El rango de inflación futura está por encima de la meta del gobierno

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TEMA DE ANÁLISIS

La cifra. La inflación subyacente semestral pasó de 5.1% anualizado en febrero a 7.5% en julio.

HORACIO BAFICO/GUSTAVO MICHELIN

La inflación a julio es del 6% pero existe la percepción que el ritmo al que están aumentando los precios es mayor. Por un lado hay un aceleramiento en los últimos meses y por otro algo parecido a la sensación térmica meteorológica.

La variación de los precios se puede observar en términos de rangos para salir del dato específico observado en un momento del tiempo.

En ese caso, el que ha fijado el gobierno para el próximo año se ubica entre 4% y 6% y se podría estimar que en estos momentos la evaluación que se hace de la inflación está más cercana a un rango entre el 6% y el 8.5%.

Para comprender el impacto que tiene la inflación sobre la sociedad es útil combinar el análisis de las variables macroeconómicas que afectan a la inflación junto a los aspectos psicológicos o de percepción que hacen a la "sensación térmica" que existe sobre la carestía.

INFLACIÓN. En julio el Índice de Precios al Consumo (IPC) aumentó 1,1%, acumulando 4,2% en lo que va del año y 6,3% en los últimos doce meses. Por lo tanto, fue un mes con inflación alta y que acumula en el año un aumento superior al del límite inferior anunciado por el gobierno.

Una manera de tener un análisis más adecuado de la inflación es ajustar el IPC excluyendo aquellos bienes que presentan mayor volatilidad en los precios. Se trata de precios que en un mes aumentan mucho y al poco tiempo caen fuertemente.

De un estudio de los componentes de la canasta de consumo se observa que las verduras y frutas frescas siguen este comportamiento.

También se suele quitar de la medición el precio del combustible para transporte automotor ya que pesa mucho en la canasta de consumo y sufren cambios abruptos al alza o a la baja.

Si se excluyen estos precios de la canasta de consumo se llega a un indicador que se denomina inflación subyacente y que se considera registra en forma más fidedigna la verdadera inflación.

En los últimos doce meses a julio esta medida de la inflación subyacente se situó en 6,4%. Se trata de una variación muy similar a la del IPC total. Sin embargo, si se analiza la evolución para períodos más cortos la historia es otra. Considerando períodos de seis meses se observa que mes a mes se está acelerando la inflación. En efecto, en los seis meses terminados en febrero la variación fue equivalente a un 5,1% anual y para julio trepa al 7,5%.

¿Cómo se explica tal aumento? Por varios factores. En primer lugar, la variación mensual del IPC en el último cuatrimestre del pasado año fue muy baja, al influjo de la apreciación de la moneda, y el consiguiente abaratamiento de los productos importados, y el descenso de algunas tarifas públicas. Al considerarse semestres móviles e ir pasando el tiempo, van desapareciendo de la comparación meses de baja inflación, e ingresan otros con variaciones más altas.

Pero más allá del efecto estadístico, existen presiones reales sobre los precios domésticos. La economía enfrenta presiones de costos por el lado de los precios internacionales, fenómeno que se vio agravado en el último bimestre por la devaluación del peso, lo que impacta en el precio final que pagan los consumidores por artículos importados.

Tan es así que si observamos la variación semestral anualizada de los componentes transables internacionalmente, constatamos que a febrero habían aumentado 3,3% y llegan al 7,6% en julio.

Las presiones también son domésticas. Los aumentos salariales se trasladan a precios, fundamentalmente en aquellos sectores no sujetos a competencia internacional. También aquí se aceleró la variación de precios subyacente, pasando del 9,1% en el semestre (anualizado) finalizado en febrero, al 10,8% en julio.

Estos aumentos se dan en un contexto de crecimiento económico, que de seguir a este ritmo llevará a algunos sectores a trabajar a su máxima capacidad, provocando nuevos aumentos por el lado de los costos. Ya se está viendo con la mano de obra calificada.

EXPECTATIVAS. La percepción que la inflación no está controlada dentro del rango también es sentida por el Banco Central (BCU) y por los analistas que proyectan las variables económicas en el mercado. La autoridad monetaria en sus documentos analíticos sobre la política monetaria permanentemente señala la preocupación por las presiones inflacionarias, tanto desde el exterior como por los aumentos de costos internos. Es así que consideran que se encuentran permanentemente alerta a los desvíos que puedan ocurrir y al impacto de la política monetaria sobre la inflación.

Por su parte, los analistas del mercado corrigieron en el último mes sus previsiones levemente al alza y pronostican que los precios aumentarán en el orden del 7% en los próximos doce meses. Sacando un caso aislado que ve a futuro un franco descenso en la inflación, el resto considera que se mantendrá o aumentará. El rango en el que están estos pronósticos es entre el 6.0% y el 8.5%.

SENSACIÓN. Las explicaciones de la divergencia entre la variación de precios y la sensación de "carestía" que existe en la población pueden entenderse al descomponer la variación del IPC en grupos de rubros que presenten para las personas características diferentes y por lo tanto generen percepciones distintas.

Una primera descomposición puede ser en torno a la frecuencia con que se enfrentan las personas a la toma de decisiones de consumo y por lo tanto evalúan los precios de los bienes. Hay precios a los que nos enfrentamos con mayor frecuencia que otros. En el grupo de mayor frecuencia se encuentran los alimentos y bebidas, los artículos no duraderos para el hogar, los artículos para el cuidado personal y los productos medicinales y farmacéuticos.

En el último bimestre los alimentos han aumentado 10.7% en términos anualizados y son un ingrediente muy importante en la percepción del encarecimiento del costo de vida. En los otros rubros, que tienen menor ponderación los aumentos superan el 7,5% anualizado excepto en artículos no duraderos del hogar que aumenta en el orden del 5%.

Hay precios que se enfrentan con menor frecuencia pero que están permanentemente en el concepto de gasto del hogar. Es el caso claro del alquiler de vivienda, los gastos comunes y las tarifas públicas. La frecuencia es mensual pero son grandes y muy visibles. Los casos son variados pero el alquiler registra una variación del 14,2% en el último año y los gastos comunes 10,8%. Las tarifas públicas están siendo una variable de política que por el momento mantiene baja la inflación pero su duración depende de la fortaleza financiera de las empresas públicas.

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