MATÍAS CASTRO
El mundo del espectáculo puede ser ocasionalmente muy tramposo y jugar malas pasadas a sus protagonistas. ¿Qué sería del caso de Sandra Bullock si ni ella ni su esposo fueran famosos? Es probable que las relaciones extramaritales que él mantuvo no hubiesen salido a la luz, o que hubiesen salido pero sin la catarata de escándalos que hubo en estos diez días.
Primero una revista estadounidense publicó la noticia bomba: Jesse James había engañado a Bullock durante once meses con una modelo de tatuajes. La historia se confirmó de inmediato y Sandra Bullock desapareció del medio, literalmente se evaporó. Al contrario, James siguió en el medio e hizo algunas declaraciones bastante lamentables, como pedir perdón y decir que se arrepentía. Siguió a esto la inevitable sucesión de escándalos, que se suelen acumular en casos como este. Aparecieron otras amantes y también apareció una foto en la que él hacía el saludo nazi y usaba un gorro militar. La historia ahí comenzó a adquirir ribetes de chisme barato, al mismo tiempo que el bochorno de Bullock crecía.
Ella canceló todos sus compromisos y evitó la prensa. Trascendió solamente que iba a pedir el divorcio y nada más. Pero el lío no se detuvo con esto, porque surgió un rumor que afirmaba que existía un video pornográfico con ella. La acumulación de disparates se magnificó hasta tal punto que Bullock debió hablar públicamente, y ofreció declaraciones a la revista People, la más influyente en este rubro de la farándula estadounidense, en las que negaba la existencia de este video. La aparición de notas de prensa que refieren a videos pornográficos supuestamente protagonizados por famosos es frecuente. Algunos son reales, otros son protagonizados por personas parecidas a ciertos famosos (como el que enredó a Mónica Farro hace dos años). En todo caso, el rocambolesco caso de Bullock y James vino a romper con la supuesta tranquilidad de una pareja que se mostraba impecable ante las cámaras, pero que ocultaba más.