BRASILIA | AP
A pesar de los escándalos que dominan la cobertura de prensa y el discurso de la oposición en la campaña para las elecciones del 3 octubre, la candidata oficialista Dilma Rousseff aumentó su nivel de respaldo, según una encuesta divulgada el jueves.
La consulta del instituto Datafolha dio a Rousseff, que es apoyada por el presidente Luiz Inácio Lula Da Silva, 51% de las intenciones de voto, un leve aumento desde la encuesta de la semana pasada, donde aparecía con 50% de respaldo.
Su principal rival, José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), se mantuvo estable en 27%. En tercer lugar aparece la ex ministra del Medio Ambiente Marina Silva, del Partido Verde, que tiene 11%, igual que la semana pasada.
Rousseff sigue a la cabeza a pesar de los dos escándalos de corrupción destapados en los últimos días. El más reciente es el de la denuncia de que un hijo de Erenice Guerra -mano derecha de Lula- habría usado su influencia para conseguir que la firma estatal de correos otorgara contratos a dos empresas aéreas que él asesoraba. Las críticas precipitaron la renuncia de Guerra a la secretaría general del gobierno y el partido Demócrata pidió que se inicien averiguaciones sobre Dilma Rousseff porque, según dijo, Paulo Bornhausen, "es culpable por su connivencia o por omisión" mientras ocupaba su cargo al frente del órgano más importante del Poder Ejecutivo.
El otro caso, denunciado por políticos del PSDB, refiere a que miembros del gobernante PT obtuvieron información tributaria confidencial de una hija de Serra y de otros aliados políticos suyos.
Las repercusiones de los dos casos obligaron al presidente Lula Da Silva a reunir a los miembros de su gabinete para discutir como enfrentar los escándalos y su potencial impacto electoral.
Después de ese encuentro, el ministro de Hacienda, Guido Mantega, anunció medidas para evitar futuras filtraciones de información fiscal, a través de un plan que incluye disposiciones para impedir el acceso sin autorización a datos de autoridades políticas y de sus familiares. Paralelamente, el ministro de Justicia, Luiz Paulo Barreto, anunció que la Policía Federal investigaría el posible caso de tráfico de influencia que involucra a la ex secretaria general de gobierno y a su hijo.
Los electores, sin embargo, parecen no haberse visto tan influenciados por los escándalos y, por el contrario, reafirmaron su apoyo a quien se proyecta como la continuidad de Da Silva. De hecho, los especialistas señalan que el elevado respaldo de Rousseff refleja la evaluación positiva que los electores hacen del actual presidente, cuyo gobierno es considerado "óptimo" o "bueno" por el 78% de los brasileños. Se trata de la administración mejor evaluada en Brasil desde el regreso de la democracia en 1985.