Hace pocos días se conoció la noticia del lamentable fallecimiento del compositor Antonio Mastrogiovanni (1936-2010), una figura reconocida en la historia de la música culta uruguaya.
Otro nombre que se suma a la lista de pérdidas recientes e irreparables, como las del eximio violinista Fernando Hasaj, el bandoneonísta Renée Marino Rivero y el compositor Felipe Silveira.
Mastrogiovanni perteneció a una inquieta camada de creadores que fueron protagonistas activos en la búsqueda de nuevos lenguajes, técnicas compositivas, opciones estéticas, que pusieron en fecundo diálogo las tendencias de corte nacionalista y las llamadas universalistas.
Tras realizar estudios de composición en el otrora Conservatorio Nacional de Música (después Conservatorio Universitario y más adelante Escuela Universitaria de Música) y obtener su título en 1972, usufructuó una beca para estudiar en uno de los focos musicales más importantes de la región por aquellos años: Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales, Instituto Torcuato di Tella de Buenos Aires. Allí estudió con figuras de la talla de Alberto Ginastera, y egresa con altas calificaciones. Su extenso catálogo de obras es muestra de un variado abanico de géneros, que van desde lo sinfónico, camerístico, vocal, electroacústico a lo escénico. Y sus opciones a nivel estético y técnico, integran tanto elementos con referencias nacionalistas hasta los tratamientos vanguardistas de los diseños formales y los parámetros estructurales del discurso musical.