Los sueños de 60 familias bajo techo

Viviendas de emergencia | Un Techo Para Mi País concluyó ayer la construcción de unidades en nueve asentamientos | Una vecina relata cómo es la lucha para conquistar el hogar soñado

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RENZO ROSSELLO

Desde ayer 60 familias tienen hogar. El mal tiempo no impidió a los voluntarios de Un Techo Para Mi País materializar el sueño. "Y ahora que llueva", fue el comentario al terminar la obra. Para muchos esta casa de emergencia es su primer hogar.

Laura Bonet (35) llegó con sus tres hijos en febrero de 2006 al barrio 3 de Enero. Un mes antes lo había hecho su compañero. Venían de Artigas. "Vivíamos en zona inundable, y aparte de la falta de trabajo, eso se sumó para que decidiéramos venir a Montevideo en busca de alguna solución", cuenta Laura.

Un familiar les había sugerido el asentamiento en formación junto al terreno donde había levantado su casa. "Y así fue que terminamos viviendo en un rancho de costanera y chapas, cinco personas en seis metros cuadrados. Acomodamos las pocas cosas que traíamos y vivimos así por ocho meses", recuerda ahora Laura.

La pareja tiene tres hijos de 16, 11 y 8 años. Nunca la tuvieron fácil, durante sus primeros meses en la capital sobrevivieron trabajando en changas. Gracias a ello pudieron ampliar el rancho y tener algo más de espacio. Pero aún distaba de la casa que necesitaban.

"Una vez, era en septiembre de 2006, estábamos mirando un reportaje en un canal de televisión sobre el trabajo que hace Un Techo. Y dijimos vamos a llamarlos, los llamamos y a los pocos días vinieron, hicieron un relevamiento de todo el asentamiento y nos dijeron que sí, que estaban dispuestos a trabajar con nosotros", cuenta.

En noviembre de 2006 se levantaron las primeras 40 viviendas mediante el programa de Utpmp, la de Laura y su familia entre ellas. Y así el asentamiento se convirtió en el barrio 3 de Enero, en Piedras Blancas.

Actualmente, estima Laura, hay casi 100 viviendas. Hace unos 15 días se construyeron otras ocho y ayer, en la acción que involucró a familias de los asentamientos Campo Galuzzo, 24 de Junio, Cotravi, Santo Domingo, La Carbonera, Imprimex y Tres Ombúes (simultáneamente con el asentamiento Nuevo Este, de Paysandú), en el 3 de Enero se levantaron otras cuatro viviendas.

DERECHO PROPIO. "El barrio ha cambiado muchísimo desde entonces. Con el tema de las casas, todos sabemos que son de emergencia, pero cambia todo", apunta Laura.

Laura y otros vecinos forman parte ahora de la comisión que organiza y puja porque el 3 de Enero sea un barrio con los servicios básicos. Un último relevamiento hecho por esa comisión dio cuenta de que actualmente viven allí unas 250 familias. "Tenemos muchas cosas por solucionar todavía, como el agua, estamos haciendo los trámites por la luz y el alumbrado de la calle", advierte Laura.

Y tampoco es sencillo, nada lo es viviendo en un asentamiento. Por ejemplo, cuentan con solo una línea de ómnibus que los deja a la entrada del predio. El reclamo por los servicios básicos tropieza una y otra vez con trabas de la burocracia estatal. "Aunque vayas con toda la educación del mundo a reclamar, parece que bastara con decir que uno vive en un asentamiento para que dejen de prestarnos atención. Todo eso te limita mucho el sentirte como ciudadano, la sociedad te pone barreras constantemente", señala Laura.

Muchos simplemente se resignan y, por ejemplo, se "cuelgan" del suministro de corriente. "Es que a la gente les han dicho tantas veces que no se acostumbra. Tenemos que concientizarnos, yo prefiero pagar la luz y tener a quien reclamar si se queman los cables", dice.

Entre tanto Laura y su familia deben construir sus vidas. Alejandro (16), su hijo mayor, sueña con ser ingeniero industrial. Consiguió una beca gracias a sus notas y cursa el 5° año de bachillerato científico. "En la escuela fue sobresaliente todos los años, en el liceo pasó con nota siempre. Nosotros le decimos que no se sienta presionado, que así sea caramelero siempre va a contar con nosotros, pero él está convencido y va a seguir estudiando", cuenta.

Lentamente, entonces, el barrio comienza a cambiar de fisonomía. El año pasado construyeron el centro comunal, verdadero corazón del barrio, desde donde los vecinos ingresan ahora en lo que el programa de Utpmp define como el proceso de habilitación social.

Ayer Laura veía cómo los voluntarios y sus vecinos trabajaban desafiando la lluvia y sentía renacer los sentimientos que la animaban hace cinco años.

"La semana pasada, cuando se levantaron las otras ocho viviendas, vi a dos vecinas que se abrazaban y decían: `ahora que llueva nomás`. Y yo me acordé enseguida de lo que sentía entonces, porque nosotros veníamos de una zona inundable, vivimos en un rancho durante un tiempo. Y yo no disfrutaba de una cosa tan simple como la lluvia", dice Laura.

Y esa fue la expresión de alivio cuando se terminó la obra: "ahora que llueva nomás".

La cifra

370 es la cantidad de voluntarios de entre 18 y 35 años que reunió Un Techo para la construcción de 60 viviendas en 8 asentamientos.

Un escollo que pudo salvarse

"Es necesario potenciar este tipo de cosas, el trabajo posterior, la habilitación social donde tenemos bolsas de empleo, apoyo escolar, apoyo jurídico para los ocupantes de viviendas. La vivienda es lo más tangible, pero nuestro trabajo es mucho más que eso, en 16 asentamientos hay planes sociales que se desarrollan semana a semana", dijo a El País la directora social de Un Techo Para Mi País, Cynthia Pérez.

Pese a la magnitud social del trabajo que desarrolla la ONG que cumple ocho años en Uruguay, no faltan los tropiezos.

Al iniciar la construcción en uno de los ocho asentamientos, Imprimex, debieron superar un escollo: la negativa de la Intendencia de Montevideo a conceder el permiso para la obra.

"El terreno ya está por parte de la Intendencia, el compromiso es iniciar el realojo", explicó Cynthia Pérez. "El compromiso nuestro es de que el asentamiento no crezca, las únicas familias con las que se va a trabajar son las 54 que tenemos inscriptas", explicó.

"Nos entristeció pasar por este momento, que se dio por atrasos y falta de coordinación entre todas las partes, reconocemos la buena voluntad de la Intendencia", agregó Pérez. El terreno es de la comuna y viven varias familias con niños.

Algo más que una vivienda

La organización desarrolla sus proyectos en tres etapas: la construcción de viviendas de emergencia; la habilitación social, y la construcción de viviendas definitivas.

El proceso de habilitación social es, posiblemente, el más complejo y ambicioso. Apunta a la sustentabilidad del núcleo habitacional, a través de la educación, la inserción laboral y el desarrollo comunitario del barrio.

Tras la construcción de las viviendas se implementa una Mesa de Trabajo, como espacio de referencia comunitaria. Cada mesa cuenta con asesoramiento jurídico.

Se crea el "espacio educativo", orientado al desarrollo de niños y niñas en edad escolar y preescolar. También se crea un "espacio joven", orientado hacia la educación y la inserción laboral.

El programa incluye, asimismo, microcréditos para estimular emprendimientos; capacitación en diversos oficios y formación para la actividad laboral. También se trabaja con una bolsa de empleo vinculada al mercado laboral.

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