Tal como lo ratificaron las legislativas del martes, Irak es una usina de malos tragos para George W. Bush. No es casual que la primera baja de la nueva realidad política haya sido su secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, impulsor de una guerra que ya le costó más de 2.500 bajas en el frente bélico, minar la simpatía mundial generada por el 11/S y, ahora, la mayoría en un Congreso que siempre había estado repleto de amigos leales.

Hugo Chávez es generoso. Por lo menos con sus vecinos o si se trata de conseguir ese lugar en el mundo que sólo el petróleo puede comprar. En su país se lo ama o se lo odia por lo mismo. La clase media le achaca que no ve los beneficios de la bonanza petrolera, mientras su base son las clases más pobres, eternas olvidadas y hoy bendecidas por planes sociales. El resultado: un país irreconciliado entre el amor o el odio a su presidente.

Argentina pidió orden de captura para funcionarios iraníes, incluyendo un ex presidente, por su vínculo con el atentado de la AMIA. El fallo era un reclamo de mucho tiempo de la comunidad israelita, que siempre vio lazos entre la muerte de 84 personas en el atentado de 1994 y el gobierno de Teherán. Para el juez la acción motivado por la cancelación argentina de su cooperación nuclear con Irán. El trabajo sucio lo hizo Hezbollah.

Como si quisiera pedirle consejos, la primera dama argentina, Cristina Kirchner, felicitó a Hillary Clinton por su victoria en las legislativas y, de paso, la invitó a venir a Argentina. Es que cada vez se menciona más su nombre para suceder a su esposo si es que éste, en un rapto de repentina modestia, decide no buscar la reelección. En todo caso, Argentina parece encaminarse hacia alguno de los dos Kirchner: son los políticos más populares.

UN ANÁLISIS DE FERNÁN R. CISNERO