Mujeres afganas temen por sus derechos

Riesgos. Inestabilidad y talibanes pueden hacer perder todos los avances conseguidos

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MAHMUD-E RAQI | THE NEW YORK TIMES

Los precarios derechos de las mujeres afganas han empezado a escurrirse lentamente: cierran escuelas para niñas, amenazan a las mujeres que trabajan, atacan a activistas y cada vez son más las familias aterradas que confinan a sus hijas a la casa.

Para las mujeres, la inestabilidad, tanto como los propios talibanes, son el enemigo. Las mujeres son las víctimas de los combates, no sólo en el Sur y Este, pastunes, conservadores y asediados, sino también en los distritos del Norte y centro del país, donde han surgido otros grupos armados.

Mientras los gobiernos afgano y occidentales exploran la reconciliación con el Talibán, las mujeres temen que la paz que anhelan llegue al precio de los derechos que han mejorado desde que se derrocó al gobierno talibán en 2001.

"Las mujeres no quieren la guerra, pero ninguna quiere al Talibán de 1996 otra vez; nadie quiere ser prisionera en el patio de su casa", dijo Rahima Zarifi, la representante del Ministerio para las Mujeres de la provincia norteña de Baghlan.

Entrevistas por todo el país con al menos dos docenas de mujeres integrantes del Parlamento, funcionarias gubernamentales, activistas, maestras y jóvenes sugieren una realidad con matices: los combates coartan las libertades de las mujeres casi tanto como un gobierno talibán, y las tradiciones conservadoras ya limitan los derechos de las mujeres en muchos lugares.

No obstante, las mujeres expresan una gama de temores sobre un retorno del Talibán, desde políticos hasta domésticos; de que las dejen fuera de las negociaciones sobre cualquier tratado con los insurgentes y que el retorno del Talibán elevaría los precios de las novias, lo que haría que fuera más rentable para una familia obligar a las niñas a casarse muy pronto.

Para muchas mujeres, la perspectiva de un resurgimiento del Talibán o de otras organizaciones conservadoras es dura, pero eso no preocupa a algunos funcionarios locales.

"Nuestra prioridad principal es alimentar a nuestro pueblo, proporcionarle apoyo y proteger su vida", dijo Haji Farid, un integrante local del Parlamento. "Durante una guerra no puedes hacer que una muchacha salga más allá de la puerta. Nadie puede garantizar su honra. Así que es difícil mandar a tu hija a la escuela".

Las mujeres de Afganistán han tenido vidas excepcionalmente constreñidas. La combinación de una cultura tribal dominada por los hombres en la que se ha tratado a menudo a las mujeres como poco más que esclavas, junto con una práctica conservadora del islam y la falta de educación en todo el país, significó que mucho antes de la llegada del Talibán a mediados de los 1990, las mujeres tenían pocas oportunidades más allá del hogar.

A activistas por las mujeres les preocupa que, cada vez más, las dejan fuera de las decisiones políticas. En una conferencia internacional en Kabul el 20 de julio, cuyo propósito era exponer los planes para el futuro del país, el presidente Hamid Karzai no dijo nada sobre como se podría proteger los derechos de las mujeres en las negociaciones con los talibanes. Por eso desconfían, aún cuando la secretaria de Estado Hillary Clinton prometió no abandonarlas.

"En este momento, es un gran desafío para las mujeres ir a la escuela y a trabajar, pero al menos de acuerdo con nuestra Constitución y leyes tienen el derecho de hacerlo", señaló Nargis Nehan, de 31 años, una activista afgana por las mujeres. "Si regresa el Talibán, se restringirá a las mujeres por ley y no se les permitirá salir de su casa", agregó.

Elección legislativa

Más de 2.500 candidatos se disputaron ayer los 249 escaños de la Wolesi Jirga, Cámara Baja del Parlamento, en las segundas elecciones legislativas por sufragio universal que se celebran desde la caída de los talibanes a fines de 2001. Estaban convocados a votar más de 10,5 millones de empadronados, pero las amenazas talibanes disuaden a la población.

Afganistán: pobre y estratégico

Afganistán es un Estado islámico situado en la estratégica encrucijada entre Oriente Medio y Asia central y del Sur, con una geografía montañosa y rural y una de las economías más pobres del mundo. Está enclavado entre tres repúblicas ex soviéticas al Norte, Irán al Oeste, Pakistán al Este y al Sur, y China al Este.

Tiene 28 millones de habitantes, de los cuales un 42% subsiste con menos de 14 dólares al mes, lo que lo convierte en el quinto país más pobre del mundo. Sólo el 23% de los adultos saben leer y la mitad de los niños están escolarizados, pero sólo un 35% de los escolares son niñas. La esperanza de vida es de 43 años.

La dinastía pashtún de los Durrani reinó de 1747 a 1973. En abril de 1978, un golpe de Estado llevó a los comunistas al poder. El ejército soviético invadió el país en 1979, pero se topó con la resistencia de los muyaidines y se retiró en 1989. Mohamed Najibulá, puesto por Moscú al frente del país en 1986, fue destituido en 1992 y empezó una sangrienta guerra civil. En 1996, los talibanes se apoderaron de Kabul e impusieron su interpretación ultrarrigurosa de la ley islámica. Fueron derrocados a finales de 2001 por una coalición internacional que instaló un gobierno interino dirigido por Hamid Karzai, quien luego fue elegido primer presidente por sufragio universal directo en e 2004 y fue reelecto en 2009.

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