Cárcel modelo para presas con hijos

El Molino. Lo inauguran hoy; tiene 30 habitaciones y el requisito es la buena conducta

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RENZO ROSSELLO

La mayoría de las procesadas tiene entre 18 y 22 años. Son madres de hijos pequeños y, en muchos casos, no han terminado sus estudios. Desde hoy 24 de ellas comenzarán a vivir la experiencia en la nueva Unidad Penitenciaria El Molino.

Un alto portón de hierro pintado de negro y al lado un cartel que indica: Unidad Penitenciaria El Molino. Por ahora los vecinos de la calle Vicente Basagoity casi Emilio Romero miran con desconfianza. Después de todo se trata de una cárcel lo que funcionará donde durante muchos años hubo un hotel de alta rotatividad.

Pero dentro de los muros se echa a andar uno de los proyectos penitenciarios más ambiciosos: una prisión para procesadas con hijos.

El establecimiento cuenta con 30 plazas, aunque en principio no serán ocupadas en su totalidad. Las habitaciones -dado que no se puede hablar de celdas, por más que continúe tratándose de una cárcel- cuentan con dos camas individuales, dos cunas o camas infantiles, un armario para ropas y enseres, y un baño. Cada habitación tiene ventanas y persianas, protegidas por un tejido de seguridad, que permiten lo que para una persona privada de libertad puede ser el mayor regalo: la luz del sol.

Un amplio comedor, cocina, un aula, una sala de psicomotricidad para los niños, una habitación conyugal, un salón de visitas, una enfermería, un lavadero y un patio de juegos infantiles completan, a grandes rasgos, las amplias instalaciones de El Molino.

También el personal policial de custodia dispone de comodidades básicas que incluyen dormitorios, aunque los esquemas de guardias están diseñados de tal modo que ningún efectivo deba dormir en el establecimiento.

Faltan pocas horas para la ceremonia oficial de inauguración y el personal del Ministerio del Interior trabaja en los últimos detalles. Hay cosas que no estarán prontas para cuando lleguen las autoridades. Por ejemplo los juegos infantiles que serán colocados en el patio y que llegarán mañana al establecimiento. Los juegos fueron donados por la princesa Laetitia D`Arenberg, la mayoría de los elementos de uso diario fueron donados por empresas y particulares. Todo reluce, huele a limpio y espera por la llegada de sus futuras usufructuarias. La idea es que las procesadas puedan prepararse debidamente para recuperar la libertad.

BUENA CONDUCTA. "La mayor preocupación aquí es por los niños, todo está pensado para que la madre pueda tenerlos en las mejores condiciones", explica la comisario inspector Margarita Hermida.

La jerarca, que estuvo al frente de la Cárcel de Cabildo y ahora es directora de políticas de género de la Dirección Nacional de Cárceles, supervisa en forma personal la puesta en marcha del nuevo centro.

"Yo llevo 32 años trabajando en el sistema penitenciario y esta es la primera vez que las mujeres, en los 111 años de existencia de Cabildo, tienen una oportunidad verdadera pa-ra rehabilitarse", dice Hermida con un matiz de orgullo.

El requisito para estar en la Unidad El Molino es la buena conducta. "Si no respetan las reglas, retroceden", resume la directora.

Y retroceder implica regresar al establecimiento de la zona de Tres Cruces, superado por el hacinamiento y la inevitable vetustez de sus instalaciones. Condiciones que han ambientado varias situaciones de tensión entre las reclusas.

"Aquí esas condiciones no existen, las señoras podrán tener todo lo que necesitan para cuidar de sus hijos, lo único que no vamos a permitir son enfrentamientos o situaciones de violencia en las que los primeros afectados son los niños", apunta Hermida.

Los niños además contarán con un servicio de guardería a cargo de personal de INAU, ya que la mayoría de las madres optaron por distintos cursos que ofrece el plan de rehabilitación en El Molino.

"En el aula se dictarán cursos de educación primaria, secundaria y UTU. Salvo en el caso de primaria, que los cursos los da un maestro de la Dirección de Cárceles, los de secundaria y UTU son por convenio con esas instituciones, por lo que serán dictados por el personal docente idóneo", explica la directora.

El grueso de las internas se anotó en los cursos de gastronomía y panadería. "En el mediano plazo ellas mismas van a elaborar la comida que coman", apunta Hermida.

La cobertura médica funciona como una pequeña policlínica. Cuenta con un médico general, un médico pediatra, una enfermera y el servicio periódico de un equipo odontológico. Los niños, además, cuentan con una sala de psicomotricidad que será supervisada por personal técnico.

Alrededor del centro, precisamente, girará un equipo de técnicos que provienen tanto del Instituto Nacional de Criminología (Ministerio del Interior) y del INAU, que visitarán periódicamente a las internas.

NUEVOS CRITERIOS. La peligrosidad de los reclusos no se mide en relación con el delito por el que fueron procesados. "Si lo hiciéramos estaríamos cometiendo un error. Muchas veces tenemos problemas de conducta mucho más graves con una mujer procesada por robar un celular, que con una procesada por matar al esposo. Y la razón es que la chica que robó, es muy posible que lo haya hecho para comprar droga, y la mujer que cometió homicidio tal vez era una víctima de violencia doméstica", explica la comisario inspector.

Por ello, en la clasificación previa que se realiza para alojar reclusas en El Molino pesa más su conducta que su prontuario.

En cuanto al perfil de las internas, se trata de mujeres cuyas edades van de los 18 a los 22 años; en menor proporción mayores de 30. La mayoría han sido procesadas por violación de la Ley de Estupefacientes. "Es algo cada vez más común, las mujeres cabezas de hogar que terminan vendiendo drogas para sustentar la casa", señala Hermida.

La casa está pronta y la experiencia en El Molino recién comienza.

Los vecinos miran con inquietud al flamante centro penitenciario

Para el vecindario la idea de una cárcel en el barrio no es nada tranquilizadora.

"Hemos ido a varias reuniones con vecinos, están disgustados porque temen tener hechos de violencia, y nos preguntan qué pasará con las visitas que se reciban y demás", reconoce la comisario inspector Hermida.

Sin embargo, las autoridades apuestan a que estos temores desaparezcan cuando el centro funcione a pleno. De hecho, la experiencia de la cárcel en la calle Cabildo les ha dejado varias lecciones.

"Allí los propios vecinos han colaborado muchas veces con la cárcel, incluso después de situaciones de motín que hemos tenido", recordó Margarita Hermida, quien dirigió ese centro.

De todos modos, por el perfil de este establecimiento, se descarta que puedan existir situaciones extremas. "A lo que apostamos como una premisa fundamental es al bienestar de los niños, así que aquí no se pueden suscitar esos problemas, peleas entre reclusas o tensiones", apunta.

"Y además les recordamos a los vecinos que nosotros somos parte de la Policía Nacional, por lo que si hay algún problema en la zona también podemos intervenir", aclara la jerarca policial.

Las cifras

270 es la cantidad actual de internas en la Cárcel de Mujeres de la calle Cabildo, 24 de ellas con sus hijos pasarán al nuevo centro.

640 es el total de población reclusa femenina en todo el país, según los datos más actuales de la Dirección Nacional de Cárceles.

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