Wilson en el Capitolio

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Antonio Mercader

En estos días en que se recordó la participación de Zelmar Michelini ante el "Tribunal Russell" en 1974, cabe evocar del mismo modo la histórica intervención de Wilson Ferreira en el senado de Estados Unidos en 1976. Si la de Zelmar fue una gestión pionera a nivel internacional contra el régimen uruguayo, lo de Wilson consiguió un resultado concreto. El corte de la ayuda militar estadounidense a Uruguay.

En efecto, tras oír al líder nacionalista, la comisión del senado presidida por Edward Koch recomendó cancelar la asistencia, entrenamiento y venta de armas al gobierno uruguayo "por sus graves violaciones a los Derechos Humanos". Es que el discurso de Wilson en el Capitolio fue persuasivo y convincente desde sus primeras palabras.

"Se dice que las denuncias sobre violaciones de los derechos humanos y torturas en Uruguay integran una especie de conjura marxista para destruir las bases de la civilización occidental y cristiana", empezó. "Pues bien, quien viene hoy a denunciar esos crímenes no integra ningún sector de la izquierda tradicional sino un viejo y gran partido político, fundado precisamente para defender esa civilización y esos valores", agregó. Luego reseñó la situación del país con datos precisos y acusó al entonces embajador de Estados Unidos en Montevideo, de colaborar con los militares.

Años después, muerto Wilson, uno de aquellos senadores estadounidenses dijo que las palabras del político uruguayo, así como su personalidad, los conmovieron al punto de que la decisión del senado, conocida como "enmienda Koch", fue casi automática. La respuesta del régimen presidido por Aparicio Méndez dio la medida del impacto causado por Wilson: se libró contra él una orden de captura "por asistencia a la asociación subversiva", es decir, a los tupamaros, y además se le confiscaron sus bienes.

Esas decisiones determinarían que se lo encarcelara a su vuelta al país y se impidiera su candidatura presidencial en las elecciones de 1984, prueba de que los militares tenían claro quién era su enemigo.

Lo de Zelmar Michelini en Roma, ante el tribunal creado por el filósofo inglés Bertrand Russell, tuvo el valor de abrir un camino de denuncia de violaciones a los derechos humanos en Uruguay. Es probable que esas actividades le hayan costado la vida pues, como se sabe, un par de años después fue cobardemente asesinado en Buenos Aires junto al nacionalista Héctor Gutiérrez Ruiz. Hacen bien en evocarlo sus familiares y la izquierda en general como lo hicieron ahora en un vibrante acto en el teatro Solís en donde se recordaron sus acciones para denunciar lo que ocurría en su país.

De la misma manera, el partido Nacional en pleno debería resaltar aquella presencia de Wilson en el Capitolio de Washington para que las nuevas generaciones sepan lo que hizo, en la hora más difícil, uno de sus grandes líderes. En este momento en que se honran los 25 años de la recuperada democracia uruguaya sería bueno rememorar la lucha de Wilson, aquel hombre exiliado y perseguido durante once años que tanto batalló por la causa de la libertad.

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