PAYSANDÚ | SANDRA KANOVICH
La zona de Quebracho, en el norte de Paysandú, se ha convertido en un centro privilegiado de estudios paleontológicos y arqueológicos que revelan distintas etapas del pasado geológico y prehistórico de Uruguay.
Hace 80 millones de años y más, el territorio uruguayo estuvo habitado por grandes dinosaurios. Restos fósiles que lo comprueban han sido descubiertos en diversos lugares del país, pero el hallazgo de piezas óseas en buen estado de conservación y en cantidad suficiente como para reconstruir casi la totalidad de la cola de uno de esos animales prehistóricos, es por el momento único y ocurrió en el entorno de Quebracho.
Gracias a un proyecto de extensión universitaria -promovido por estudiantes avanzados en esas ciencias- los resultados de distintas investigaciones comienzan ahora a conocerse y los descubrimientos, a valorarse como tesoro patrimonial de la comunidad.
Los estudios se realizaron en tres espacios del territorio en los que afloran suelos de distinta antigüedad y que por conservar sus huellas, permiten reconstruir la vida que sobre ellos se desarrollaba hace miles y millones de años.
Son áreas de estudio diferenciadas, explicó a El País el paleontólogo Daniel Perea, del Departamento de Evolución de Cuencas de Facultad de Ciencias, que tuvo a su cargo parte de las investigaciones.
La primera de ellas está comprendida en un campo propiedad de Forestal Oriental, donde fueron encontrados restos de dinosaurios y otros reptiles, con una antigüedad de entre 100 y 65 millones de años.
La segunda es en una zona de rocas calizas, de unos 60 millones de años, que contiene restos fósiles de caracoles y nidos de insectos. La restante corresponde a una investigación aún en curso, orientada a descifrar piezas arqueológicas contenidas en rocas más modernas y terrenos más superficiales, que darían cuenta de la presencia humana hace varios milenios.
DINOSAURIOS. En forma casual, los restos de dinosaurios fueron hallados por técnicos de la compañía Forestal Oriental, que recorrían un campo para planificar su actividad. Por suerte o intuición sospecharon de un conjunto de "piedras" que estaban en una cavidad del terreno.
Efectivamente, se trataba de una cárcava con huesos y huevos de dinosaurios, del tipo Titanosaurios, pertenecientes al grupo de Saurópodos, entre los cuales se clasifican a los más grandes vertebrados de todos los tiempos.
De acuerdo a los estudios encabezados por Perea, el hallazgo se produjo en una parte del terreno donde asoma la formación geológica Guichón, que corresponde al Período Cretácico tardío, de una antigüedad calculada entre 100 y 65 millones de años, cuando América del Sur estaba poblada por estos grandes animales.
Se los describe ahora como de importante altura, cuello y cola largos, cabeza pequeña y patas macizas o "columnares". Su dieta era herbívora. Se cree que vivían en grupos y su vida transcurría sobre un terreno fundamentalmente árido, arenoso, pero con algunos cursos de agua.
Fernanda Cabrera, estudiante de Paleontología que integra el grupo que impulsa el proyecto de extensión universitaria, destacó a El País, la importancia del hallazgo en Quebracho. "En general los restos aparecen aislados y muy fragmentados; este caso es inusual por la cantidad de huesos, que permitió que a partir de piezas vertebrales de varios individuos se pudiera reconstruir una cola casi completa", explicó.
El hallazgo fue oportunamente comunicado a la Comisión Nacional de Patrimonio, que en primera instancia encomendó su cuidado y conservación a Forestal Oriental.
CARACOLES. Otros estudios se desarrollaron en un yacimiento de entre 65 y 55 millones años de antigüedad, que corresponde al afloramiento Quebracho; parte de las llamadas Calizas del Queguay. Éstas se desarrollan a lo largo del litoral y Canelones, y son actualmente explotadas por Ancap para la producción de cemento, explicó Sergio Martínez, también del Departamento de Evolución de Cuencas de la Facultad de Ciencias y responsable de esta investigación.
Por distintos procesos geológicos, esa zona ha conservado antiguos suelos y con ellos fósiles de la fauna de esa época. Fundamentalmente se trata de moluscos (caracoles) terrestres y de agua dulce, y nidos de insectos que, se estableció, eran "parientes de la fauna actual".
Junto a otras evidencias, explicó el científico, los estudios también determinaron que en esa época el territorio era de "suelos inundables, con charcos temporales".
DIFUSIÓN. Fernanda Cabrera, Felipe Montenegro, Guillermo Roland y Andrés Batista son estudiantes avanzados de Paleontología; Nicolás Batalla, de Arqueología. Ellos son los responsables del proyecto "Quebracho: una visión integradora del pasado", con el que procuran promover la conciencia social de la importancia de las investigaciones y fomentar la conservación y apropiación del patrimonio arqueológico y paleontológico, por parte de la comunidad quebrachense.
Como ellos lo aclaran, la idea se generó por el interés del encargado del Centro MEC de Quebracho, Oldemar Chacón, en conocer los estudios científicos que se estaban realizando. Como respuesta, los estudiantes se embarcaron en la confección del proyecto, que fue aprobado por la Comisión Sectorial de Extensión y Actividades en el Medio de la Universidad de la República.
En siete meses y mediante diversas actividades -destinadas por un lado a escolares de 5° y 6° año, y por otro, a todo Quebracho- procuran despertar el interés y responsabilidad de la comunidad sobre los hallazgos y su conservación.
Apuestan a involucrar a la población
El programa bautizado "Quebracho: una visión integradora del pasado" se fundamenta en la necesidad de descentralizar los conocimientos científicos e informar sobre los marcos legales que rigen la preservación de este tipo de patrimonio. Uno de los objetivos es que la población local los valore y adquiera responsabilidad social sobre ellos. Muchas veces, sostienen los investigadores responsables del proyecto, "falta el intercambio académico-social con las comunidades que conviven con dichos patrimonios para transmitirles la importancia y necesidad de conservarlos".
Esta iniciativa, que a fin de junio realizará su segunda actividad en Quebracho, cuenta con el apoyo del Departamento de Evolución de Cuencas, Instituto de Ciencias Geológicas, del Departamento de Arqueología de la Facultad de Ciencias; Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y del Centro MEC de Quebracho.