Derechos humanos

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Los síntomas de la descomposición de un régimen pueden ser muy variados. El sindicato Solidaridad marcó el comienzo del fin para el comunismo en Polonia. Los primeros atentados de ETA mostraron la decrepitud del franquismo en España. La alianza de civiles y soldados anunció la liberación de Portugal. Las Madres de Plaza de Mayo inauguraron el repudio a la dictadura militar en Argentina. Ahora, 51 años después del triunfo de la revolución en Cuba, las Damas de Blanco encarnan la protesta popular contra un gobierno tan envejecido como sus dirigentes, cuyas consignas -que en 1959 levantaron a la isla- ya se han vaciado de significados. De la misma forma en que los indicios de una grave enfermedad se revelan en pequeños quebrantos, o como la caída de un muro empieza en una grieta, los indicadores de que el sistema cubano tambalea, ya están a la vista.

El 23 de febrero murió el albañil Orlando Zapata luego de 83 días de huelga de hambre en una cárcel, pidiendo la liberación de presos políticos. El 25 de febrero, el periodista Guillermo Fariñas inició su propia huelga de hambre y sed en su casa de Santa Clara, invocando el mismo reclamo, seguido de varios reclusos que adoptaron una medida similar desde la prisión. Ese proceso motivó declaraciones de varios países, condenando la situación que padecen los derechos humanos y el ejercicio de la libertad en Cuba. Mientras Fariñas mantenía su actitud -sólo interrumpida por una hospitalización con alimento intravenoso- sucedieron otras cosas, como nuevos eslabones de una cadena de pronunciamientos que no dejan lugar a dudas sobre la integridad de quienes los formulan, sobre la urgencia que los impulsa ni sobre la autenticidad de un sentimiento que se generaliza.

El 17 de marzo, las Damas de Blanco volvieron a desfilar por el centro de La Habana, hábito que mantienen desde hace un tiempo y que se repite con frecuencia semanal. Se trata de unas 30 esposas y familiares de los 75 presos políticos que en 2003 fueron arrestados, 53 de los cuales siguen en la cárcel. Pero la marcha del miércoles pasado, en la que participaba por primera vez la madre de Zapata, fue cortada por la policía, que arrastró a las manifestantes hacia dos autobuses para conducirlas compulsivamente al domicilio de la dirigente del grupo. Ese mismo día se conoció un manifiesto por la liberación de presos cubanos, firmado en España por personalidades de la cultura como el realizador Pedro Almodóvar, los cantantes Ana Belén y Víctor Manuel, y los escritores Angeles Mastretta y Fernando Savater, entre otros.

La Cancillería de México también emitió un comunicado sobre la muerte de Zapata, "injustamente encarcelado", llamando al gobierno cubano a "realizar las acciones necesarias para proteger la salud y la dignidad de todos los prisioneros". El 20 de marzo se supo asimismo que el cantante Pablo Milanés -de cuyo apego por el régimen cubano nadie duda- en medio de su gira por España, acusaba al gobierno castrista de "no cumplir con los cambios prometidos, mientras el pueblo se pregunta en medio de una parálisis agónica, cuándo llegarán". Y agregó: "Esa es una de las razones por las que lucho en mi país".

Oficialmente, el Uruguay no se ha pronunciado al respecto. En el Parlamento hubo tres intentos de la oposición para publicar una declaración, pero fueron frenados por la bancada oficialista en ambas Cámaras. El Partido Comunista tomó posición señalando que Zapata era "un delincuente común" y los sectores frenteamplistas encomendaron a su comisión de asuntos internacionales la redacción de un texto donde quede constancia de su tradicional defensa de los derechos humanos, mientras algún legislador de la coalición aconsejaba no entrometerse en los asuntos internos de otro país, que en el caso es la excusa perfecta para callarse la boca, poniendo la estrategia por encima de la verdad. Sería feo calificar esa prescindencia de los parlamentarios del gobierno como un signo de complicidad ideológica, oportunismo político o doblez moral, pero la actitud oficialista ha estado sombreada por esos tres rasgos, procurando defender lo insostenible.

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