JOSHUA KURLANTZICK | NEWSWEEK
En los últimos meses la guerra verbal entre China y Japón sobre unas islas en disputa en el Mar del Sur de China ha inquietado a muchas naciones asiáticas, que preferirían que sus vecinos se enfocaran en el comercio pacífico. Ahora se suma el ataque de Corea del Norte a una isla de su vecino del Sur. Estas batallas oscurecen, sin embargo, otra tendencia regional más preocupante: los países asiáticos se están preparando para la posibilidad de una pelea real.
De acuerdo con el Instituto Internacional de Investigación de la Paz de Estocolmo, el monto gastado en compras de armas por parte del Sudeste de Asia casi se duplicó entre 2005 y 2009, según las últimas cifras disponibles. El frenesí de compras de armas continuará y se espera que el incremento también se registre este año y en 2011, pese a la caída de la economía global. En efecto, Asia se ha convertido en la tierra prometida para muchos fabricantes de armas de Occidente y Rusia.

Las naciones asiáticas están gastando en armas, en parte, debido a que el armamento que tienen se volvió obsoleto y muchos países no lo reemplazaron durante la crisis financiera asiática de fines de los años `90 y comienzos del 2000. Pero hay otra causa mucho más preocupante para esta carrera armamentista: algunos de los Estados históricamente más inestables y agresivos de la región se están remilitarizando y otorgando a sus Fuerzas Armadas partes del poder sin precedentes: a medida que países como Pakistán, China y Corea del Norte se remilitarizan, los Estados democráticos de la región se sienten obligados a hacer lo mismo.
China incrementó recientemente su presupuesto de defensa en más del 10% y ya construyó una verdadera Armada. "El ritmo y alcance de la modernización militar de China se ha incrementado", apunta el informe más reciente del Pentágono sobre la estructura militar china. Este fortalecimiento "incrementará las opciones de China para usar la fuerza militar para tener ventaja diplomática o resolver disputas a su favor".
De alguna manera, el fortalecimiento simplemente refleja el creciente peso económico de China, pero también se produce debido a que sus Fuerzas Armadas son políticamente más poderosas. Contrariamente a lo que hicieron los ex líderes Deng Xiaoping y Jiang Zemin, el actual presidente Hu Jintao y su presunto heredero, Xi Jinping, no tienen estrechos vínculos militares, lo que ha permitido al Ejército de Liberación del Pueblo (ELP) jugar un papel más fuerte en las políticas, de acuerdo con las coincidentes opiniones de muchos dirigentes chinos.
Al menos China es más estable que otras de las naciones que se remilitarizan. En Pakistán -quizá el Estado más inestable del mundo- el Ejército, que a fines de la década de los `90 vio reducido su poder por gobiernos civiles democráticos, una vez más ha tomado las riendas políticas. El país incrementó su gasto en defensa 17% en su presupuesto de 2010-2011 y el jefe de Estado Mayor del Ejército, Ashfaq Parvez Kayani, ha liderado esencialmente la acción diplomática con Estados Unidos y otras potencias. En efecto, jerarcas de la administración de Obama admiten en privado que prefieren tener trato con Kayani, que saben que es el verdadero poder, en lugar de con el presidente civil débil, Asif Ali Zardari.
En la ex Birmania la junta militar -que quiere aumentar su poder a medida que la generación más veterana de líderes pasa el control a los generales más jóvenes- ha advertido a grupos de minorías étnicas en áreas periféricas que el Ejército las atacará en breve a menos que se incorporen a la fuerza de vigilancia fronteriza controlada por la junta. Asimismo, la junta gastó en fecha reciente unos US$ 600 millones en 20 aviones de combate rusos y, de acuerdo con algunos analistas, podría estar construyendo un programa nuclear con ayuda de Corea del Norte.
COMPLACEN. En la propia Corea del Norte -donde Kim Jong Il está enfermo y su sucesor, Kim Jong Un, no ha sido puesto a prueba- hay creciente dominio, entre bambalinas, por parte del Ejército, según la evaluación coincidente de la mayoría de los observadores de la situación norcoreana. "Al tener una base de poder menor a la de su padre, Jong Un dependerá aún más del apoyo de los principales líderes del partido y militares", argumenta el experto en Corea del Norte Bruce Klingner, de la Heritage Foundation, un centro de estudios políticos con sede en Washington.
Aun sin esta nueva acumulación progresiva de armas, países como Corea del Norte y Pakistán han asustado a sus vecinos debido a su opacidad y reacciones impredecibles. Sin embargo ahora, con los militares en la conducción, aterrorizan a Asia. Analistas de la situación de China creen que el poder de los generales "halcones" del ELP es uno de los motivos principales que llevaron a Pekín a incrementar su confrontación con sus vecinos por el Mar del Sur de China y otras aguas en disputa en este último año. Al tener a los militares bajo control, Pakistán ha peleado cuatro guerras con India desde la partición, y las Fuerzas Armadas paquistaníes están reorientando nuevamente el país hacia una acumulación de fuerzas contra India, lo que desvía soldados de la batalla contra el Talibán.
