Alexander Laluz
Julio Bocca le dio el sí al Sodre y para sorpresa de todos -bailarines, entendidos, prensa y público de a pie- el ballet salió raudo del ostracismo mediático, se convirtió en tema de actualidad y en una de las prioridades para la gestión cultural oficial.
Una estrella de la danza mundial toma ahora el timón de una compañía de baile con 75 años de historia, la herencia de un prestigio que devino mito, más un sinfín de dramas, carencias y una burocracia aparatosa que descolocaría al mejor plantado.
"Cierto, nos tomó de sorpresa por lo rápido que fue todo, pero fue una sorpresa grata. Se abren muchas posibilidades con una figura como Bocca en el Sodre y que tenga la posibilidad de hacer esos cambios que tanta falta hacen". Lo dice Alejandro Godoy quien conoce la historia de adentro, del otro lado del telón visible. Hace 35 años que integra el ballet del Sodre, es primer bailarín, y desde mayo del año pasado dirige la compañía junto a Rossana Borghetti. Su relato es muy similar al de sus otros colegas: los problemas que se arrastran desde hace muchos, muchos años, son graves, y merecen una atención especial.
"A los bailarines les ocurre lo mismo que a los futbolistas. El cuerpo no puede estar entrenándose al máximo durante uno o dos meses, y después pasar otro tanto sin hacer nada", confiesa la bailarina y coreógrafa María Inés Camou, que también integra esta compañía desde hace tres décadas y media. "Tampoco podés estar lidiando permanentemente con la pesada burocracia que a veces hace que no puedas poner un ballet clásico porque te faltan las zapatillas". Parece un absurdo, pero los trámites de una compra así pueden perderse en el recorrido entre las oficinas de varios ministerios, o esperando la firma que finalmente la autorice. Y cuando llega, ya pasó el tiempo de la obra y la agenda de la temporada.
Mientras tanto, los tendones, los músculos, absorbieron la huella del ejercicio intenso y luego el pasaje a la inactividad. Se siente y mucho. Más aún si en esas fibras llevan acumulados varios años sobre el escenario buscando la realización artística, lidiando -y quizás sin mucha fortuna- con la implacable caducidad de las fases de esta carrera.
"La carrera de un bailarín empieza antes que cualquier otra carrera. Los estudios tienen que arrancar a los ocho años; te formás durante casi una década y recién a los 18 o 19 estás en condiciones de entrar al campo laboral", explica Camou. Así se prepara el cuerpo para convertirlo en herramienta de un lenguaje artístico, la materia para comunicar, expresar. Pero "el tope para llegar a lo máximo de la carrera son 25 años, o sea cuando tenés cerca de cuarenta". A esa edad el cuerpo ya no responde de la misma manera, y no siempre resiste la exigencia. "Y si bien uno trata de mantenerse en forma, se pierde potencia muscular. Por eso Julio (Bocca) se ha retirado, porque sabe que no puede estar en el mismo nivel que antes".
Al llegar a esa etapa, las opciones pueden ser muchas: la enseñanza, la dirección de puestas en escena, la creación de coreografías. O el retiro. Aquí, en Uruguay, sin embargo, esta última opción dejó de ser una utopía y se convirtió, desde mediados de los años setenta y comienzo de los ochenta, en un (grave) problema debido a la falta de una ley jubilatoria que contemple este caso específico.
"Yo bailé hasta los 50 -dice Camou-, pero seguíamos sin esa ley y yo me quería retirar bailando; quería hacerlo dignamente. Y, bueno, no pude más. Ahora tengo 55, 35 años de carrera y todavía no puedo jubilarme. El tema es que además le estás quitando un lugar a la gente joven".
Godoy -al igual que otros bailarines de esta generación- han asumido como bandera la restitución de este derecho "que teníamos antes, cuando por la ley que estaba vigente antes de los setenta uno se podía jubilar con 20 años de trabajo, un tope que después se modificó a 25 años. Pero esa ley la derogó la dictadura y nunca más. Incluso con los gobiernos democráticos se hicieron varios intentos, negociaciones, estudios, pero no se pudo volver a un marco legal como ese. Recuerdo que el ex presidente Sanguinetti hizo mucho por esto, pero tampoco se pudo avanzar".
Las nuevas autoridades del Sodre, reconoce Godoy, son conscientes del problema, y están buscando una solución. "Buttazzoni me decía que como tanta gente va a hacer los trámites y rebota en la Caja de Jubilaciones, quizás haya que buscar otra solución", quizás a través de otra figura legal. "Es difícil, pero la situación hay que atenderla. Muchos de los compañeros que hicieron gestiones ante la Caja, comprobaban que tenían 35 años de trabajo pero cuando les preguntaban por la edad, y decían, por ejemplo, 45, el trámite no corría. Es evidente, por la ley actual tenían que esperar hasta cumplir 60 o 65. Es verdad, a los 45 seguís siendo joven, pero ya no podés bailar como antes". Mucho menos a los 60.
