Los escándalos de corrupción tocan a íntimos de Fidel Castro

Cuba. Investigan a 750 empresas y cada vez los implicados pican más alto

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LA HABANA | EL PAÍS DE MADRID

Una legión de 4.000 auditores y policías económicos investiga al 20% de las empresas cubanas en un operativo sin precedentes que tiene una gran justificación: en la Cuba de Fidel y Raúl Castro se han multiplicado los delitos económicos y la corrupción.

Entre las 750 firmas que se investigan actualmente está International Network Group (ING), un conglomerado de empresas creado y dirigido por Max Marambio, un hombre de negocios chileno que perteneció a los servicios de inteligencia cubanos y fue jefe de la escolta personal del presidente Salvador Allende.

En una época Marambio fue una persona muy vinculada a Fidel Castro. Hasta el año pasado, sus empresas movían anualmente decenas de millones de dólares en negocios relacionados con Cuba, aunque hoy es el último protagonista de una larga y opaca lista de escándalos económicos que llega a altas esferas.

Respecto al verdadero alcance y significado de la corrupción en Cuba, un prestigioso académico de ese país que está vinculado a un centro de estudios oficial dio hace poco la señal de alarma: "Hay gente en posiciones de gobierno que se está apalancando financieramente para cuando la revolución se caiga y otros que pueden tener casi todo preparado para producir el traspaso de los bienes a manos privadas, como tuvo lugar en la antigua URSS".

Esteban Morales, el autor de la reflexión, iba más allá: "Cuando observamos detenidamente la situación de Cuba hoy no podemos tener dudas de que la contrarrevolución, poco a poco, va tomando posiciones en ciertos niveles del Estado y del gobierno".

El investigador, director honorario del Centro de Estudios sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana, una institución que habitualmente hace análisis para las autoridades, se refirió al caso de la reciente destitución del director del Instituto de Aeronaútica Civil de Cuba (IACC), el general de división Rogelio Acevedo, un histórico que durante la lucha de Sierra Maestra combatió a las órdenes del Che Guevara.

Sin condenarlo ni absolverlo, Morales pidió a las autoridades rigor y transparencia para esclarecer el caso Acevedo. Aludió de refilón a los rumores que circulan en la calle sobre millonarios desfalcos en la aviación: "A nivel de hipótesis, lo ocurrido con el IACC no es único, ya se ha descubierto en otros lugares (...) donde los jefes pueden estar recibiendo comisiones y abriéndose cuentas bancarias en otros países".

Resulta que la esposa de Acevedo, Ofelia Liptak, era directora comercial de una de las compañías de Marambio, la empresa mixta Alimentos Río Zaza.

Max Marambio y su hermano Marcel son además socios del IACC en la agencia turística Sol y Son, que mueve cada año decenas de miles de visitantes hacia la isla. En esta empresa fueron detenidos varios directivos y las auditorías parecen haber encontrado graves "irregularidades", incluidos pagos de sobornos, malversación de fondos y desvío de recursos al exterior. "Parece", porque las autoridades oficialmente no han dicho nada oficialmente hasta el momento.

Lucy Leal, directora de ING, fue arrestada y es investigada en estos momentos. No es un secreto que Liptak está en la mira. Hasta dónde llegará el caso y si habrá cortafuegos es una incógnita. La enrevesada trama se complicó más después de la muerte en extrañas circunstancias del empresario chileno Roberto Baudrand, hombre de Marambio en Cuba y gerente de Alimentos Río Zaza.

A Baudrand le fue retirado el pasaporte tras el comienzo de la investigación y había sido interrogado en varias ocasiones. Apareció muerto en su casa de La Habana el martes 13 de abril, y las causas fueron "una insuficiencia respiratoria combinada con el consumo de fármacos y alcohol", según la autopsia realizada en la isla, que los familiares del fallecido dieron por buena.

Marambio estuvo en Cuba por última vez el 8 de noviembre del año pasado. Después fue convocado por las autoridades para que viajara a La Habana a aclarar las presuntas "irregularidades" de sus negocios, pero prefirió no hacerlo. Tampoco su hermano Marcel ha querido regresar.

MÁS INTRIGAS. Sobran los recovecos y las zonas oscuras en esta historia de la caída en desgracia de Marambio, que en Cuba era de todo menos un cualquiera. Entrenado como guerrillero por el mítico Manuel Piñeiro, Barbarroja, trabajó después en las Tropas Especiales del Ministerio del Interior y sobrevivió al escándalo político que acabó con el fusilamiento de Antonio Laguardia y del general Arnaldo Ochoa en 1989.

Luego fue uno de los fundadores de Cimex, una de las mayores corporaciones estatales cubanas, con un volumen de negocios que superó los mil millones de dólares anuales. En los años noventa, bajo el ala protectora de Fidel, pasó de guerrillero a próspero hombre de negocios, hasta el punto de que hoy es dueño de un holding de empresas que mueve más de cien millones de dólares al año.

Las causas de su cambio de estatus, de amigo revolucionario a adversario, son varias.

Según empresarios que lo conocen, como todos los hombres de negocios en la isla, Marambio sufrió el año pasado la retención del grueso de los fondos depositados en bancos cubanos, que algunos calculan en los veinte millones de dólares. Debido a la gravísima falta de liquidez del país, las autoridades congelaron hace un año las transferencias de todos los empresarios extranjeros, y en este paquete cayó el famoso jefe del Grupo de Amigos del Presidente Salvador Allende, con un corralito que algunas fuentes calculan en más de veinte millones de dólares.

Al parecer, Marambio habría reclamado su capital de forma poco delicada. Otros de sus allegados aseguran que la auditoría responde a una "persecución política".

En cualquier caso, y más actualmente, para el gobierno cubano la palabra traición se conjuga con corrupción.

"El problema hoy", resume el economista opositor Óscar Espinosa Chepe, "es que donde busques encuentras".

La corrupción se da a todos los niveles, desde el más bajo, cuando un empleado se roba una bobería en una tienda estatal y la vende en el mercado negro, hasta el más alto, con el tráfico de influencias y los desfalcos millonarios perpetrados desde despachos con aire acondicionado, dice Chepe. A su juicio, la causa última es la "disfuncionalidad del sistema", y hasta tanto este factor esté presente, "la corrupción no podrá ser extirpada".

Agujero negro de la Revolución

El Gobierno de Raúl Castro asegura que se toma en serio el problema de la corrupción. "Somos conscientes de que el asunto es ante todo político y que la revolución se puede ir por ese agujero negro", afirma un funcionario de nivel medio que ejemplifica esta "preocupación" con la macroauditoría ordenada por la flamante Contraloría de la República.

Para apoyar la cruzada anticorrupción el pasado 16 de abril el presidente cubano asistió a la toma de posesión del nuevo fiscal general, Darío Delgado, un militar de alto rango. Raúl Castro insistió en la necesidad de fortalecer "la legalidad" y la "institucionalidad" como "tareas de vital importancia", y días después se anunció que, durante un mes, un cuerpo de 3.895 auditores, técnicos y estudiantes de economía fiscalizarían las cuentas de una de cada cinco empresas cubanas.

Es un récord: 750 empresas a la vez entre las que hay fábricas medianas estatales y pequeños centros laborales en los que probablemente los trabajadores harán negocio con los clavos o con la merienda para subsistir.

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