervioso central de todo el planeta. Creen que una abundancia de sensores permitirá incrementar la cantidad de datos. lo que permitirá a los científicos hacer modelos más precisos. Alessandro Vespignani, de la Universidad de Indiana, sostiene que los científicos nunca pueden reunir datos suficientes ante problemas como el seguimiento y predicción de enfermedades y otros riesgos al ambiente.

MEDICIONES. Una vez que las personas puedan aportar datos a proyectos de investigación desde sus celulares, pueden crearse las condiciones para ampliar la participación del público en actividades científicas. Eric Paulos, científico del área de computación en la Universidad Carnegie Mellon, en Estados Unidos, pronostica que surgirán "científicos ciudadanos" con capacidad para medir y obtener muestras de su entorno donde quiera que vayan. Cuando la gente puede informar de variables mundanas como el nivel del ruido del tránsito en la calle donde vive o el grado de contaminación del aire en la parada de ómnibus, cambia su perspectiva de la ciencia. "La gente desarrolla una relación y un sentido de propiedad de los datos", sostiene. Avizora expertos amateurs impulsados por un nuevo sentimiento de voluntarismo. Nokia ha desarrollado un prototipo de celular con sensores ambientales.

Paulos ha equipado a limpiadores de calles en San Francisco, Estados Unidos y taxis en Accra, la capital de Ghana (África) con sensores para medir los niveles de contaminación, los que luego utilizó para trazar el mapa del paisaje ambiental de cada ciudad. Está haciendo lo mismo con ciclistas en Pittsburgh, Estados Unidos. Estudiantes avanzados en su nuevo laboratorio ambiental han colocado sensores en hogares, con la finalidad de tomar muestras se agua y de la calidad del aire en el interior de las viviendas. Los resultados son volcados en un sitio web donde los participantes pueden compararlos con los aportes de otras personas.

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