Los hombres que lograron hacer lo que nadie en Chile creía posible

| Después del rescate. Los socorristas se hicieron querer y se emocionaron con los encuentros de los mineros con las familias Los trabajadores irán el domingo a conocer el Campamento Esperanza | Dudas por futuro; familiares temen que vuelvan a mina

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COPIAPÓ | AFP Y EL MERCURIO / GDA

Si los 33 mineros hoy están vivos es en parte gracias al trabajo de los socorristas, que dedicaron todos sus esfuerzos durante dos meses a una tarea que parecía imposible. Con profesionalidad y optimismo se convirtieron en héroes.

El ingeniero jefe André Sougarret se dedicó, desde el comienzo de la búsqueda de los 33 mineros, a hablar en términos profesionales y explicar los trabajos que estaban haciendo. Después de dos meses de trabajo y de innumerables conversaciones con los trabajadores, se emocionó hasta las lágrimas cuando los vio abrazar a sus familiares, cuando se cumplió su mayor deseo.

"Siempre mi objetivo ha sido unir a las familias con los mineros y cada vez que se cumplía me tocaba el corazón a mí", explicó ayer, como intentando justificarse.

"Soy una persona, creo en la familia, creo en la necesidad de estar juntos, y cada vez que eso se cumplía, para mí era un gran sentimiento, una gran emotividad. Evidentemente que unos me tocaron más que en otros", dijo este ingeniero, siempre tratando de pasar discretamente entre los políticos.

Después de dos meses de trabajo y tras un operativo que duró casi un día, el ingeniero se quebró cuando llegó el rescatado número 28, Richard Villarroel, que lo emocionó hasta las lágrimas: "Gracias a ustedes, voy a poder ver nacer a mi hijo", le dijo.

"Siempre había estado en mi mente cumplir con los deseos que tenían los mineros del volver a estar junto a sus familias. En la familia Villarroel vi reflejado lo que yo tenía en mi mente, y la verdad es que ver a Richard me llegó mucho al alma. Cuando dijo que estaba feliz, porque vería nacer a su hijo, me emocioné... Son palabras que llegan al corazón", explicó después.

El ingeniero Sougarret cree que el éxito del operativo fue que hubo "objetivos claros, definiciones claras, ir resolviendo con transparencia, comunicándolos, y avanzado en las tomas de decisiones".

"Bien, papi, eres seco. Ahora vente para acá", le escribió su hija Ivy vía Twitter. Para los chilenos "ser seco" equivale a ser el mejor en algo.

Sougarret, de todas maneras, no trabajó solo, y por eso dijo que estaría "eternamente agradecido" hacia su equipo de trabajo. "Tuvimos que desarrollar distintos planes, alternativas, muchas discusiones, pero por sobre todo, el trabajo lo hicimos todos juntos para poder alcanzar el objetivo final. Dimos lo mejor de nosotros, por eso tengo la convicción de que cada uno de ellos creía en la misma meta, que era sacar a los mineros sanos y salvos", recordó el ingeniero.

Uno de estos compañeros fue el ministro de Minería, Laurence Golborne, que ayer lo acompañó junto con el resto del equipo en su última visita al yacimiento. Golborne, que antes del accidente era poco conocido por los chilenos e ignorado en el resto del mundo, contó que él había hecho una apuesta con Sougarret sobre cuál de los tres planes diseñados para contactar a los mineros llegaría primero. "Me ganó la apuesta. Claro, él tenía ventaja: yo soy ingeniero químico, él es ingeniero de minas", dijo radiante el ministro.

LOS COMUNICADORES. Poco antes que terminara el rescate de los mineros, otro socorrista, Pedro Gallo, lloró emocionado frente al trabajador número 32, Ariel Ticona, que le entregó el teléfono que él mismo había fabricado para mantener la comunicación entre el refugio y la superficie.

El mismo 5 de agosto, Gallo -microempresario de Atacama- no dudó en tomar su camioneta, pasar por algunas tiendas a comprar artículos electrónicos y ponerse a disposición de los rescatistas. De su cerebro nació el teléfono que sirvió para establecer la primera comunicación hablada con los mineros. Lo hizo tan pequeño que cupo sin problemas en una paloma. "Lo hice con cosas que tenía y otras que pasé a comprar cuando subía a la mina", confesó emocionado.

"Pedro es el técnico que ha hecho todas las instalaciones para que ustedes puedan comunicarse con nosotros", le contó a los mineros el ministro Golborne en un video que les envío a la mina.

Una emoción similar a la que vivió Gallo cuando logró el primer contacto telefónico con los mineros fue la que vivió Manuel González, el primero que pudo abrazar a los 33 al iniciar el rescate. Ex futbolista profesional que jugó por O`Higgins y Arica, hoy experto en rescate, fue elegido para estrenar los viajes tripulados en la "Fénix 2" y descender hasta los 622 metros en la mina San José.

Desde Rancagua, su familia siguió sus pasos sin despegarse de la televisión. Su hijo Cristian, un fanático del fútbol como él, contó cómo lo vivió: "Lo vi muy seguro, pero igual en un momento me dio miedo, más encima al ver a mi mamá llorando. Pero yo tenía que tranquilizarla y sabía que él iba a hacer las cosas bien". Luego, con convicción, agregó: "Para mí siempre mi papá fue un héroe, y ahora me parece que es un héroe más grande de lo que yo pensaba".

EL ÚLTIMO EN DEJAR LA MINA

"Don Manolo, ¿dejó todo ordenado?"

Todo estaba listo y él se preparaba para entrar a la cápsula. Pero antes, se volvió a la cámara, la miró e hizo una reverencia. No sólo fue el primero en bajar a la mina, sino que también decidió ser el encargado de "apagar la luz" del rescate a los mineros.

Protagonista durante las 23 horas del operativo, Manuel González acompañó a cada minero en su salida. También apoyó a los otros cinco rescatistas que llegaron tras él y luego se quedó solo en las galerías que por 69 días albergaron a los trabajadores rescatados.

Con total destreza subió a la Fénix II y dio el aviso para que se iniciara su ascenso que duró 10 minutos. "Don Manolo, ¿dejó todo ordenado abajo?", bromearon sus compañeros en la última bienvenida.

Medios ofrecen dinero por notas

COPIAPÓ | Hay 2.000 periodistas compitiendo por un enchufe, una mesa y... una buena entrevista. Fuentes del diario alemán Bild indicaron que la semana pasada enviaron a uno de los mineros bajo tierra un contrato en el que se comprometían a pagarle unos 32.000 euros a cambio de su testimonio.

Un minero con mucha cualificación y experiencia apenas podría aspirar hace tres meses a un salario de 2.000 euros. Ahora, en apenas unas horas podría cobrar infinitamente más.

Buena parte del circo se irá la próxima semana. Solo quedará el dinero que dejaron algunos, el buen recuerdo que dejaron otros y la alegría de haber rescatado a 33 personas.

El futuro es incierto para los mineros rescatados y a sus familiares ya les angustia la idea de que tengan que volver a trabajar en una mina para poder jubilarse pues, pese al reclamo planteado a la Justicia y a las donaciones recibidas, a la mayoría no les alcanza el dinero para poder jubilarse.

"Yo quiero que no trabaje más en la mina. Tengo miedo porque las minas subterráneas no son seguras", dijo Omar Reygadas, padre de un minero con el mismo nombre. EL PAÍS DE MADRID Y AFP

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Tapa destacada

El País fue elegido por su primera página del rescate de los mineros, entre las diez mejores ediciones del mundo por el museo de la prensa, con sede en Washington.

www.newseum.org

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