Actualmente la compañía tiene una plantilla de 53 bailarines, y la mayoría -casi la tercera parte del colectivo, según informaron otras fuentes- está en edad de jubilarse. También hay que sumar a este grupo, un número no menor de lesionados, con lo cual el número de artistas disponibles para cualquier puesta en escena se reduce considerablemente.
El año pasado, durante la gestión de Godoy y Borghetti, se realizaron audiciones en las que se seleccionaron 18 bailarines jóvenes. "Ése es el plantel activo que tiene la compañía, aunque en calidad de extras". Esto es: sus contratos son a término (generalmente por una temporada), se les paga por caché, y lo que ganan -según pudo averiguar El País-, no supera los 7 mil pesos. Otra situación preocupante que, de acuerdo a lo que recalcó Godoy, preocupa y mucho al nuevo Consejo del Sodre. Es más, "cuando yo le hice el planteo de esta situación, a (Fernando) Buttazzoni le pareció una aberración". Las medidas ya se habrían tomado, pero "su concreción se va a demorar; hay que cumplir con todos los papeleos y ver si hay fondos".
Los relatos de los bailarines y allegados a este cuerpo estable están poblados de este tipo de problemas, conflictos, reclamaciones. En ellos, no cabe duda, les va buena parte de sus vidas. Por ello esta flamante designación de Julio Bocca renueva una prudente esperanza. Se espera un proyecto desafiante, que nutra de contenidos la casa recuperada, el también flamante Auditorio Nacional. Consta de que él está abocado a eso. Además, que cuenta con las credenciales para llegar a buen puerto, y, un dato para nada menor, con el explícito apoyo de las autoridades del Sodre, del Mec, y hasta del propio Presidente de la República.
La formación como una prioridad en la futura gestión de Julio Bocca
"Ahora hay que rehacer a la compañía, en lo técnico, en lo artístico, hacer que recupere la fe y la confianza, y dar todas las condiciones de trabajo para poder ponerla en marcha en el teatro. Tenemos por fin un Auditorio de verdad", dijo una de las fuentes consultadas por El País.
Bocca, agregó, tiene las condiciones para hacerlo y cuenta con un apoyo muy importante, "con el Presidente Mujica a la cabeza". Para poder concretar ese proyecto de transformación, el destacado bailarín argentino, que luego de su retiro fijó su residencia en nuestro país, tiene en carpeta algunos planes para trabajar en el plano formativo.
La fuente citada aclaró que ya está trabajando en eso, lo que fue confirmado por Alejandro Godoy: "Julio lo conversó conmigo esto. Él quiere unificar criterios entre la compañía y la Escuela (Nacional de Danza). Me parece fantástico, porque eso tiene que ver con fijar nuevas pautas, que permitan, entre otras cosas, que los alumnos puedan pasar directamente al cuerpo de baile". Por ello, ya tiene planeado una reunión con los docentes y la dirección de esta Escuela, que actualmente depende directamente del Sodre. Las tareas pendientes son muchas, agregó Godoy, ya que esta institución ha vivido "muchos años de deterioro, de pérdida de alumnos", y es muy importante que los jóvenes puedan seguir aquí su carrera y no tengan que emigrar.
El balance de un año
El pasado mes de mayo, los primeros bailarines Rossana Borghetti y Alejandro Godoy asumieron la dirección del ballet del Sodre con la idea de reflotar una temporada castigada por varios problemas. "Tratamos de hacer con lo que había, que era prácticamente nada, no teníamos ningún recurso, pero logramos hacer 38 funciones con la compañía", explica Godoy. Una cifra que supera ampliamente a las temporadas anteriores (el promedio estaba entre 12 o 15 funciones al año). La designación de estos artistas se extenderá hasta el 31 de mayo de este año, momento en el que asumirá el cargo Julio Bocca.
Ideas, metas y proyectos para el futuro del ballet del Sodre
La noticia corrió tan rápido que no hubo casi tiempo para acomodar el cuerpo para la sorpresa. Julio Bocca aceptaba el martes pasado la dirección del ballet del Sodre, con el público respaldo del Mec y el Presidente José Mujica. Esa misma tarde, la estrella mundial de la danza confirmaba su aceptación del cargo, a la vez que reconocía que éste era el momento para asumir el desafío, y que su proyecto de trabajo se enfocará en tres áreas: la formación, la programación artística, y la descentralización. Según informaron fuentes no oficiales a El País, los detalles y estrategias de este ambicioso proyecto, que implicará una importante reestructura, se darán a conocer a fines de abril, antes de que Bocca asuma formalmente el cargo.