Con Kim Jong Il a la cabeza, Corea del Norte ha desarrollado una reputación como uno de los regímenes más erráticos e imprevisibles del mundo. Pero, al menos, la nación estuvo bajo control. Ahora, con más cantidad de militares que influyen en las políticas, es posible que Corea del Norte se incline hacia un ataque a sus vecinos -como ocurrió días pasados contra Corea del Sur- debido a que ningún líder puede mandar individualmente. Muchos observadores estiman que el incidente de marzo, donde se denunció una acción norcoreana que hundió la nave Cheonan de Corea del Sur y mató a 46 marineros, fue obra de los líderes civiles norcoreanos, que intentan asumir una postura dura contra el Sur para complacer a los militares y, por consiguiente, ayudan a asegurar el respaldo del Ejército al joven Kim Jong Un.
CUANTIOSO. Para salvaguardarse a sí mismas contra los resurgidos líderes militares, las democracias de Asia se han incorporado a la carrera de armamentos. Recientemente, Malasia gastó casi US$ 1.000 millones en submarinos nuevos que usará para patrullar las aguas que son reclamadas por China. El Ejército de Indonesia anunció la compra de nueve escuadrones compuestos por aviones de combate nuevos y Tailandia, que teme que un enfrentamiento armado entre la junta de la ex Birmania y las minorías étnicas pueda derramarse a su lado de la frontera, duplicó su presupuesto de defensa de unos US$ 2.400 millones en 2006 a casi US$ 4.800 millones el año pasado.
Los contratistas de defensa privados estadounidenses dicen por lo bajo que India es una mina de oro potencial debido a que aumentó su presupuesto de defensa en más del 20% en 2009. De su lado, Corea del Sur anunció que aumentaría sus compras de las armas más avanzadas de Estados Unidos, incluyendo aviones de combate nuevos, para contrarrestar a Corea del Norte. Y hasta Taiwan, que se había mostrado renuente a actualizar sus defensas, a raíz de preocupaciones presupuestales, y temor a enfurecer a China, gastó este año US$ 6.000 millones en armas estadounidenses nuevas, incluyendo misiles y helicópteros.
Pero al decidir el fortalecimiento de sus propias Fuerzas Armadas y al otorgarle más poder a los jefes militares ante los peligros regionales, algunas de las más prometedoras democracias de Asia están dañando la estabilidad política que las hace prósperas y previsibles, exactamente lo opuesto a Corea del Norte y la ex Brimania.
En Tailandia, el jefe del Ejército, Prayuth Chan Ocha, conservador y monárquico de línea dura, ahora tiene más influencia que el primer ministro, Abhisit Vejjajiva, de acuerdo con varias jerarcas tailandeses. Prayuth admitió que los militares son nuevamente una gran fuerza política y la semana pasada se negó a descartar otro golpe de Estado como el de 2006.
"Intentaré alejarme de la política, estar al margen de la misma y dejársela al gobierno. Pero si debe restablecerse el orden en el país, los militares -como un mecanismo de gobierno- primero, deben ayudar a forjar el orden", comentó el jefe del Ejército, Prayuth.
PERSPECTIVA. Hay excepciones donde el fortalecimiento militar no amenaza a las democracias, como en Corea del Sur e India, donde los militares claramente aceptan al gobierno civil. Pero en términos globales el resurgimiento de la influencia militar en la política ha sido desastroso para la democracia en Asia. En Filipinas, por ejemplo, los militares supuestamente han sido vinculados a cientos de muertes extrajudiciales de militantes de izquierda en la última década. Y a medida que el Ejército se hace más poderoso, ese tipo de abuso rara vez es investigado: ningún alto oficial militar ha sido acusado por los crímenes.
En Indonesia -donde las Fuerzas Armadas dominaron la política bajo Suharto pero en la era democrática fueron privadas de gran parte de su influencia- el Ejército ha usado las amenazas regionales para comenzar a reconstruir su poder político. Además de obtener nuevos acuerdos de armas, el Ejército de Indonesia ha asumido algunas responsabilidades de contraterrorismo que eran de la Policía, pese al temor de muchos militantes locales de que los militares, con su horrenda trayectoria en materia de Derechos Humanos, socavarán el fuerte progreso del sistema judicial del país. A la larga, si alguno de los países que amenazan, como Corea del Norte y Pakistán, realmente comenzaran a abrirse haciendo que sus sistemas políticos sean menos opacos, las democracias de la región podrán sentir menos necesidad de fortalecer a sus propios ejércitos. Pero si se tiene en cuenta la orientación de gobiernos como el de Corea del Norte, ese no parece un escenario probable.
(El autor es miembro del Consejo norteamericano de Relaciones Exteriores y especialista en el Sudeste asiático).