SEBASTIÁN AUYANET
La nueva sorpresa de Jagger y Richards es un paquete de diez canciones inéditas que acompañarán el 18 de mayo la reedición de Exile on Main St.; un documental sobre la grabación de ese fundamental disco irá de yapa con el paquete.
A muchos músicos les pasa algo raro cuando aprueban la mezcla definitiva de una canción en la grabación de un disco. Muchos sienten que, en ese momento, las canciones mueren porque quedan registradas apenas en una sola versión, una sola posibilidad de muchísimas ensayadas, estudiadas y trabajadas dentro del estudio.
Así sucede también que muchas de esas canciones quedan "vivas" en las cintas aunque muertas o en estado perpetuo de gestación para el resto del mundo, bien porque no pasaron el proceso de selección o porque no se termina de encontrar su versión definitiva.
Esa es una de las respuestas que podría tener el hecho de que a 37 años de la entrada a grabar Exile on Main St. los Rolling Stones develen que su próxima reedición tendrá diez canciones jamás escuchadas, un número importante de rescates emotivos que acompañarán esta edición que incluso tendrá un booklet de más de 50 páginas.
Claro que los Stones no tenían mucha idea de todo lo que se registró en esos años de demasiado rock y pulsión por grabar y tocar. "Durante la grabación no me di cuenta de la presencia de los camarógrafos, me sorprende la cantidad de imágenes que consiguieron", dijo a la revista Rolling Stone el guitarrista Keith Richards después de ver la película que ahora acompaña al disco.
No era un gran momento económico para ellos. El año 1971 fue el año en que tuvieron que salir poco más que a las corridas de las islas británicas debido a los impuestos por ingresos que el gobierno les reclamaba. Además, la banda estaba casi en quiebra, y tenía que rehacerse sobre la riqueza remanente, que por otro lado no era poca. Exile... se grabó en la riviera francesa, más precisamente en una mansión frente al mar que Keith Richards poseía desde unos años atrás. "Por supuesto que a nadie le gustaba nada cuando estábamos buscando un lugar donde grabar el disco", recuerda el road manager Jerry Pompili a Robert Greenfield en el disco Exile on Main St..: a season in hell with the Rolling Stones. "Terminamos grabando en casa de Keith, típico comportamiento de los Rolling Stones.
De ese subsuelo lleno de humedad donde estuvieron trabajando en lucha con sus propios demonios (un Richards aquejado por los dolores corporales y la abstinencia mal reprimida, un Jagger cada vez más díscolo y hedonista, un Bill Wyman desilusionado por la falta de trabajo de la banda) y de donde salieron canciones, en una prueba más del caos como motor generador de arte que deja huella.
Fue gracias a discos como Exile on Main St. que buena parte de la cultura rock entendió que no se necesitaría desencadenar una revolución musical activada por estilos y resignificaciones sonoras para sorprender. Por el contrario, los Stones se ciñeron a su estilo y a sus canciones. En aquel momento, el crítico Lenny Kaye señalaba que los Stones se habían capacitado en explorar todos los reflejos y sombras que podía tener una canción: "En las cuatro caras (era un vinilo doble) los Stones definen la misma canción en tantas variantes como pueden. Y si por un lado prueban la eterna constancia y estilo, por el otro pueden cerrar el disco dejándote con esa sensación vaga de insatisfacción, ni cerca de los picos con los que esta banda premiaba en sus discos pasados. Lo de los Stones siempre ha sido traerse algo del pasado y machacarlo hasta el límite", escribía en su reseña.
Desempolvadas. Cuando la compañía decidió reeditar ese disco doble -para muchos, el mejor de toda la carrera de los Stones- pidió a Mick Jagger que fuera al archivo y buscara viejas canciones aún no editadas. "Yo creía que las habíamos usado todas", dijo el cantante. Sin embargo, aparecieron temas como Pass the wine o Dancing in the light, así como también versiones no utilizadas de canciones como Loving cup.
Jagger sacó todo lo que había y lo llevó al productor Jimmy Miller. Junto a él y a Don Was, otro productor de cabecera del grupo, Jagger y Richards -que cuando producen firman como The Glimmer Twins- trabajaron esos diez nuevos tracks. "Agregué algunas percusiones, Keith puso la guitarra en uno o dos temas", cuenta Mick, que además tuvo que armar una letra completamente nueva para la canción Following the river. "Yo quería dejarlas más o menos como estaban. No quería interferir con la Biblia. Esas canciones aún tienen un gran sonido a desván", explicó Richards.
La reedición promete ser la primera de una batería de muchas más con este tipo de novedades que planea hacer el sello Universal. Esa multinacional adquirió los derechos sobre la música de los Stones desde hace más de tres años. En tanto, Keith Richards sigue grabando canciones junto a Jack White, de los White Stripes. Varias revistas han señalado la posibilidad de que el guitarrista sea el próximo productor de un disco de los Rolling Stones, algo que de por sí genera bastante curiosidad.