The New York Times y El País de Madrid fueron dos de los diarios que estuvieron bajo el atento ojo de Washington tras publicar los cables diplomáticos del Departamento de Estado norteamericano obtenidos por el sitio del australiano Julian Assange.
Pero una vez que los editores tuvieron entre sus manos la delicada información, que incluso ponía en peligro la vida de varios informantes del gobierno estadounidense, ¿cómo fue que procedieron? Altos responsables de ambos medios, explicaron a El País las medidas de seguridad, los motivos que tuvieron para la publicación y el despliegue que montaron en las redacciones para trabajar con los más de 250.000 cables diplomáticos que sorprendieron a muchos, enojaron a otros tantos y enfurecieron al gobierno del presidente Barack Obama.
"Consideramos que nuestra decisión de publicar el material fue periodismo responsable, legal e importante para una sociedad democrática", indicó The New York Times. Los cables hacen referencia a numerosos países, entre ellos Uruguay.
El diario puntualizó que los cables que constituyen el tráfico entre el Departamento de Estado y más de 270 representaciones diplomáticas alrededor del mundo, fueron puestos a su disposición por una fuente que insistió en el anonimato. Y agregó que alrededor de 11.000 están rotulados "secreto", 9.000 tienen el rótulo "noforn", que significa que la información no debe ser compartida con representantes de otros países, y 4.000 están rotulados "secreto/noforn". El resto está señalado de manera menos restrictiva como "confidencial" o no está rotulado como secreto.
"Después de hacer las adaptaciones y exclusiones propias, enviamos al gobierno de Obama los cables que el diario tenía intención de difundir y los invitamos a que desafiaran la publicación de cualquier información que, en el enfoque oficial, dañaría el interés nacional", indicó el diario. "Después de revisar los cables, las autoridades -si bien dejaron en claro que condenaban la publicación de material secreto- sugirieron exclusiones adicionales. The New York Times estuvo de acuerdo con algunas, pero no con todas".
"Manejar información secreta es un tema pocas veces fácil, y que nunca debe ser abordado con ligereza", puntualizó. "Los editores intentan equilibrar el valor del material para el conocimiento público contra los peligros potenciales al interés nacional. Como norma general, retenemos información secreta que expondría a fuentes confidenciales a represalias o que revelaría inteligencia operativa que podría ser útil a los adversarios en una guerra. Cortamos material que podría orientar a terroristas a armas que no estén seguras, que comprometa los programas de obtención de información de inteligencia apuntados a países hostiles o que revele información sobre la capacidad de las armas estadounidenses que podría resultar útil a un enemigo".
"Por otro lado, somos menos proclives a censurar comentarios francos simplemente porque podrían causar una controversia diplomática o avergonzar a autoridades", precisó el diario. Y agregó: "A veces, las autoridades de gobierno argumentan -Washington lo ha hecho en el caso de estos cables secretos- que la divulgación de conversaciones confidenciales entre diplomáticos estadounidenses y sus contrapartes extranjeras podría poner en peligro el interés nacional al hacer que los gobiernos extranjeros fueran más precavidos para cooperar con Estados Unidos en la lucha contra los terroristas y en otras actividades vitales".
Consideró que los documentos cobrarían estado público más allá de lo que decidiera The New York Times, debido a que WikiLeaks compartió los archivos con al menos cuatro publicaciones europeas -entre ellas El País de Madrid-. "Para The Times, ignorar ese material, hubiera significado negarle a sus propios lectores la información cuidadosa y el análisis mediato que esperan cuando este tipo de información se hace pública", señaló.
Razones. "El motivo más importante para publicar estos artículos es que los cables relatan la historia pura de cómo el gobierno toma las decisiones más grandes, las decisiones que tienen el mayor costo para el país en vidas y dinero. Echan luz sobre las motivaciones -y en algunos casos, engaño- de los aliados que son cortejados por Estados Unidos y reciben ayuda exterior. Iluminan la diplomacia que rodea a dos guerras actuales y a varios países, como Pakistán y Yemen, donde crece el involucramiento militar estadounidense. Por más intimidante que resulta publicar el material por sobre las objeciones oficiales, resultaría presuntuoso concluir que los estadounidenses no tienen derecho a saber lo que se hace en su nombre", precisó el diario The New York Times.
A su vez, el editor ejecutivo de este medio, Bill Keller, indicó en una declaración que "no tenemos control sobre WikiLeaks y ellos tampoco lo tienen sobre nosotros. Son una fuente de material crudo. Como haríamos con cualquier información altamente sensible que consideramos para publicar, ofrecemos al gobierno la oportunidad de puntualizar los materiales de los cables que considera provocarían daño a individuos inocentes o al interés nacional. Como parte de nuestro arreglo con las otras organizaciones informativas que recibieron este material en crudo, les transmitimos lo que nos dice el Departamento de Estado y nuestro juicio independiente respecto de qué se podía excluir".
Keller señaló que esta información también se la hicieron llegar a WikiLeaks, "con la esperanza de que ellos también excluirán el material que puede resultar en la muerte de alguien o poner en peligro material fisible, o hacer peligrar la seguridad nacional. El gobierno nos alentó a pasarle esa información a WikiLeaks porque cree -como lo creo yo- que representa un intento responsable de prevenir la divulgación de material peligroso. No tenemos manera de saber qué hará WikiLeaks, ni idea clara de lo que harán con los textos que adaptamos, pero si esto en algún grado previene que WikiLeaks, por negligencia, provoque la muerte de alguien, me siento feliz de hacerlo. Me gustaría escuchar los argumentos a favor de que WikiLeaks difunda su material sin cortes".
Desde El País de Madrid, Guillermo Altares, editor de la página web de este medio, declaró a El País en Uruguay que todos los cables que recibieron contenían los nombres de las fuentes que informaron al Departamento de Estado norteamericano. "El otro día publicamos un cable en el cual informábamos que el Ayatollah iraní abofeteó en una reunión a (el presidente Mahmud) Ahmadinejad. Esos son casos muy delicados en los que si se informa la fuente se la puede poner en peligro. Entendimos que nuestro deber es proteger a estas personas".
Altares agregó que, a no ser por los datos sobre los informantes "todo se publicó tal cual está en los cables". Y por otro lado agregó: "Una vez que tuvimos esta información, por lo que yo sé, el medio no tuvo presiones de ningún tipo, y si las hubo éstas no importaron porque todo lo que nos llegó se publicó".
La cifra
11.000 Son los cables que están rotulados "secreto"; otros 9.000 dicen "noforn", o sea que no pueden ser compartidos con otros países.
Montaron red sin Internet para que no se filtrara la información
Una vez los cables de WikiLeaks llegaron a El País de Madrid, el diario español creó un equipo especial para trabajar con los 250.000 documentos del Departamento de Estado norteamericano.
Unas 30 personas de diferentes secciones: gente del portal web del medio, periodistas de información Internacional (expertos en Medio Oriente, Estados Unidos, América Latina, etc.), corresponsales y cronistas de investigación fueron los encargados en trabajar con el material que puso los nervios de punta a la Casa Blanca.
Quien dirigió este equipo de trabajo fue Guillermo Altares, que a su vez es el editor en jefe de la web del medio (www.elpais.com).
En entrevista con El País de Uruguay, Altares sostuvo que "se cuidó elegir a todos periodistas experimentados para trabajar con los cables de WikiLeaks. Una vez formado el equipo se trabajó durante dos semanas antes de que estos fueran publicados".
En la oficina que se montó para analizar la documentación se instaló una red de computadoras que no tenían ninguna salida exterior. "Ni puertos USB, ni Internet", sostiene Altares. El objetivo era que esta información no pudiera manejarse más allá de las cuatro paredes de esa habitación.
"Por supuesto que los documentos con los que más se trabajó son cables que fueron y vinieron desde la Embajada de Estados Unidos en Madrid", manifiesta Altares.
El diario español sostiene que los cables que involucraban a su país fueron leídos todos, pero aún quedan varios documentos que manejan información sobre otros países que se siguen estudiando.
"Seguimos desclasificando documentos, pero con un equipo más reducido. Ahora ya tenemos organizados los temas, y ordenados los países. Pero el material es muchísimo, seguramente siga apareciendo información importante", concluyó Altares.
La web que golpeó a ee.uu.
WikiLeaks nació en 2006. El sitio publica documentos filtrados, de supuesto interés público, preservando las fuentes. El 28 de noviembre de 2010 el sitio hizo llegar a la prensa internacional más de 250.000 cables diplomáticos del Departamento de Estado norteamericano. La web de Julian Assange envió estos documentos a varias publicaciones. Los documentos afectan a distintos países. Una vez que se dieron a conocer, Assange, el fundador de la web, fue detenido en Gran Bretaña por una denuncia de abuso sexual en Suecia. Luego de pagar una fianza de más de 300.000 dólares está en libertad condicional.